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SE UNE LA AMC A LOS FESTEJOS DEL CENTRO DE CIENCIAS DE SINALOA

Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/317/12
México, D.F., 5 de diciembre de 2012

  • La institución promotora del conocimiento científico celebra su 20 aniversario. Ha recibido a más de 8 millones de personas
  • José Franco impartió la conferencia inaugural y expresó su interés en reforzar los vínculos entre ambas instituciones a través de sus programas educativos
Durante la conferencia inaugural, el doctor José Franco, presidente de la AMC, rechazó la visión apocalíptica que se atribuye a los mayas.
Durante la conferencia inaugural, el doctor José Franco, presidente de la AMC, rechazó la visión apocalíptica que se atribuye a los mayas.
Foto: CCS.

El Centro de Ciencias de Sinaloa (CCS) está de fiesta. Este año cumple dos décadas de, apoyar los procesos educativos, colaborar con los sectores productivos de la región y acercar a los niños y jóvenes a la ciencia y la tecnología.

El presidente de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), José Franco, se unió a la celebración con la charla “La ciencia y la civilización”, que ofreció en el auditorio Fausto Burgueño Lomelí del CCS ante un nutrido grupo de asistentes, en su mayoría jóvenes. Con ello inauguró el ciclo de conferencias de divulgación de la ciencia y las mesas de análisis que culminarán el próximo 14 de diciembre, en las que participará también el expresidente de la AMC, Octavio Paredes López.

“El conocimiento que tuvieron nuestras culturas prehispánicas fue muy profundo y uno de los más completos de su época”, dijo Franco en su ponencia; nuestros antepasados tenían bien descritos los ciclos del Sol y la Luna; sabían, incluso mejor que los europeos, los ciclos de Venus, Marte, Júpiter y Saturno; podían predecir eclipses y desarrollaron instrumentos de precisión para estudiar el movimiento los cuerpos celestes.

De hecho, “México tiene una tradición de más de 3 mil 500 años de conocimiento del cielo”, la cual comenzó con la Cultura Olmeca –la más antigua de Mesoamérica de la que tenemos vestigios- continuó con la Mixteca, Zapoteca, Teotihuacana, Maya y Azteca, y fue la base para su desarrollo.

Esto se refleja, por ejemplo, en los dos principales calendarios que rigieron la vida de sus sociedades: el solar, que duraba 365 días, y el lunar o sagrado de 260 días. Estos corrían al mismo tiempo y cuando se empataban, cada 52 años, ocurría el “Fuego Nuevo”, un ritual que simbolizaba la muerte y renacimiento del Universo, abundó Franco. Dichos ciclos pueden observarse en las diferentes capas de construcción de los restos arqueológicos.

Nuestros antepasados prehispánicos desarrollaron una visión particular del espacio y del tiempo, enfatizó Franco; estos estaban regidos por el conocimiento del cielo y se les concebía llenos de ciclos y en continuo cambio. En contraste, para los europeos estos dos elementos estaban regidos por la religión, ellos “creían que el espacio era perfecto e inmutable, que el tiempo era lineal pues iniciaba con el génesis y terminaba con el apocalipsis”.

El doctor Franco invitó a los jóvenes a valorar todo este conocimiento ancestral y a no creer en las supuestas profecías cataclísmicas que algunos esperan el próximo 21 de diciembre, término del calendario largo de los mayas: “Los mayas jamás predijeron ningún apocalipsis, este es un concepto cristiano ajeno a las culturas nativas de nuestro país”, y bromeó: “despreocúpense, no se va a acabar el mundo”.

Celebración y renovación

Al término de su plática, el doctor Franco recorrió el museo y expresó su interés en reforzar los vínculos entre el CCS y la Academia Mexicana de Ciencias a través de sus diferentes actividades educativos, pues por ahora, el Programa Adopta un Talento (PAUTA) es el único lazo de unión sólido.

De acuerdo con Rocío Labastida Gómez de la Torre, actual directora del centro, el impacto que este ha tenido en la población de Culiacán es enorme, pues ha recibido a más de ocho millones de visitantes en sus dos décadas de existencia, principalmente jóvenes. En este tiempo “hemos fomentado la formación de vocaciones científicas, promovido la divulgación de la ciencia y, sobre todo, hemos hecho una alianza muy importante entre educación y ciencia”, aseguró.

Una característica distintiva del CCS respecto a otros centros y museos, explicó el secretario técnico del mismo, José María Conde, son los cuatro talleres y los trece laboratorios que ofrece a un amplio público: alumnos de distintos niveles escolares, maestros, empresas, productores y público en general. Ahí se realizan prácticas para reforzar lo aprendido en el aula, capacitaciones para mejorar la enseñanza de las ciencias y asesorías para mejorar las actividades productivas de la región.

Conde comentó que desde su nacimiento, en junio de 1992, el CCS se ha constituido como un centro innovador e integrador de muchísimas actividades. Por ejemplo, fue el primer nodo de internet de todo el estado; es sede y organizador del Congreso Estatal Infantil y Juvenil de Microbiología y Geografía (hasta ahora únicos en el país); de las Olimpiadas Nacionales de matemáticas, física y biología; así como del diplomado de actualización de matemáticas para profesores.

El CCS está festejando su aniversario con cambios. De acuerdo con Labastida Gómez, se está actualizando al personal con cursos de capacitación y se está trabajando en el análisis del concepto “centro de ciencias”, con el cual funciona la institución, para crear un modelo teórico y práctico que pueda ser replicado en otros estados de la República.

También se está buscando financiamiento para dar una nueva apariencia al Centro, “queremos hacer una renovación total, mejorar las instalaciones y los equipos, ya empezamos con algunas mejoras de la infraestructura, para poder llevar a cabo nuestras actividades”.

La celebración también incluirá diversos concursos, exposiciones de dibujos y fotografías, una miniferia de las ciencias, proyecciones de películas, así como funciones y talleres en el Planetario, algunas de ellas disponibles al público hasta el 20 de diciembre.

Alejandra Monsiváis Molina

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