Las redes de la depresión

El Universal
28 de septiembre de 2007
Silvia Ojanguren

Hay quienes no saben que son sus ví­ctimas y sufren incomprendidos por algo que puede ser remediado

Un primer paso para vencer la depresión es reconocerla como un problema de salud que puede ser prevenido y combatido con ayuda médica, pues se trata de un padecimiento que ha sido estudiado, al grado de que -según estadí­sticas de la Secretaria de Salud- es un mal que afecta a millones de mexicanos.

Puede decirse que no reconoce fronteras cronológicas ni de sexo, los datos oficiales apuntan que entre 12 y 20 por ciento de la población que tiene de 18 a 65 años está deprimida o lo estará por lo menos una vez en su vida. Las cifras son de miedo y debido a ello se le considerada como un problema de salud pública, indicó Gonzalo Vázquez Palacios, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa (UAM-I).

El tema aparece en incontables conversaciones, pero realmente son pocas las personas que saben de qué se trata. ¡Lamentablemente, muchas de las personas que viven con ella, no la reconocen como una enfermedad sino como un estado pasajero durante el cual la persona se siente triste!, reconoció el académico.

Al dictar la conferencia Depresión, un mal de nuestros dí­as, en el marco del programa de divulgación Domingos en la Ciencia de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), Vázquez explicó que hay una depresión mayor o endógena, la cual no tiene una causa externa evidente que la origine, pero provoca cambios en el sistema nervioso, por lo cual es clasificada como enfermedad mental.

Hablar ayuda, pero lo mejor es acudir con un médico especialista cuando se sospecha que se ha caí­do en las redes de la depresión. Sus sí­ntomas más comunes, y que perduran cuando menos dos semanas, son tristeza, falta de interés por actividades que antes generaban placer, pensamientos de minusvalí­a, culpabilidad, muerte, fatiga, dificultad para concentrarse e insomnio.

Vázquez Palacios, integrante del Sistema Nacional de Investigadores, puso sobre el tapete de discusión una realidad: ¡diagnosticar esta enfermedad resulta complejo porque se minimiza la sintomatologí­a!.

Laberintos de la mente

El caminar por sendas equivocadas a la hora de tratar el mal es grave. El investigador de la UAM llamó la atención sobre que un 90 por ciento de los suicidios que ocurren en el mundo se asocia a una depresión que nunca se diagnosticó.

¡Nadie se da cuenta hasta que una persona intenta suicidarse; de hecho, uno de cada 10 pacientes lo intentará y 25 por ciento de ellos lo conseguirá», subrayó.

El desenlace fatal es lo más grave, pero la depresión tiene otros efectos nocivos. Es la primera causa de ausencia laboral a escala mundial y acompaña a otras enfermedades como cáncer, diabetes, males cardiovasculares, alcoholismo, drogadicción. E incluso es el principal factor de riesgo para otros padecimientos como la hipertensión.

Todaví­a hay quienes confunden cuadros de depresión con flojera o etapas naturales de aislamiento de las personas, ya sean estas jóvenes o viejas. Estimaciones de la Organización Mundial de la Salud, para el año 2020 indican que la depresión será la primera causa de discapacidad en el mundo; actualmente ocupa el cuarto lugar.

Vázquez Palacios indicó que esta enfermedad no es una ¡situación pasajera! que se puede resolver ¡echándole ganas!, sino que requiere de un tratamiento farmacológico que ayude a la persona a recobrar el equilibrio en su funcionamiento cerebral.

Es fundamental descartar la automedicación o consejos de amigos o familiares. Sobre la formas de atajarla y atacarla correctamente, el investigador de la UAM-I señaló que se buscan nuevos tratamientos con resultados inmediatos, pues los existentes toman entre cuatro y seis semanas para dar resultados.

Esto y la intolerancia a los antidepresivos y los ansiolí­ticos, que padece el 40 por ciento de los pacientes, ocasiona el abandono de los tratamientos.

La situación se grava si se considera que el costo de la atención de los enfermos depresivos es más barato que la diabetes o el sida pero, pero sólo la mitad los pacientes depresivos acude con un especialista y, de ellos, sólo 10 por ciento recibe tratamiento.

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