Investigadores mexicanos crean un nuevo biofertilizante que protege el Medio Ambiente y es 15 veces más económico

Base Financiera.com
03 de agosto de 2005
(EUROPA PRESS)

Los fertilizantes quí­micos contaminan el aire, los suelos, los mantos acuí­feros subterráneos y las agua superficiales, señalan los expertos

MADRID.

Expertos de la Academia Mexicana de las Ciencias han creado un nuevo tipo de biofertilizante agrí­cola no agresivo para el Medio Ambiente y que, según sus investigaciones, es hasta 15 veces más económico que los fertilizantes quí­micos habituales que actualmente son una de las principales fuentes de contaminación de los rí­os.

Según difunde la Academia en su propia página web, el experto Jaime Mora, investigador y miembro del Instituto de Ciencias Genómicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, y su equipo obtuvieron, a partir de las cepas de la bacteria conocida como ‘Rhizobium etli’, un biofertilizante que, además de proteger el entorno, tiene la ventaja de ser considerablemente más barato.

Según explica este experto, mientras un agricultor gasta alrededor de 1.500 pesos (unos 115 euros) en fertilizantes quí­micos por hectárea de cultivo, con el biofertilizante de las cepas de Rhizobium etli sólo deberá emplear 100 pesos (7,5 euros).

Asimismo, señala incluso que con este tipo de biofertilizantes, que se utilizan para fijar a la planta el nitrógeno que se encuentra en el aire, se logra producir cosechas superiores en comparación con los cultivos donde se emplea fertilizantes quí­micos, como se ha demostrado en cultivos controlados en diez Estados del paí­s, principalmente en Durango.

Mora explica que si se compara la producción generada en cultivos donde no se emplea fertilizante con los que se sembraron con este biofertilizante, el incremento es del 50% para estos últimos, además de aumentar el valor nutritivo de la semilla.

Los biofertilizantes son organismos vivos o sus productos que mejoran la nutrición de las plantas en los suelos. Uno de los mejores ejemplos son las bacterias Rhizobium, que toman el abundante nitrógeno del aire y lo convierten en amonio, con el cual nutren de nitrógeno a las plantas leguminosas.

«Los biofertilizantes tienen una gran perspectiva de aplicación en los cultivos agrí­colas en México porque son respetuosos con el Medio Ambiente, tienen un bajo coste y se transportan y aplican fácilmente», resalta. «Y al contrario, los fertilizantes quí­micos son cada vez más caros, además de que afectan nocivamente el aire, el suelo y el agua».

El experto apunta que los cultivos deben fertilizarse usualmente con nitrógeno, fósforo y potasio, pero en los suelos la escasez principal es de nitrógeno. La fertilización nitrogenada representa sin embargo altos costes económicos para el agricultor, pero los efectos más serios de esta fertilización masiva son los ambientales, dado que en la tierra se queda alrededor del 60% de las sustancias empleadas.

«El aire se contamina al fabricar los fertilizantes, los suelos se han deteriorado por la salinidad, y se contaminan los mantos acuí­feros subterráneos y las agua superficiales», explica.

DAí‘OS DEL FERTILIZANTE TRADICIONAL

La abundancia de compuestos nitrogenados en el agua, continúa el experto, produce un fenómeno denominado ‘eutroficación’, que es el crecimiento anormal de bacterias que agotan el oxí­geno disuelto en el agua y producen la muerte masiva de los peces.

La escasa flora y fauna en la desembocadura del rí­o Mississipi en el Golfo de México es «un claro ejemplo» de los daños ecológicos que producen los fertilizantes quí­micos. Además, advierte de que, por si fuera poco, el consumo de agua contaminada con compuestos nitrogenados, como nitratos y nitritos, «produce severos daños a la salud humana».

Este grupo de investigación, compuesto por tres cientí­ficos e igual número de técnicos, se ha centrado en los últimos ocho años en el estudio del Rhizobium etli, que es una cepa especí­fica para la planta del frí­jol, dado que esta leguminosa es parte central de la alimentación mexicana y que en la actualidad el paí­s no es autosuficiente en este producto y debe importar grandes cantidades de este grano.

«Inicialmente, caracterizamos cepas silvestres que de forma natural presentan alta capacidad fijadora de nitrógeno», explica. «Posteriormente, seguimos dos estrategias de modificación genética, en la primera, modificamos la regulación de la nitrogenasa, que es la enzima responsable de la fijación de nitrógeno». De esta manera, añadió, «se desarrolló un grupo de cepas que, usadas como biofertilizantes, pueden mejorar el cultivo de frijol».

Para promover su utilización se tramitó una patente nacional e internacional y en mayo de 2003 se firmó un Convenio de Transferencia de Tecnologí­a y uso exclusivo de patente con la empresa Asesorí­a Integral Agropecuaria y Administrativa (ASIA), con una duración de diez años.

Durante los últimos dos años, señala Mora, se ha prestado asesorí­a a la empresa para el establecimiento de parcelas demostrativas en diez Estados del paí­s. «El procedimiento para usar el biofertilizante en el campo es muy sencillo: una bolsa de 400 gramos es suficiente para una hectárea del cultivo; se mezcla el contenido con la semilla, y se agrega un poco de agua y adherente. «Así­ está listo para usarse en siembra manual o mecanizada», expone.

En 2004 el biofertilizante ya se empleó a nivel comercial en Durango, y en 1.500 hectáreas en el municipio de Guadalupe Victoria, con la participación de productores locales, la Fundación ‘Produce Durango’ y el Gobierno del Estado.

«Con el biofertilizante se obtuvieron incrementos en rendimiento del 35 al 43% en toneladas por hectárea, con las variedades de frijol pinto villa y pinto saltillo», apunta el experto. Además, «se consiguieron menores costes por no usar el fertilizante nitrogenado». El biofertilizante podrí­a estar a la venta en todo el territorio nacional en los próximos meses, dado que la empresa comercializadora tiene previsto distribuirlo a través de los establecimientos Diconsa de todo el paí­s.

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