Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/101/11
México, D.F., 5 de mayo de 2011
Establecer un intercambio de miradas entre los actores y las cámaras, e insistir en la presencia de las masas en la Revolución Mexicana, es la propuesta que hace original el filme La Historia en la mirada (México, 2010), película nominada al 53 Premio Ariel de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas, en la categoría de Largometraje Documental, consideró el investigador Carlos Martínez Assad, responsable de la investigación, restauración y guión inicial del filme.
Esta historia que cuenta Martínez Assad fue posible gracias al rescate de imágenes guardadas en la Filmoteca de la UNAM, que en el marco del centenario de la Revolución, vieron nuevamente la luz para contar hechos importantes ocurridos en la historia nuestro país. Estas imágenes fueron realizadas por diferentes cinematógrafos en la primera década del siglo XX, principalmente por los hermanos Alva.
“Estamos contentos por la nominación, eso es algo muy positivo para mí como investigador, para la historia de México, porque estamos muy poco acostumbrados a ver películas históricas, y desde luego para la UNAM, que resguarda esos materiales y permite a sus investigadores, como yo, realizar este tipo de productos”, dijo con buen ánimo el miembro de la Academia Mexicana de Ciencias.
Las imágenes –agregó- también son documentos que se pueden tomar en cuenta cuando se quiere reconstruir la historia o reafirmar un hecho social. Desde hace dos años comencé a investigar las imágenes que existían para poder ir estableciendo un relato fílmico de la Revolución Mexicana que resultara ameno y una historia de ser susceptible de ser contada a un público amplio”, añadió.
El investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM explicó que el desafío del trabajo que realizó en esta película que dirigió y produjo José Ramón Mikelajáuregui, radicó en darle estructura y coherencia a la historia para que los espectadores pudieran conocer hechos de la Revolución Mexicana en diferentes pasajes.
Sobre estas imágenes resaltó que los cineastas iniciales filmaban para noticieros, las secuencias fílmicas tenía función informativa porque se iba al campo de batalla para luego exhibir en las salas de cine y que la gente viera el campo y conocería a los héroes y los lugares, pues ver a través de imágenes Zacatecas o Torreón atraía mucho al público.
Martínez Assad puso como ejemplo que la Batalla de Ciudad Juárez ocurrida entre el 8 y 10 de mayo de 1910 para el 20 de mayo ya se exhibía en las salas de cine de forma directa, sin ningún proceso de tipo narrativo, simplemente lo filmado, “y esto es interesante porque la Revolución Mexicana y el cine mexicano nacieron al mismo tiempo”.
Consideró que la parte más difícil de este trabajo fue la búsqueda de imágenes y darles secuencia, porque “en un archivo de ese tipo se encuentra uno con distintas imágenes de Francisco Villa en 1917, en 1911 y 1922, entonces había que darle coherencia y contar lo que cronológicamente sucedió. Cuando se tiene enfrente un trabajo como este lo difícil es cortar el tiempo, por eso se dificulta la investigación, porque una vez que ya se entendió la lógica a una serie de secuencias hay que continuar investigando, por lo que el trabajo se hace demandante”.
Martínez Assad sostuvo que lo importante de este filme es que pese al número de documentales que existen sobre la Revolución Mexicana, La Historia en la mirada resulta original por dos aspectos:
“Primero porque propuse un intercambio de miradas donde se seleccionaron secuencias en la que los actores establecían un diálogo con las cámaras, un objeto que entonces llamó mucho la atención entre la población y que cargaban personas que no pertenecían a su grupo. La otra fue insistir en la presencia de las masas en la Revolución Mexicana, el pueblo fue el que hizo la Revolución, y no como nos tienen acostumbrados a mostrarnos principalmente a los héroes que ya sabemos que estuvieron, pero esos héroes sin esa base de apoyo social no serían nada”.
El científico social subrayó que su intención fue insistir en darle lugar a los personajes anónimos y a su conjunto, “esa masas que acompañaron a Madero, que festejaron la partida de Díaz, que se acercaron a los desfiles de Villa y Zapata en la Ciudad de México o a los desfiles de Obregón y Carranza”.
Dijo que la historia que se presenta en la película “se cuenta como yo quería: comienza con la reunión entre Porfirio Díaz y William Taft, la primera vez que se encuentran los presidentes de Estados Unidos y México –16 de octubre de 1909 en El Paso, Texas, y Ciudad Juárez, Chihuahua– y culmina con la Constitución de 1917. Son 10 años convulsos para México, donde aparecen y desaparecen movimientos, periodo en que se va gestando una idea de nación, una idea de unidad que era fundamental para los grupos revolucionarios, y en esa medida tengo satisfacción, que esos 10 años resulten tan atractivos como importantes lo fueron”.
Carlos Martínez Assad agregó que ganarse la atención del público no es fácil porque se compite con otros documentales y con el cine de ficción estadounidense “al que el ojo y el oído de los mexicanos, sobre todo de los jóvenes, están muy acostumbrados”.
Nuevo libro en puerta y nueva película histórica
El académico indicó que con la Filmoteca de la UNAM se planea llevar el mismo ejercicio científico a los años entre 1917 y 1928, la época de la postrevolución, cuando se sientan las bases del sistema político mexicano.
“Encontré mucho material al respecto, probablemente se pueda llegar a hacer, habría que darse tiempo porque son tareas arduas, pesadas. Tomo fuerza, mientras cumplo con otros compromisos en medio de libros, artículos científicos, cursos, alumnos, tesis”.
El prolífico autor reflexionó en que los procesos históricos mexicanos son complejos todos, porque hay mucha traición y muerte. “Pongo un ejemplo: La próxima película tendría que culminar con una imagen en el Monumento a la Revolución, donde están enterrados Venustiano Carranza, que fue mandado asesinar por Álvaro Obregón, éste fue asesinado por León Toral o por la Iglesia católica; Plutarco Elías Calles murió por enfermedad pero fue exiliado, se le consiguió el perdón muy poco antes de morir, pero él mandó asesinar a Francisco Villa, y éste también está ahí; y por otro lado está Madero, es terrible la época, de una mortandad extraordinaria. Solamente Calles y Cárdenas son los únicos –aun cuando Cárdenas expulsó a Calles- que no murieron asesinados, todos los demás sí, entonces se habla de mucha violencia y de todo lo que trajo la Revolución”.
El libro que publicará Martínez Assad en otoño próximo aborda los últimos 10 años del mundo, “¿qué pasó en ese tiempo? . . . es absolutamente demencial, porque es casi imposible la empresa de hacer un diagnóstico sobre lo acontecido en la primera década del siglo XXI”, concluyó.
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