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Un país con alta actividad sísmica como México debe estar siempre atento

Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/190/17
Ciudad de México, 8 de septiembre de 2017

  • El gran terremoto que se espera y del que se comenta desde hace tiempo que debe ocurrir, tendría su epicentro en las costas de Guerrero, y no en las del golfo de Tehuantepec, se trata de otro sismo.
  • Los especialistas confirman que aún no se puede predecir cuándo, dónde, qué magnitud y de qué tipo ocurrirá un sismo, por lo que la recomendación a la población es estar atenta.
  • El director del Instituto de Geofísica de la UNAM hace un llamado al Congreso para reforzar el presupuesto destinado al monitoreo de este tipo de fenómenos.
  • Los códigos de construcción deben implementarse en todo el país, recomiendan.
Un sismo de 8.2 en la escala de Richter sacudió parte del territorio mexicano la noche del jueves 7 de septiembre de 2017. El epicentro se registró frente a las costas del estado de Chiapas, informó el SSN.
Un sismo de 8.2 en la escala de Richter sacudió parte del territorio mexicano la noche del jueves 7 de septiembre de 2017. El epicentro se registró frente a las costas del estado de Chiapas, informó el SSN.
Foto: tomada de http://www.xeu.com.mx.
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El sismo que se sintió la noche del jueves pasado en parte del territorio mexicano tuvo, al menos en la Ciudad de México, la tercera o quinta parte de intensidad de lo que se percibió en el terremoto de 1985, precisaron expertos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), a partir de las mediciones que obtuvieron en la estación de Ciudad Universitaria. Asimismo, confirmaron la presencia de un tsunami frente a las costas de Chiapas en la frontera con Guatemala minutos después del sismo con olas de dos y tres metros.

Xyoli Pérez Campos, del Servicio Sismológico Nacional (SSN) informó que el movimiento telúrico registrado a las 23:49 horas con una magnitud de 8.2, se localizó en el mar aproximadamente a 133 kilómetros al suroeste de Tijijiapa, Chiapas, a 58 kilómetros de profundidad.

Hasta las 10:15 de la mañana de este viernes el SSN había registrado 266 réplicas, de las cuales, 13 tuvieron magnitudes de 5 y la mayor de 6.1, la cual ocurrió 28 minutos después del sismo principal. El tiempo que tardó en sentirse el movimiento desde el epicentro a hasta la Ciudad de México fue de 135 segundos.

En conferencia de prensa en el auditorio Tlayolotl, en Ciudad Universitaria, los expertos en el tema comunicaron que en los estados de Oaxaca y Chiapas se sintió el sismo con mayor intensidad. “Es posible que se sigan teniendo réplicas y que pueden llegar a magnitudes de 7, sin embargo, no sabemos ni cuándo ni de qué magnitud podrían ser, por eso la recomendación es estar atentos”, recomendó Pérez Campos.

Sobre las supuestas luces vistas en diferentes puntos del país durante el sismo, la investigadora aseguró que no hay explicación y que no están relacionadas con el movimiento telúrico, como tampoco lo está el ultimo misil lanzado por Corea del Norte el pasado 29 de agosto: “Es un evento que ocurrió al otro lado del mundo, que no tiene ni la magnitud ni la energía suficiente para provocar sismos en este lado”, del planeta.

Según Pérez Campos, el gran sismo que se ha comentado por varios años que ocurrirá no fue el del jueves 7 de septiembre. El movimiento que se espera, que sería de magnitud 8, corresponde a la zona de las costas de Guerrero de una zona conocida como el GAP de Guerrero, una brecha sísmica ubicada en el océano Pacífico mexicano que tiene una extensión de 230 kilómetros.

La jefa del SSN añadió que un sismo con epicentro en la zona GAP de Guerrero tardaría en sentirse en la Ciudad de México menos de 80 segundos, pues se requiere tiempo para que se procese la información y se active la alerta sísmica.

La especialista apuntó que se cuenta con registro instrumental sísmico a partir de 1910, año en el que se fundó el Sistema Sismológico Nacional, desde entonces los terremotos más fuertes que se han tenido han sido los de 1932, en las costas de Jalisco y Colima con una magnitud de 8.2 y el de 8.1 de 1985. “Hacia atrás no tenemos registros instrumentales, pero sí hay evidencias que ocurrió un sismo en las costas de Oaxaca y Guerrero con una magnitud entre 8.4 y 8.6, en 1787”.

Pérez Campos agregó que hubo registro de un sismo de magnitud 8 con un mecanismo y localización similar al de la noche anterior, el cual ocurrió el 15 de enero de 1931, y en la misma zona otro más en 1999 de 7.1.

