Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/142/12
México, D.F., 30 de junio de 2012
Los fenómenos sociales se comprenden mejor si se ven en perspectiva, y para entender al movimiento estudiantil #YoSoy132, los historiadores y sociólogos podríamos realizar aportaciones, sobre todo cuando lo que vemos ahora es la irrupción de grupos que se organizan y funcionan de manera muy distinta a lo que habíamos visto en el siglo veinte, señaló en entrevista Carlos Illades Aguiar, miembro de la Academia Mexicana de Ciencias
En un acercamiento para entender el movimiento que irrumpió en la escena política del país en el marco de la campañas políticas el pasado 11 de mayo, Illades Aguiar sostiene que en la medida en que la transición mexicana está aún inacabada, se puede establecer una relación entre el movimiento del 68 y el #YoSoy132.
Lo que resalta del actual movimiento estudiantil y que revela conexiones con movimientos anteriores, es que el ocurrido en 1968 afirmó las libertades democráticas o luchó por ellas, en tanto que el actual #YoSoy132 se manifiesta para que esa afirmación se haga efectiva, se concrete en medidas particulares, lo que puede destacarse como un vínculo; aunque el especialista advierte que también se observan algunas rupturas en relación con otros movimientos, específicamente con la huelga estudiantil de 1999 en la UNAM.
“El de 1999 fue un movimiento enfáticamente anti-intelectual. Había un rechazo muy grande hacia las conceptualizaciones, hacia la reflexión; mantenía un enfrentamiento muy radical contra la institución. Con el #YoSoy132 no veo ese problema, considero que se ha superado ese aspecto anti-intelectual y lo que busca es que haya mayor participación mediante el debate e intercambio de ideas”.
En una revisión de estos fenómenos, el científico social señala que ha habido cuatro movimientos estudiantiles importantes en México: el del 68, el surgido en 1986-1987, el de la huelga de estudiantes de la UNAM en 1999 y el de #YoSoy132, aunque este, en su opinión, trasciende al de la máxima casa de estudios.
Habrá que señalar por otro lado, que en la transición mexicana que se formaliza con las reformas electorales de 1977, año en que los partidos minoritarios tienen la posibilidad de competir electoralmente, “el movimiento que reclama más fuertemente la democracia es el de 1968 y una de sus consecuencias positivas fue esa”.
“Es importante hacer énfasis en la continuidad de estos movimientos. El movimiento del 1986-1987 (UNAM) que demandaba la gratuidad de la enseñanza tuvo un impacto muy fuerte en la elección de 1988; ese movimiento estudiantil potenció la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas”.
En el actual movimiento estudiantil, continúa el investigador, independientemente del resultado de la elección del próximo domingo 1 de julio, se alteró el clima que había en las elecciones y en las campañas.
“Parecía como si todo marchaba de una manera muy lineal, muy predecible, pero con la aparición del movimiento estudiantil, un actor inesperado, las campañas electorales se volvieron menos anodinas, y al margen de quién gane, aunque el movimiento sea apartidista, sí tuvo impacto en el desarrollo de las campañas políticas, esto lo liga muy directamente con el movimiento de 1986-1987”.
Para el historiador, el movimiento “Somos más de 131” identificado como #YoSoy132, es un movimiento que causó sorpresa, porque antes de su surgimiento se asumía que la juventud contemporánea era sumamente apática, un pensamiento alimentado en buena medida porque los valores de la época en la que vivimos afirman mucho más el individualismo y la escasa cooperación.
“Lo relevante y novedoso es que se agrupan estudiantes de escuelas privadas y públicas y atacan el núcleo de lo que en México es la fuente de la dominación política, los medios masivos de comunicación. Un movimiento que nazca tan directamente tocando ese punto de la dominación política, muestra no sólo un rasgo sumamente avanzado, sino capital, un componente fundamental de la democracia. El hecho de que los jóvenes estudiantes hayan dirigido sus baterías hacia ese objetivo, ayudará al desarrollo de la transición mexicana”.
Por otro lado y sobre la permanencia de este movimiento, el miembro de la Academia Mexicana de Ciencias reconoce que una de las características de los movimientos estudiantiles es que sus integrantes están de paso, lo que lo hace distinto a otros movimientos sociales no estudiantiles, pues por más fuerte que sea no puede estar movilizado permanentemente, porque se va desgastando.
“Vincularse con grupos organizados pero con una agenda propia, tendría la utilidad de que no sólo seguiría impactando sino tendría también más durabilidad, porque como ya dije, ser estudiante y joven es temporal”.
Illades Aguiar concluyó en que al margen del tiempo que pueda mantenerse el movimiento #YoSoy132 en los meses siguientes, tendrá un papel importante como observador, para llamar la atención sobre las políticas públicas y como vigilantes de lo que vaya a ocurrir en distintos campos de la vida del país, puede ser, incluso, que crezca su importancia en los próximos meses, si es que no se disgrega.
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