Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/221/13
México, D.F., 15 de junio de 2013
Quien haya visto alguna película de época, es muy probable que haya quedado impactado por las maravillosas y detalladas reconstrucciones históricas de los ambientes y las formas de vida de las pasadas civilizaciones que aparecen en los filmes. En gran medida, esto ha sido posible gracias al desarrollo de las nuevas tecnologías de la información.
La arquitectura y la conservación del patrimonio cultural edificado también se han beneficiado de dichas herramientas pues han logrado materializar sus figuraciones hipotéticas de los ambientes construidos del pasado con un alto grado de realismo.
No obstante, muchas de estas reconstrucciones carecen de las herramientas necesarias para evaluar la confiabilidad de las imágenes que utilizan o la procedencia de las fuentes de información que respaldan dichas imágenes, aseguró Antonio Rodríguez Alcalá, uno de los cuatro ganadores del Premio de la Academia Mexicana de Ciencias a las mejores tesis de doctorado en Ciencias Sociales y Humanidades 2012.
Es común que las reconstrucciones históricas, particularmente las virtuales, se presenten como un proceso acabado en el que no hay mucho lugar a dudas sobre las hipótesis con las cuales fueron elaboradas. Sin embargo, “el espectador debería tener la oportunidad de evaluar por sí mismo las imágenes de síntesis que observa, así como de saber qué partes de la reconstrucción son dudosas o si existen interpretaciones alternativas”, comentó el arquitecto.
En los últimos años, varias instancias internacionales, como la Sociedad Arqueológica Virtual Española han redactado una serie de documentos que definen los principios para el uso de los métodos y de los resultados de la visualización computarizada en el campo de la investigación y la divulgación del patrimonio cultural.
Estos documentos, dijo Rodríguez Alcalá, señalan que las reconstrucciones tienen que mostrar todas las alternativas posibles, pero nadie lo ha acatado hasta ahora. “Hasta donde sé, el proyecto de investigación que llevé a cabo es el primer caso a nivel mundial en que se están tomando en serio esas indicaciones”.
En su tesis, titulada: La Reconstrucción Histórica Virtual de la Plaza Mayor de Mérida, Yucatán. Siglos XVI-XVIII. Una aproximación al Patrimonio Cultural Urbano-Arquitectónico por medio de las Herramientas de Computación Visual, el autor propuso una metodología para articular las secuencias de acciones necesarias durante la elaboración de un proyecto de reconstrucción histórica virtual, sin importar su ubicación, género o época, que mostrara lo más honestamente posible el grado de conocimiento que se tiene sobre los objetos arquitectónicos.
“A mi tutora y a mí nos interesaba hacer reconstrucciones más de corte académico que presentaran los resultados con un correcto lenguaje gráfico”, comentó Antonio Rodríguez, que tomó como caso de estudio la Plaza Mayor de la ciudad de Mérida y sus ocho manzanas circundantes, pero aseguró que dicha metodología puede ser aplicada en otros ámbitos, incluso arqueológicos y urbanos pues no se contrapone con otros métodos de adquisición de datos.
El premiado sostuvo que la aportación principal de su propuesta reside en que es muy específica en los procedimientos que se deben seguir y en que caracteriza las modalidades de la reconstrucción, es decir, se establece una graduación según sea la relación con las evidencias o los vestigios físicos remanentes de los casos estudiados.
Por ejemplo, en una reconstrucción en la que solo se debe subsanar gráficamente un deterioro debido a un aplanado o una reparación hecha al edificio existente hay más cercanía con los vestigios que cuando en la reconstrucción se hacen analogías tipológicas porque el edificio ya no existe.
A partir de la metodología propuesta, el autor diseñó una serie de símbolos que acompañan cada imagen reconstruida y que representan la procedencia de las fuentes historiográficas, la modalidad de la reconstrucción, qué tipo de documento se trata (si es foto, plano, texto, entre otros). Incluso hacen referencia a una página del documento en extenso para que los interesados puedan consultar mayor información.
Una de las mayores satisfacciones de Rodríguez Alcalá al terminar su tesis fue darse cuenta de los cambios que había sufrido el sitio de estudio. “Se calcula que hemos perdido la mitad de nuestro patrimonio en el centro histórico de Mérida, por lo tanto espero que mi trabajo contribuya a la memoria de los que vivimos en esta ciudad histórica, y en otras ciudades históricas, y que nos recuerden lo que hemos perdido.”
La Academia Mexicana de Ciencias entregará un diploma y un premio económico de 25 mil pesos a Antonio Rodríguez Alcalá en una ceremonia a celebrarse el día 20 de junio en sus instalaciones.
Alejandra Monsiváis Molina
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