La Prensa
19 de septiembre de 2008
Antonio de Marcelo
Hoy nuestro país es menos vulnerable a las amenazas de sismo, de lo que era en la década de los 80; pero aún hay mucho qué hacer, además que los recursos para la investigación científica son limitados, asegura científico investigador del Departamento de Sismología del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada Baja California (CICESE).
Colaborador de la Universidad de Utrecht, Holanda, y el Instituto de Tecnología de California, quienes instrumentaron una moderna red de 20 sismógrafos de banda ancha en el Golfo de California, Raúl Castro Escamilla, dijo, antes de hablar del sismo de 1985, que estas instituciones han instrumentado alrededor del Golfo de California una red de 20 sismógrafos de banda ancha que tienen la particularidad de poder detectar eventos en cualquier parte del mundo.
Dijo qué: esta red sísmica de banda ancha del Golfo de California permitirá entender los procesos que ocurrieron para la formación del Golfo, así como los que actualmente ocurren en la región.
El también integrante de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC) ha comentado que este trabajo ha permitido que sismólogos de todo el mundo se involucren en los estudios sobre el Golfo de California. “Me atrevería a decir que en este momento, si conjuntamos todas las redes sismológicas; la región noreste de México es de las mejores instrumentadas de México, y posiblemente de Latinoamérica”, afirmó.
Luego al hablar del sismo que sacudió la ciudad de México en 1985, acotó que es uno de los sismos más grandes ocurridos en México durante el siglo pasado después del de Jalisco de 1932.
De él, estimó que el área de ruptura tuvo una longitud de aproximadamente 170 kilómetros y un ancho de cerca de 50 kilómetros, lo que dejó un saldo de al menos 10,000 muertes, dañó más de 800 edificios de la ciudad de México y dejó varios miles de damnificados.
Al hablar sobre las redes sismológicas que en esa época ya operaban cerca de la costa de Michoacán y Guerrero y en la ciudad de México, explicó que del análisis de esos registros se observó que el daño en el Distrito Federal parecía estar relacionado con la energía liberada por la fuente sísmica a frecuencias cercanas a los 0.5 Hz.
Abundó que estas redes sísmicas también permitieron evaluar los niveles de aceleración del terreno en las zonas del lago, de lo mas y de transición de la ciudad de México. Así, apuntó, se pudo observar que en zonas con sedimentos como la Central de Abasto, el movimiento del terreno se amplificó cerca de 50 veces a 0.25 Hz, con respecto a zonas sin sedimentos como Ciudad Universitaria, lo que permitió mejorar los diseños antisísmicos y cambiar los reglamentos de construcción.
Hoy, dijo México es menos vulnerable a las amenazas sísmicas de lo que era en los años ochenta, pero que aún se tiene que trabajar más y se requiere mayor inversión en tecnología.
Sobre el mismo tema Cinna Lomnitz miembro de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), resaltó que México ha mejorado su conocimiento en el campo de la sismología a partir de los sismos de 1985; sin embargo, aún hace falta investigación sobre todo en el aspecto social, toda vez que de ocurrir otro sismo este sería diferente y la zona afectada sería otra.
Al hablar sobre actos de prevención, subrayó: no existen fenómenos precursores, “no contamos con un fenómeno que anuncie que va a temblar”. Tampoco se puede predecir la magnitud, aunque la experiencia de los últimos 500 años, señala que no hay sismos sustancialmente mayores a 8.01-8.02 según la Escala de Richter, explicó.
Al referirse a los avances, resaltó que los principales han sido con relación al origen de los temblores. ”La Ciudad de México es la zona de la República más amenazada por temblores, porque los sismos importantes ocurren en la zona de subducción del Pacífico, quedes la frontera entre las placas de Cocos y la placa de Norteamérica”.