En riesgo el capital intelectual, ante la falta de renovación de planta de investigadores en México

Once Noticias
28 de junio de 2007
Rafael H. Guadarrama

Ciencia y tecnologí­a son conceptos para los cuales no deberí­a existir edad.

Sin embargo, en los laboratorios y cubí­culos de centros de investigación de México la gente comienza a envejecer: en promedio, la planta nacional ronda los 49 años.

José Antonio de la Peña, director Adjunto de Desarrollo Cientí­fico del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnologí­a (CONACYT), dijo: ¡el sistema de ciencia mexicano está envejeciendo seis meses cada año en promedio, esto quiere decir que no hay una renovación dinámica!.

Este fenómeno obedece principalmente a la falta nuevas plazas en universidades y centros de investigación.

Alejandro Miranda Cid, estudiante de Maestrí­a del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (CINVESTAV)-Zacatenco, expresó: ¡a lo mejor lo que piensas es como dar un poco de cátedra o algo así­, pero como investigación sí­ resulta difí­cil!.

Jesenia González Martí­nez, estudiante de Maestrí­a del CINVESTAV-Zacatenco, señaló: ¡las oportunidades, digamos que aquí­ faltan instituciones que te apoyen en ese sentido!.

Si bien, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnologí­a otorga 25 mil diferentes tipos de becas cada año, en ese tiempo sólo se gradúan mil 800 doctorados.

Esto propicia que el Sistema Nacional de Investigadores crezca 13%, una tendencia importante, pero insuficiente para el desarrollo económico del paí­s.

Juan Pedro Laclette San Román, presidente de la Academia Mexicana de Ciencias, comentó: ¡tomando en cuenta las cifras económicas que se refieren a México, deberí­amos tener alrededor de cuatro o cinco veces más cientí­ficos y tecnólogos!.

¡No se puede tener un sistema en el que se den, se otorguen muy generosamente miles de becas al año y en contraposición se otorguen unas decenas o cuando mucho centenares de plazas al año, entonces el desfase es de uno o dos desórdenes de magnitud, entre lo se que se prepara y lo que se acepta!, manifestó Adolfo Martí­nez Palomo, del Consejo Consultivo de Ciencias de la Presidencia de la República.

¡Es muy inconveniente no tener plazas. ¿Para qué los queremos formar entonces, para que se vayan al extranjero? Porque tenemos una importante fuga de cerebros!, señaló Rosaura Ruiz Gutiérrez, vicepresidenta de la Academia Mexicana de Ciencias.

El envejecimiento de los investigadores también tiene que ver con los actuales esquemas de jubilación, nada atractivos para los investigadores expertos.

¡El problema es que cuando una persona se jubila pierde aproximadamente 70% de su ingreso. Le quedan como 11 mil, 12 mil, 15 mil pesos a lo mucho, a una persona que gana entre 50 mil, 60 mil pesos!, apuntó René Drucker, de investigación cientí­fica de la Universidad nacional Autónoma de México (UNAM).

La falta de renovación en la planta de investigadores pone en riesgo el capital intelectual del paí­s.

¡A lo largo del tiempo, por supuesto se nota, se nota en una falta de frescura, en un mayor anquilosamiento de las actividades de investigación!, subrayó José Antonio de la Peña.

Para renovar la planta de investigadores, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnologí­a desarrolla una estrategia que incluye entre otras cosas, gestionar más financiamiento en las secretarí­as de Educación Pública y la de Hacienda, para ampliar las instalaciones de institutos de investigación y crear nuevas plazas.

Así­ como crear un pago especial paralelo a la pensión, que facilite el retiro digno para investigadores mayores de 70 años.

¡Estamos estudiando la posibilidad de un sistema de retiro que no tendrí­a ese nombre; serí­a una cuestión alternativa dentro del Programa Nacional de Investigadores!, expuso José Antonio de la Peña.

¡Tenemos que buscar un sistema que dé movilidad laboral y que atienda con mayor dignidad para que las personas puedan jubilarse para tener una vida adecuada!, añadió el director general del CONACYT.

Los expertos señalan que para enriquecer esta medida, también deberí­a contemplarse una remuneración honoraria de universidades o centros de investigación.

¡Se les puede tener digamos, en las instituciones, digamos quizá con una pequeña oficina, como asesores, pero no como una plaza!, dijo René Drucker.

Conacyt también buscará motivar el interés de las empresas por desarrollar proyectos de cientí­ficos y tecnólogos jóvenes.

Por su parte, el Foro Cientí­fico y Tecnológico estudia cómo incorporar a la ley general de ciencia y tecnologí­a, conceptos de innovación para hacer de las empresas un motor de desarrollo.

¡Lo que podemos entender es que si hay investigación en las empresas, es porque han sido auxiliadas por investigadores acreditados, entonces tenemos que hacer crecer mucho el aparato de investigación cientí­fica y tenemos que hacer crecer la inversión nacional en ciencia, tecnologí­a e innovación!, reveló José Luis Fernández, del Foro Consultivo Cientí­fico y Tecnológico.

Sin embargo, el camino es largo e incierto, en la medida que estos proyectos no trasciendan el campo de los buenos deseos.

¡Si el gobierno se compromete, si los legisladores no nos comprometemos, los empresarios no se comprometen, si los académicos no se comprometen, una polí­tica de Estado no va a dar resultados!, concluyó Francisco Javier Castellón, presidente de la Comisión de Ciencia y Tecnologí­a del Senado.

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