El Universal
28 de abril de 2006
Sonia Sierra
Expertos en la materia dicen no haber sido consultados por diputados en la elaboración del proyecto
La iniciativa de crear la Agencia Espacial Mexicana (Aexa) -aprobada el miércoles por la Cámara de Diputados- sorprende a los científicos mexicanos porque no se les consultó, aunque muchos de ellos participan en investigaciones en ese campo.
A casi 50 años de que México pusiera en el espacio un cohete en 1957, el país retoma su participación en la carrera espacial.
El presidente de la Academia Mexicana de las Ciencias, Octavio Paredes, se enteró de la noticia por la prensa. «Los diputados no tuvieron la cortesía de establecer contacto con los que podíamos y debíamos ayudar. Sabemos que la propia UNAM tampoco fue consultada. Nos preocupa que frente a acciones tan importantes como ésta no consulten a las organizaciones correspondientes». Seguramente, agregó, los diputados se asesoraron «con su propia imaginación».
No deja de ser un buen propósito, señaló el titular de la AMC, pero exhortó a los diputados a que «aparte de su sapiencia, utilicen la del resto de los mexicanos».
Pero el anterior no es el único cuestionamiento a la propuesta que ahora pasará a revisión en la Cámara de Senadores: el científico Rafael Navarro -que se dijo sorprendido de que no se consultara a quienes participan en esa área- expresó que, aunque habrá que revisar con detenimiento el contenido, este proyecto privilegia el desarrollo tecnológico y lleva a un segundo plano la investigación científica.
«No podemos hacer exploración del espacio con conocimientos que generan Europa o Estados Unidos, necesitamos generarlos en México. Ese programa debe contemplar la investigación científica porque está muy orientado a cuestiones de satélites y tecnología».
Navarro, quien participa con la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA) estadounidense y la Agencia Espacial Francesa en el diseño de un laboratorio que estará en Marte en 2009, explicó que la NASA, por ejemplo, tiene secciones de ingeniería y desarrollo, al tiempo que programas cientifícos para hacer estudios del espacio y de la Tierra desde el propio espacio.
Aunque dijo desconocer el contenido de la iniciativa, la astrónoma Julieta Fierro, resaltó que puede ser muy importante porque desde el espacio se puede analizar la Tierra:
«México va a ser de los países más afectados del mundo con el cambio climático, no sólo van a aumentar los desiertos sino los huracanes e inundaciones, y tener estudios del clima del planeta permite predecir estos cambios y ayudar a preservar la biodiversidad».
Cincuenta años después
Con el lanzamiento del cohete SCT-1, el 17 de octubre de 1959, México inició una carrera espacial que no duró mucho tiempo, recuerda Rafael Navarro.
«Estábamos en el momento en el que Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (la disuelta URSS) iniciaban sus programas espaciales. Es una lástima que con los cambios sexenales se hubiera suspendido porque a través de la Secretaría de Comunicación y Transportes había un programa, y México estaba iniciando una carrera espacial que de haber continuado nos tendría tal vez a la vanguardia, como Brasil, que en América Latina es de los más fuertes, junto con Argentina y Chile.
En 1959, Porfirio Becerril Huitrón fue el encargado del lanzamiento del cohete SCT-1 que medía tres metros de largo y 60 centímetros de diámetro y pesaba un cuarto de tonelada, al parecer desde un rancho en el estado de México. El aparato alcanzó una altura de 90 kilómetros, más arriba de la estratosfera.
Lo paradójico es que el ingeniero Becerril, explica Rafael Navarro, desarrolló diversos combustibles y por este trabajo fue contratado por la NASA; la patente de los combustibles se vendió a esa agencia.
Una década después, en 1968, México entró a la era satelital. Fue en octubre de 1982 cuando se adquirió el primer sistema de satélites, el Morelos, constituido por los satélites Morelos 1 y 2, el primero de ellos fue colocado en órbita en junio de 1985 por el transbordador Discovery. En noviembre del mismo año fue lanzado el Morelos 2, y lo puso en órbita el transbordador Atlantis, donde viajó como miembro de la tripulación Rodolfo Neri Vela, primer y único mexicano en el espacio, hasta ahora.
En esta carrera espacial, otro capítulo importante fue desarrollado por la UNAM a través del Programa Universitario de Investigación y Desarrollo Espacial (PUIDE), entre 1990 y 1997.
En investigación satelital, el Instituto Politécnico Nacional desarrolla investigaciones y proyectos en el campo nanosatelital.
En días pasados la UNAM lanzó una convocatoria con la que se iniciará la selección para que estudiantes y un investigador de esa casa de estudios puedan participar en el curso de formación de cosmonautas del Centro de Entrenamiento Yuri Gagarin de Rusia.