La Jornada
15 de septiembre de 2005
José Galán
La sustancia está en fase experimental; descubren que devuelve funciones al hígado
Los pacientes tratados pueden llegar a revertir los efectos de la enfermedad: Victoria Chagoya
En México la cirrosis es un problema de salud pública y se encuentra ya en el cuarto lugar entre las enfermedades mortales para los ciudadanos en edad productiva, es decir, entre 23 y 64 años; afecta por igual a hombres y a mujeres, y es producida no sólo por el alcohol, sino también por los efectos de las hepatitis B y C y de otros virus.
Pero investigaciones de la doctora Victoria Chagoya, del Instituto de Fisiología Celular de la UNAM, han permitido desarrollar un producto que en su fase experimental devuelve las funciones hepáticas a las células del hígado al disminuir la fibrosis característica de la enfermedad. En pocas palabras, detiene el deterioro del hígado, e incluso revierte el fenómeno.
Reto para investigadores
Para los investigadores y los pacientes, esta enfermedad constituye un reto, porque tarda entre 25 a 30 años en manifestarse. Incluso, en Estados Unidos, se calcula que para el año 2028 la enfermedad habrá crecido 300 por ciento. Y aunque el padecimiento fue descubierto en 1760 por el patólogo italiano Gianbattista Morgani, quien realizó 500 biopsis, hasta hoy no hay cura, entre otros aspectos, porque está considerado como una fibrosis irreversible.
«Muchas veces el enfermo acude al médico sólo cuando la enfermedad se hace patente, y esto quiere decir que tiene un avance de entre 90 y 95 por ciento», afirma la doctora Chagoya Hazaz. «Y es aquí cuando se dificulta el tratamiento. En el caso del alcoholismo, cuando el paciente deja de ingerir alcohol, el proceso no se detiene pero se hace más lento. En el caso de las hepatitis u otros virus, el proceso de deterioro se mantiene». En el caso de la hepatitis C, de 100 enfermos 40 desarrollan cirrosis, y 10 cáncer hepático. Los demás pueden ser portadores y no pueden donar sangre.
Existe un esfuerzo mundial por revertir el problema que representa esta enfermedad, es decir, desbaratar las fibras que impiden la función hepática, es decir, la comunicación entre vasos sanguíneos, células y otros elementos del hígado. Pero una de las principales características que se pierden es la capacidad de «proliferación», es decir, la facultad que tiene el hígado de regeneración. Teóricamente, si uno daña hepatocitos, se deben regenerar. Y con la fibrosis se pierde esa capacidad.
La investigadora explica que todos los tejidos del cuerpo humano cuentan con una estructura que se llama matriz extracelular, que es una especie de sostén de todas las células que constituyen los tejidos. Y con el alcoholismo y las enfermedades virales, en el hígado se comienza a dañar esta estructura precisamente ante la creación de fibras. Esta matriz extracelular está compuesta por varias proteínas, entre ellas la más importante es la colágena, que es de distintos tipos. En el hígado las principales son de tipo uno y de tipo tres.
Con el avance del alcoholismo, de las hepatitis o de otros virus, el hígado comienza a formar una gran cantidad de colágena para evitar su degradación, por lo que se acumula. En todo el organismo hay una actividad dinámica: se forman y se degradan los compuestos. Entonces, en la matriz extracelular las proteínas tienen una vida larga, y en el caso de la colágena, se empieza a acumular y no se degrada, provocando la creación de fibras.
La investigadora explica que al efectuar sus estudios se encontró con que en animales a los que se inducía cirrosis y eran tratados con la sustancia 6 amino-ribofurasonil-purina -nombre hecho público en un artículo de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC) difundido el pasado 24 de junio de 2005- se revertía el proceso de fibrosis.
Chagoya Hazaz trabaja desde 1967 en los experimentos y la investigación sobre la forma de revertir esta enfermedad o hepatotoxicidad. A los animales de laboratorio con cirrosis se les administraban solventes orgánicos como etanol, pero en 1983 «empezamos con un modelo experimental de cirrosis. Sabíamos que era un proceso difícil pero nos interesó mucho investigarlo como una hepatotoxicidad crónica, que no es reversible, que siempre está avanzado y que conduce a la muerte».
Primeros hallazgos
La sustancia primero fue sometida a pruebas en animales de laboratorio, y bajo características de prevención. En esta primera etapa, los investigadores notaron que la acumulación de grasa que anuncia una cirrosis futura comenzaba a descender. Estos fueron los primeros hallazgos.
«Nos interesó mucho conocer la razón de que la sustancia actuara así. Trabajamos bastante tiempo con intoxicación de etanol, que es el hepatotóxico más común, y posteriormente usamos un solvente orgánico llamado tetracloruro de carbono, cuya administración crónica es la que induce cirrosis».
Posteriormente, en pruebas realizadas con pacientes del centro Médico Nacional Siglo XXI, del IMSS, con cirrosis por diferentes causas, se comprobó mejoría durante el tiempo en que se les administró el fármaco, y Chagoya Hazaz agrega que en 30 pacientes tratados con esa terapia experimental, se mostró una recuperación de la función hepática. Pero aclara que por lo avanzado de la enfermedad en ciertos casos, el paciente vuelve a presentar síntomas de la enfermedad al cabo de varios meses.
Por ello, afirma, en esta etapa experimental, el fármaco actúa dependiendo del grado de avance de la enfermedad, ya que al comenzar apenas el padecimiento, la persona podría recuperarse, pero en alguien con gran deterioro en el hígado, el medicamento provocará que se sienta mejor, pero resulta muy difícil anticipar una recuperación exitosa.