La Prensa
28 de mayo de 2011
Organización Editorial Mexicana
Ciencia y Tecnología
Ciudad de México.- Aún cuando los incendios en zonas forestales se consideran eventos cíclicos en la naturaleza, los 8,900 registrados en lo que va del año en el territorio nacional se pueden considerar como graves, coincidieron los doctores María Valdés Ramírez y Alejandro Velázquez Martínez.
«Los incendios son cíclicos dependiendo de muchos factores. Algunas plantas requieren del fuego para que germinen sus semillas. Sin embargo, no es regular tantos incendios forestales», dijo Valdés Ramírez, investigadora de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas y miembro de la Academia Mexicana de Ciencias.
Sin embargo, apunta por su parte Velázquez Martínez, ex presidente de la Academia Nacional de Ciencias Forestales, que si esta afectación se considera desde el punto de vista del recurso forestal en su totalidad; es decir, alrededor de 140 millones de hectáreas de superficie, la proporción afectada es baja (menos del 1%). «No con esto se quiere decir que no dejan de ser de impacto los incendios forestales».
Datos de la Comisión Nacional Forestal indican que la superficie afectada por los casi 8,900 incendios al 19 de mayo del 2011, es de 534 mil hectáreas: 293.468 de pastizales; 215.295 de arbustos y matorrales; y 25.505 de arbolado adulto y renuevo.
La especialista en microbiología del suelo explicó que dos terceras partes de la superficie de México son montañas, el resto es ondulante. «Cuando estamos en un lugar con una pendiente fuerte, la ley de la gravedad hace que lo que está arriba, resbale, y si no hay nada que lo detenga, llega hasta la parte más baja. Las montañas que no tienen árboles o plantas que detengan al suelo en su caída, se quedan sin suelo».
Agregó que los árboles de las montañas protegen a su suelo para que no se lo lleve ni el viento ni la lluvia. Y cuando las montañas se quedan sin árboles y sin suelo, las consecuencias son muy graves para todos los seres vivos. Este fenómeno de despojar los árboles de un terreno, se le conoce como deforestación, y ésta conduce a la desertificación, que se define como la pérdida del potencial biológico de un ecosistema.
«El 68% del territorio nacional, es decir 123.3 millones de hectáreas han perdido más del 50% de su potencial biológico de productividad original, afectando directa e indirectamente a más de 100 millones de habitantes. En México el porcentaje de territorio afectado por erosión en grado severo y muy severo asciende a casi el 69%, donde el 29.1 % es por erosión hídrica, el 61.2 % por erosión eólica».
Alejandro Velázquez apuntó que aun cuando los recursos naturales son renovables con el tiempo, lo importante es, que si ocurrió un disturbio (incendio), hay que tener cuidado de favorecer el restablecimiento de la vegetación.
Añadió que las zonas forestales desempeñan funciones múltiples. «Aparte de su función utilitaria como recurso natural renovable, tienen importancia en la conservación de otros recursos asociados como son el agua, fauna silvestre, biodiversidad y suelo. También son reservorios de bióxido de carbono y proveen otros servicios ambientales y bienes intangibles como son la belleza escénica».
Ambos investigadores comparten en que el exceso de bióxido de carbono producido por los incendios y liberado a la atmósfera conduce a un incremento importante de calor y en los bosques hay una gran cantidad de material combustible.
La última jornada de incendios de esta magnitud se presentó en 1996, recordó Alejandro Velázquez. Dijo que el cambio climático no solo puede tener impacto en periodos largos de sequía, también puede alterar los periodos de lluvia. Las lluvias atípicas del año pasado definitivamente coadyuvaron a desfavorecer la presencia de incendios forestales.
María Valdés subrayó que desafortunadamente en México se acostumbra quemar los terrenos constantemente para que rebroten los pastos con que se alimenta todo tipo de ganado.
Sostuvo que esta práctica con mucha frecuencia el campesino no controla el fuego y se extiende no solo quemando el pasto seco, sino también los árboles. «Los campesinos que en nuestro país están en estado marginal grave o las personas con influencias, queman los árboles para darle otro uso al suelo. En otras ocasiones queman a propósito para tirar sin problema legal los árboles y sembrar maíz».