Ciencia mexicana que ‘va al grano’

El Universal
22 de enero de 2007
Ricardo Cerón

Investigadores desarrollan nuevos tipos de maí­z que podrí­an abatir el déficit de producción; México ha cedido el liderazgo en la producción de este cereal a paí­ses como Estados Unidos, China y Brasil, y presenta un grave déficit de maí­z que generará crisis en términos de abasto

Hace casi 8 mil años, los antiguos habitantes del centro y sur del actual territorio mexicano domesticaron, por primera vez en la historia, al maí­z. Rápidamente su siembra se intensificó por toda Mesoamérica y se convirtió en la base de la alimentación de los habitantes de la región. Incluso los mayas consideraban que el hombre estaba hecho a partir de dicha gramí­nea.

Hoy, ocho milenios después de ese acontecimiento, México ha cedido el liderazgo en la producción de este cereal a paí­ses como Estados Unidos, China y Brasil, y presenta un grave déficit de maí­z que generará crisis en términos de abasto. El campo mexicano se ha rezagado y, con una producción promedio por hectárea de 2.9 toneladas de maí­z, ha sido desplazado por paí­ses como Estados Unidos, que genera una media de 12 toneladas por hectárea.

A decir de Octavio Paredes López, ex presidente de la Academia Mexicana de Ciencias, «es la falta de aplicación tecnológica en el campo y, sobre todo, el escaso impulso para el desarrollo de la investigación agrí­cola en México, lo que ha provocado ese rezago en la producción del maí­z».

Margarita Tadeo Robledo, responsable del Departamento de Ciencias Agrí­colas en la Facultad de Estudios Superiores (FES) Cuautitlán, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), sostiene que «ninguno de los organismos responsables de apoyar a la ciencia en el paí­s, incluido el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnologí­a, han tomado a la investigación agrí­cola como prioridad».

Pese a ello, cientí­ficos de diversos centros de investigación o universidades del paí­s trabajan para mejorar la calidad de las semillas con el fin de conseguir mayores cosechas a menores costos. Para ello han desarrollado, por un lado, hí­bridos mejorados a través de la mezcla de maí­ces, lo que ha permitido incrementar las cosechas en determinadas regiones; por otro, también trabajan en proyectos de desarrollo de maí­z transgénico con el fin de crear especies resistentes a la sequí­a, enfermedades y con alto contenido proteí­nico.

Maí­ces Puma

Luego de casi 20 años de investigación, cientí­ficos de la UNAM, encabezados por Margarita Tadeo, desarrollaron nueve variedades nuevas de maí­ces mejorados blancos y seis de tipo amarillo, que demostraron incrementar la producción entre 20% y 30%, en comparación con los maí­ces criollos.

Este tipo de hí­bridos son resultado de la mezcla de información genética de diversos granos de la misma especie, donde se seleccionan las mejores cualidades de cada uno para originar un supermaí­z.

«Los maí­ces mejorados o hí­bridos de la UNAM poseen la ventaja de que son plantas más fuertes y bajas que el promedio, con lo cual se evitan daños por los vientos y se facilita la tarea de recolección de la mazorca.»

Incluso las variedades de maí­ces denominados Puma logran resistir enfermedades como la roya (puccinia) -producida por hongos de las hojas- y el carbón de espiga (Sphaceloteca reiliana), a diferencia de los granos tradicionales, que no las soportan.

Este es un hecho relevante si se considera que, cuando el maí­z no resiste esas enfermedades, la hoja se enferma y no puede ser usada para forraje, porque baja mucho su calidad.

Los creadores de estas variedades hí­bridas señalan que los maí­ces blancos Puma favorecen la calidad nixtamalera y harinera, pues con esos granos se pueden elaborar y comercializar tortillas en frí­o, como las que se venden en supermercado, lo cual no sucede con otras clases de maí­z. Otra de las virtudes de esas gramí­neas es que producen un solo tallo y no varios, como otras especies, lo que se traduce en una mazorca más llena y sana.

Actualmente se les está incorporando el carácter de alta calidad proteí­nica (Quality Protein Maize) a algunas de estas variedades de maí­z generadas en la FES Cuautitlán, con lo cual se pretende coadyuvar al mejoramiento del nivel nutricional de 30 millones de mexicanos con desnutrición grave. Con las variedades hí­bridas que ofrece la UNAM «se cumple el objetivo de proporcionar alternativas a los agricultores mexicanos», dijo Tadeo Robledo.

Sin embargo, la investigadora universitaria reconoce que, a pesar de haberse invertido tiempo, dinero y recursos humanos, estas semillas se utilizan solamente en pequeñas zonas del paí­s, debido al poco interés mostrado por las autoridades para comercializarlo de manera masiva.

«La distribución es nuestro verdadero cuello de botella, porque el desarrollo existe, pero nosotros sólo lo llevamos a los agricultores a través de microdistribuidores.»

Por su parte, el Centro Internacional de Mejoramiento del Maí­z y Trigo (CIMMyT) ha desarrollado diversos trabajos con tecnologí­a genética tradicional, los cuales dieron como resultado diversas especies de hí­bridos con mayor contenido proteí­nico.

Actualmente existe un acuerdo de cooperación entre el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrí­colas y Pecuarias (INIFAP) y el CIMMyT, mediante el cual ya se produce semilla registrada con alto contenido proteí­nico de 26 hí­bridos, suficientes para sembrar unas 80 mil hectáreas en áreas tropicales y subtropicales.

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