Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/016/19
Ciudad de México, 24 de enero de 2019
Alejandro Ádem Díaz de León, profesor-investigador en la Universidad de Columbia Británica, en Vancouver, Canadá, encontró la belleza en las matemáticas al darse cuenta de que si entendía un concepto no había necesidad de memorizarlo. Aunque le gustaban otras materias como la biología y la historia, al momento de elegir una carrera profesional se decidió por las matemáticas.
“Se me hizo adecuado con mi personalidad, y como tenía el ejemplo de mi padre Julián y de mi tío José era lo más natural estudiar matemáticas”, dijo en entrevista para la Academia Mexicana de Ciencias (AMC) Ádem Díaz de León, hijo de Julián Ádem Chahín, ingeniero civil y estudioso de las matemáticas aplicadas, autor del modelo termodinámico del clima; y de Martha Díaz de León, humanista, profesora de filosofía y letras, y sobrino del matemático José Ádem Chahín, todos importantes formadores de estudiantes e impulsores de la ciencia en México.
Gracias a su dedicación y pasión por las matemáticas, tuvo la oportunidad de estudiar el doctorado en el Departamento de Matemáticas de la Universidad de Princeton, Estados Unidos, obteniendo el grado en 1986. “Era intimidante estar ahí porque era de los mejores lugares en matemáticas en el mundo. Los estudiantes eran brillantes, el sistema muy flexible, no había exámenes escritos, los cursos no tenían calificaciones, todo eran ideas y contribuciones a las matemáticas. El ambiente era ideal para la creatividad, con profesores accesibles quienes lo trataban a uno como futuro colega”.
Desde sus estudios doctorales, Alejandro Ádem ha vivido en el extranjero, pero con la idea en mente de contribuir a distancia al avance de las matemáticas en México. En ese sentido, ha recibido a cinco estudiantes doctorales mexicanos y uno español, así como postdoctores que al concluir se han logrado incorporar a alguna universidad o centro de investigación en nuestro país. También visita varias veces al año su tierra natal para impartir conferencias, asistir a seminarios y reuniones, tratando de involucrarse y apoyar en lo posible a la comunidad mexicana.
Como director desde 2015 de la organización canadiense Mathematics of Information Technology and Complex Systems (Mitacs), el miembro correspondiente de la AMC ha trabajado en la vinculación entre empresas y academia, un proyecto que consideró ha sido muy satisfactorio al ver cómo las grandes ideas que se desarrollan en las universidades pueden verse cristalizadas en una empresa.
“Estudiantes de maestría y doctorado entran a una compañía u organización no gubernamental a trabajar en un proyecto que tenga algún impacto económico o beneficio para la sociedad. Si le gusta puede continuar o buscar otras opciones. Les proporcionamos educación experiencial”, el investigador señaló que el apoyo consiste en una beca de cuatro meses, logrando en muchos casos que se incorporen a la planta laboral de las compañías.
El egresado de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México, generación 1979-1982, y exbecario del Instituto de Matemáticas, percibe del país —con la ventaja de vivir en el extranjero desde hace más de 30 años— “un progreso espectacular en la calidad de la investigación en las distintas áreas del conocimiento, pero hace falta mucho más, quisiéramos que la inversión en el porcentaje del producto interno bruto subiera más allá de 1%”.
Ádem Díaz de León insistió en que hay países en los que la ciencia ha detonado su desarrollo como en Corea del Sur. Añadió que apoyar a la ciencia, tecnología e innovación repercute en el bienestar de la población porque se crean trabajos, “no es accidente ni capricho, eso incluye apoyar la investigación pura o básica porque las ideas tienen consecuencias y tienen su valor”.
Quien fuera profesor asistente en la Universidad de Stanford primero y después en la Universidad de Wisconsin-Madison, consideró que México tiene muchos retos, y en ese sentido “hay que ser pacientes, pero siempre insistir y reconocer lo que se ha hecho”. Varios colegas le han hablado de incipientes proyectos de vinculación entre academia y empresas en México y sobre esto Ádem Díaz de León opinó que quizá el mayor obstáculo para lograr avances a gran escala es convencer al sector industrial del valor de la investigación y desarrollo.
“En Canadá también nos tomó mucho tiempo convencer a empresarios, sobre todo de compañías pequeñas, a que se suscribieran. Es un proceso diferente en cada país, pero es casi inevitable que ocurra esa transferencia, solo hay que incentivarlo a través de políticas públicas y estímulos fiscales. México tiene que desarrollar un modelo propio que le permita atraer a empresarios y académicos”.
El experto en topología algebraica explicó que en Canadá han anunciado cinco grandes programas denominados “súpercluster” y estarán ubicados en diferentes regiones del país, consisten en organizaciones que conjuntan a gran escala a empresas y académicos para promover tecnologías, impulsar compañías, crear industrias canadienses para distintos sectores que puedan competir en la economía del futuro. “Es un plan muy ambicioso, pero si nos comparamos con China, que está construyendo 100 súpercluster, quedamos aún con mucho trabajo por hacer”.
Luz Olivia Badillo.
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