Las diferencias entre los sismos de 1985 y 2017
La experta precisó que hay dos características importantes entre el sismo del jueves y el ocurrido en 1985. La primera es la localización, el más reciente se localizó al suroeste de Tijijiapa, Chiapas, a más de 650 kilómetros; mientras que el de hace tres décadas tuvo su epicentro en las costas de Guerrero y Michoacán a no más de 400 kilómetros de la ciudad. Técnicamente fueron dos tipos de movimientos diferentes.

“No podemos saber cuándo va a haber un sismo, lo que hay que tomar en cuenta es que México es un país altamente sísmico, por lo que podemos tener no sólo una réplica sino otro sismo en cualquier momento, por eso la población debe estar consciente, en un país sísmico no podemos bajar la guardia”, recalcó Xyoli Pérez.

Cómo ocurrió el evento geofísico
El movimiento fue ocasionado por la subducción de la Placa de Cocos: “Tuvimos a la placa de Cocos metiéndose por debajo de la placa de Norteámerica. Esto es parte del contexto tectónico del país, que es afectado por la interacción de cinco placas”, describió.

Recordó que México es un país sísmicamente activo y prueba de ello son los 15 mil 400 sismos que registró el SSN en 2016. Además, Pérez Campos informó que al no tener monitoreado todo el país, existe una colaboración de la sociedad para contestar encuestas de percepción, para saber y conocer cómo sintieron las personas el sismo y las afectaciones que observaron a su alrededor, estas encuestas llegarán próximamente a la Universidad Autónoma de Nuevo León para generar un mapa de intensidades macrosísmicas, y así tener más información de lo que la población percibió del movimiento.

Comentó que hasta ahora no han recibido respuesta a la encuesta de la zona del epicentro, “seguramente porque no ha sido posible tener comunicación en internet”.

Más datos
Leonardo Ramírez Guzmán, jefe de la Unidad Sismológica del Instituto de Ingeniería de la UNAM, indicó que se cuenta con una red de unas 160 estaciones de las cuales se obtiene información que sirve para determinar la magnitud, el tamaño y la ubicación del sismo, pero también para generar estimaciones de pérdidas causadas por el movimiento del terreno.

“Para este sismo las estimaciones iniciales indicaron que 50 millones de personas estuvieron expuestas al sismo, es decir, que lo sintieron, y aproximadamente 37 o 38 millones lo percibieron de manera moderada a fuerte”, detalló el investigador.

Ramírez Guzmán sostuvo que el sismo con epicentro en las costas chiapanecas tuvo niveles de intensidad, al menos en la capital del país, de una tercera o una quinta parte de lo que se observó en 1985, por eso, “hay que ser cuidadosos con las aseveraciones del desempeño que tuvieron nuestras estructuras, no fue un sismo del que se esperara, en la Ciudad de México, que ocasionara daños”. Explicó que esta proporción se refiere a los niveles medidos de aceleración, no a la magnitud del evento, que es la energía liberada.

Un sismo con tsunami
En conferencia de prensa, Jorge Zavala Hidalgo, jefe del Servicio Mareográfico, señaló que a causa del sismo sí se registró un tsunami de “relativa importancia” que alcanzó hasta tres metros en unos sitios y en otros dos metros, (las zonas afectadas fueron Puerto Chiapas, Salina Cruz, Huatulco y Acapulco). “Asociado a este sismo el riesgo de tsunami ya es mucho menor, pero de presentarse replicas, aunque fueran menores, quizá se siga produciendo oleaje fuerte por las oscilaciones que ya están presentes”.

Hugo Delgado, director del Instituto de Geofísica de la UNAM, señaló que “debido a la enorme responsabilidad” que tiene la UNAM para ofrecer este tipo de servicios de monitoreo para beneficio de la población, y poder mantener las redes, se necesitan presupuestos para ampliarlas, operarlas y mantenerlas. “Requerimos un apoyo importante para tener la capacidad en términos de recursos humanos para dar atención y procesar la información y esta llegue lo más rápido posible. Por ello, hacemos un llamado al Congreso de la Unión para obtener este apoyo y fortalecer los servicios geofísicos que opera la UNAM”.

En su oportunidad, Luis Álvarez Icaza, director del Instituto de Ingeniería de la UNAM, añadió que lo que se aprende de este tipo de fenómenos es que hace falta adecuar los códigos de construcción en los estados, lo que es una tarea pendiente.

Elizabeth Ruiz Jaimes.

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