Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/121/12
México, D.F., 11 de junio de 2012
En México existe una robusta comunidad de científicos, una gran cantidad de investigadores y programas de posgrados, así como una ciencia con características propias consolidada en los últimos 50 años; por el contrario, en el campo de investigación, desarrollo e innovación tecnológica, estamos dentro de los países más atrasados del mundo, señaló Sergio Estrada Orihuela, miembro de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC).
Resaltó que lo que caracteriza al mundo avanzado actual o “países del primer mundo, en buena medida se debe a sus desarrollos tecnológicos propios; por ello “llama la atención cómo es posible que teniendo un desarrollo científico que ha sido tan vigoroso y tan relevante estemos en la cola de los países que llevan a cabo innovaciones tecnológicas propias”, precisó.
Asimismo, hay (en países avanzados) una estrecha relación y vinculación entre la formación de jóvenes que se dirigen a la ciencia y la formación de jóvenes que se dirigen a la innovación tecnológica con características propias y compromisos hechos con el país; en ese sentido, por ejemplo, hace dos años “las universidades chinas pidieron el registro de 35 mil patentes; las norteamericanas de 5 mil; las mexicanas apenas de 70 patentes, de las cuales, sólo 35 fueron otorgadas”.
El doctor Estrada Orihuela, añadió, que es un promedio de 14 patentes al año las que registra la UNAM, ocho la UAM y siete el IPN; y que aunado al bajo número de patentes registradas, del 90 por ciento de esos registros no se transfieren sus resultados a la sociedad: “son poquísimas y de esas poquísimas no hay insumos, productos, servicios o desarrollos que le lleguen a la sociedad en México”.
Hay entonces “una discordancia paradigmática, notable, entre qué tan bien hemos diseñado la estrategia de desarrollo científico y qué tan mal hemos diseñado la estrategia de desarrollo e innovación tecnológica para beneficio de los mexicanos”. Dicha discordancia o contrasentido es también el resultado de por qué México importa el 95 por ciento de la tecnología que utiliza en sus equipos, en su infraestructura tecnológica empresarial, en el desarrollo del campo, la pesca, entre otros espacios.
Por otro lado, la economía en México está fundamentada en la exportación de productos “que no son nuestros”; es decir, en economía “somos los campeones de la maquila”. Exportamos productos que nosotros no innovamos, que son para beneficio de la economía de otras culturas.
“Tenemos que transitar de la época de ‘hecho en México por mexicanos’ al tiempo actual que debe ser: innovado en México por mexicanos, y exportado y consumido en México para el beneficio del mercado interno como para beneficio del mercado de exportación, pero con la participación de la comunidad científica y tecnológica mexicana y de las empresas mexicanas”, puntualizó.
Lo anterior es el marco de referencia desde el cual se busca que diversas instituciones unan sus capacidades para impulsar un Programa nacional de generación simultánea y paralela de innovaciones tecnológicas, patentes y secretos industriales desarrollados mancomunadamente y sinérgicamente entre las universidades y las empresas de las 31 entidades federativas del país.
Entre los objetivos de dicho programa se encuentra el buscar que se eleve la productividad primaria del campo y de los cuerpos de agua del país. Y la consecuente pregunta es ¿dónde debemos de innovar? Más que innovar en donde está la competencia tecnológica muy aguda a nivel mundial vamos a innovar en aquellas áreas en las que pueda elevarse la economía y el bienestar de la población de nuestro país, enfatizó.
En el campo y los cuerpos de agua, por ejemplo, se siguen utilizando tecnologías de hace 300 años como el arado: “los campesinos lo único que reciben del gobierno son préstamos, fertilizantes o tenencia de la tierra”, dijo, bajo este panorama y si se continúa utilizando técnicas ancestrales “¿cómo queremos elevar la productividad del campo y los cuerpos de agua del país?”, cuestionó.
Existe ya un antecedente de este programa, nació en la UNAM y se llevó a cabo durante la administración del doctor Juan Ramón De la Fuente; uno de los resultado del mismo fue que “de entonces a la fecha, 90 empresas mexicanas en enlace con universidades han generado innovaciones tecnológicas de elevada relevancia pública”.
El ejercicio anterior demuestra que “si se tiene un método de trabajo entre universidades y empresas y cada quien hace la parte que le toca en el diseño y en el desarrollo de una innovación tecnológica, los resultados van a ser innovaciones de beneficio a la sociedad en el país”, destacó Estrada Orihuela.
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