Parada llegó tarde… y se va pronto

A Ciencia cierta
13 de septiembre de 2005
Juan Carlos Miranda Arroyo*

La salida sorpresiva del ingeniero Jaime Parada ívila, director general del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnologí­a (Conacyt) da cuenta de la crisis que se vive en la oficina de gobierno más importante del sector cientí­fico en el paí­s. Como se recordará, el ingeniero Parada ívila fue uno de los funcionarios de más alto rango en el gobierno que se incorporó en forma tardí­a (16 de enero de 2001) a la administración pública del presidente Vicente Fox, puesto que su nombramiento se dio después de que la mayor parte de los puestos de su nivel ya se habí­a llevado a cabo.

La crisis en que se ha visto envuelto el Conacyt durante los años recientes se caracteriza, como pocas veces en su historia, por una confrontación directa con la representación de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC). En particular, la etapa de agudización de esta crisis ha tenido como protagonistas a los funcionarios del Conacyt y a la actual presidencia de la AMC, cuyo presidente, el doctor Octavio Paredes López, ha mantenido una posición crí­tica al señalar las contradicciones en que ha incurrido el organismo federal.

A lo largo de su existencia, el Consejo ha tenido abiertas diferencias con los cientí­ficos, debido a la falta de polí­ticas consistentes y de largo plazo en materia de ciencia y tecnologí­a, así­ como la escasa disposición de la burocracia para entender las necesidades de la academia. En opinión de expertos, el proceso de burocratización del Conacyt lo ha privado de dinamismo, eficiencia y buenos resultados.

Es probable que la salida de Parada ívila al frente de Conacyt tenga más bien que ver con la inconformidad expresada en distintos foros públicos por parte de la presidencia de la AMC y otras asociaciones cientí­ficas; sobre todo con motivo de las actitudes despóticas de algunos funcionarios del Consejo, al querer dar lí­nea de opinión a la AMC; actitud que resulta imposible e ingenua, puesto que la comunidad cientí­fica se ha destacado siempre por su juicio crí­tico e independiente ante las decisiones del poder polí­tico. Cabe recordar al respecto la denuncia que hizo el doctor Octavio Paredes, en ocasión del discurso que habí­a preparado para la ceremonia de entrega, el presente año, de los Premios de Investigación de la AMC, cuando un fallido intento de censura por parte del Conacyt y la Presidencia de la Republica, buscó cambiar el mensaje original de la AMC, en que se criticaba la ineficiencia de las polí­ticas públicas en el sector.

La prensa advirtió en su momento sobre la riesgosa lí­nea de confrontación que seguí­a la burocracia central dirigida por el ingeniero Parada ívila, al indicar que su gestión habí­a estado alejada de las necesidades de la comunidad cientí­fica nacional. Una encuesta aplicada por la misma AMC reveló recientemente en ese sentido, que el Conacyt no estaba sirviendo a los objetivos para los que fue creado en 1970: impulsar el desarrollo de las capacidades de investigación nacionales en ciencias, humanidades y tecnologí­as. Más bien y por el contrario, los cientí­ficos perciben que esta dependencia no ha tenido la capacidad para sacar adelante las metas trazadas en los programa nacionales de ciencia y tecnologí­a, no sólo de éste, sino de otros sexenios.

*Profesor titular de la Universidad Pedagógica Nacional, Unidad Querétaro.
En este espacio de la Academia Mexicana de Ciencias escriben integrantes de la comunidad cientí­fica.

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