Milenio Diario
08 de agosto de 2006
Arturo Barba
Es común que a nivel mundial se oriente la atención de la sociedad hacia enfermedades que rompen la barrera de la pobreza, es decir, que afectan a todo el mundo sin importar el nivel socioeconómico, sexo y edad, como el Sida, del que cada año se organizan congresos e informes, todos bien publicitados y con amplia cobertura mediática.
Sin embargo, uno de los padecimientos que causan el mayor nú-mero de muertes en el mundo año con año (la malaria( suele pasar desapercibido por el simple hecho de que los afectados pertenecen a los grupos sociales más empobrecidos, principalmente de ífrica, algunas regiones del sudeste asiático y zonas de América Latina.
Más de 500 millones de enfermos, diez veces más que los infectados con el VIH, padecen esta enfermedad, y los muertos también son diez veces más numerosos. Por ello, investigaciones como la reportada por la revista Science sobre el desarrollo del parásito de la malaria merece ser analizado.
Un grupo de científicos descubrió que una vez que una persona es picada por un mosquito infecta-do con el parásito Plasmodium, éste de forma desapercibida se reproduce en el hígado y luego entra a la corriente sanguínea; infecta los glóbulos rojos y se multiplica. Como granadas microscópicas, provoca la explosión de las células sanguíneas, lo que causa los escalofríos y fiebres elevadas que distinguen la enfermedad.
El parásito entra a los vasos sanguíneos en células muertas con pequeños compartimentos llenos de parásitos. Como pequeños caballos de Troya, la célula muerta se desprende del tejido hepático y atraviesa la pared de los vasos sanguíneos e invade flotando el torrente sanguíneo. Esperan que con este hallazgo se conseguirán nuevas formas de control de la malaria en el futuro.
Otro trabajo de gran importancia en otra de las enfermedades de la pobreza presentes en nuestro país es la cisticercosis, ocasionada por la Taenia solium, mejor conocida como la lombriz solitaria.
Juan Pedro Laclette, presidente de la Academia Mexicana de Ciencias y director del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM, secuenció una parte del ge-noma de la solitaria, la cual contiene 260 millones depares de bases, lo que implica cerca del 7 al 8% del tamaño del genoma humano.
Espera culminar la secuencia del parásito dentro de 4 años y, hasta el momento, ha localizado genes que no se habían detectado en otros parásitos y que eventualmente permitirán contender contra la cisticercosis.
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