Cambio de Michoacán
11 de abril de 2006
Redacción
Ricardo Cerón Plata
Durante una emotiva ceremonia encabezada por funcionarios, diplomáticos y representantes científicos de México y España, así como algunos exiliados ibéricos y sus familiares, también se signó el convenio para la apertura de la Cátedra Exilio Español, que será avalada por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el Instituto Politécnico Nacional (IPN), El Colegio de México y la AMC.
En el marco del Homenaje a los Científicos y Humanistas del Exilio Español en México, Octavio Paredes López, presidente de la AMC, hizo énfasis en que la Guerra Civil española generó profundos efectos en la sociedad de ese país, y sus implicaciones se extendieron no sólo a algunas regiones de Europa, sino a otras latitudes como Latinoamérica, y en particular, a México.
Recordó que la actitud visionaria y humanista del entonces presidente Lázaro Cárdenas provocó que no sólo aproximadamente 25 mil españoles pudieran migrar a México, sino que esos brillantes intelectuales y científicos, en su mayoría, encontraran en este país espacios para expresarse de una manera extraordinaria dentro de la cultura y la ciencia mexicana.
«Los refugiados se desempeñaron en todas las actividades de la ciencia, la tecnología y las humanidades donde, abundó, ayudaron a crear nuevas instituciones como la Casa de España, hoy llamada El Colegio de México, además de fortalecer a muchas ya existentes, principalmente a la UNAM y el IPN.
Acompañado por la embajadora de España en México, María Cristina Barrios; el presidente del Colmex, Javier Garciadiego, y Cuauhtémoc Cárdenas, hijo del ex presidente Lázaro Cárdenas, Paredes precisó que uno de los legados de esos intelectuales y científicos españoles fue la creación de la revista Ciencia, fundada por Ignacio Bolívar, una de las más importantes en su tiempo, y que años más tarde fue adoptada por la AMC para convertirse en un órgano oficial permanente de difusión de la ciencia.
En su oportunidad, el director general del IPN, Enrique Villa Rivera, destacó que ese éxodo de más de 25 mil españoles a finales de la década de los 30, reforzó los lazos históricos y culturales entre ambas naciones, además de que «sus efectos son visibles hasta nuestros días con la huella indeleble de la labor fecunda de esos hombres, mujeres y niños que cimentaron sus raíces en México y se prolongaron en su descendencia».
Resaltó que la política del General Lázaro Cárdenas del Río permitió ofrecer un espacio seguro, de tolerancia, libertad y trabajo para una élite de científicos, intelectuales, artistas y filósofos españoles que se insertaron a la vida académica de México, aportando sus conocimientos y capacidades a favor de un renacimiento cultural y científico en el país, trabajando junto a una gran generación de brillantes mexicanos.
Esa amalgama de talentos, indicó Villa, rindió frutos rápidamente con la constitución de instituciones como El Colegio de México y el Fondo de Cultura Económica, además de apuntalar a algunas otras instituciones como el IPN, el cual recibió cerca de 60 investigadores formados en las principales universidades europeas.
«La lección histórica del exilio español nos debe dejar la enseñanza de que ningún movimiento de carácter bélico, político, económico, étnico, racial o religioso, justifica la exclusión y la segregación social», sostuvo el titular del IPN.
A su vez, para el ex secretario de Hacienda, Jaime Serra Puche, nieto de dos exiliados españoles, precisó que en la vida de esos emigrantes españoles se pueden distinguir tres etapas: la del destierro, la del refugio y la del exilio.
La del destierro, dijo, es trágica y acompañada del despojo, la pérdida, la derrota y el sufrimiento. La del refugio es cuando obtienen la libertad después de vivir la angustia del destierro y la persecución de un franquismo ilegítimo y despiadado que llenaba a España de muros y rejas.
«La etapa del exilio, la tercera, es una etapa, para aquellos que sobrevivieron el destierro y el refugio, caracterizada por un sentimiento dual. Por un lado, en su vida colectiva, son ‘transterrados’, como los definiera José Gaos, en concordancia con la conocida idea de Miguel de Unamuno de que la ‘patria es la tierra que pisas’. Por otro lado, persisten en su soledad, la pena honda del destierro, que es eterna».
Visiblemente emocionado y con la voz entrecortada, Serra Puche indicó que con España presente en el recuerdo y con México presente en la esperanza, los exiliados ibéricos contribuyeron a la preservación, a la generación y a la difusión del conocimiento en México.
Como parte del homenaje, se presentó el libro Científicos y humanistas del exilio español, donde se abordan las principales aportaciones de destacados españoles en las áreas de filosofía, medicina, arquitectura, antropología, sociología, derecho y cinco disciplinas más.
Ascención Hernández de León Portilla subrayó que «desde ahora es un libro emblemático destinado a enriquecer lo ya logrado y a favorecer la continuidad del pensamiento en el campo de las ciencias y las humanidades, en el campo de las ideas».
Asimismo, destacó la participación de la AMC para convocar a especialistas de la UNAM, IPN, El Colegio de México, el Instituto Nacional de Antropología e Historia, el Consejo Consultivo de Ciencias y la Embajada de España en México para elaborar esta obra.
«Si tuviéramos un estudio donde se calibrara en forma cuantitativa el impacto cualitativo del exilio y su papel como ingrediente sustancial en la conciencia del México contemporáneo, tal realidad justificaría este homenaje de la AMC, 70 años después de la llegada del exilio español», dijo Hernández de León Portilla.
Tomado de la Agencia de Noticias de la Academia Mexicana de Ciencias, con autorización de los editores.
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