Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/54/07
México, D.F., martes 4 de septiembre de 2007
La operación del sistema de nueve pozos para el abastecimiento de agua potable en la zona conocida como Peñón del Marqués o Peñón Viejo, en los límites orientales de la Ciudad de México, ha ocasionado una deformación vertical del terreno de entre 6 y 8 metros durante los últimos 40 años, según un estudio llevado a cabo por científicos de la UNAM.
En esa zona, se identificaron sistemas de fracturas que se integraron en un Sistema de Información Geográfica, el cual permite incorporar calles, infraestructura urbana y geología de tal manera que se pueden visualizar las casas afectadas por agrietamientos y realizar análisis de riesgo, señala Marcos Adrián Ortega Guerrero, investigador del Centro de Geociencias de la UNAM.
Desde 2006 en un artículo científico publicado en la Revista Mexicana de Ciencias Geológicas, se muestra, a través de simulaciones matemáticas, que de continuarse con los actuales canales de bombeo la deformación vertical del terreno será cercana a los 10 metros para el año 2025.
Este proyecto, que evalúa el comportamiento hidráulico y las propiedades geomecánicas del acuífero, forma parte de la lista de cien casos de éxito de la ciencia mexicana elaborado por la Academia Mexicana de Ciencias y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología.
En su primera etapa, el estudio seleccionó un área de explotación intensiva de agua subterránea, donde los fenómenos de hundimientos y fractura son críticos. Este sitio fue el Peñón del Marqués, localizado al noreste de la Delegación Iztapalapa.
Lo novedoso de este proyecto de investigación es que se analizan de manera conjunta el comportamiento hidráulico y las propiedades geomecánicas del acuífero, mientras que tradicionalmente se estudian por separado. El proceso de propiedades mecánicas del suelo es estudiado por ingenieros civiles mientras que el proceso de flujo del agua subterránea es analizado por hidrogeólogos.
Durante la investigación se realizaron recorridos detallados de la zona de estudio para identificar y describir las características, así como medir los desplazamientos verticales y horizontales de las diferentes fracturas existentes.
Ortega Guerrero, explicó, que las deformaciones en el terreno pueden ser verticales llamadas hundimientos, y las horizontales, conocidas como agrietamientos. En ambos casos, éstas se traducen en daño a la infraestructura urbana y a la propiedad privada; así como en riesgos para los habitantes de la zona por la caída de casas y edificios en caso de algún sismo.
La contaminación del acuífero es otro riesgo ocasionado por la fractura del terreno, si se llegaran a romper las tuberías de drenaje de aguas negras o de ductos de gas o gasolina.
Los resultados de las predicciones han permitido a los investigadores advertir los riesgos que acarrea el ritmo actual de explotación del acuífero, sin embargo, los especialistas proponen instalar instrumentos electrónicos para seguir con más detalle las deformaciones tridimensionales del terreno.
La primera etapa de esta investigación concluyó en el año 2000. Posteriormente se iniciaron investigaciones en toda la zona metropolitana, como parte de la segunda fase.
Actualmente, los investigadores están actualizando la información de las fracturas de Iztapalapa, particularmente a raíz de los hechos del mes de junio, donde un automóvil cayó más de 20 metros en una grieta.
Adicionalmente se están realizando diversos trabajos en la Delegación Tláhuac y Valle de Chalco, donde existen problemas de hundimiento y fracturas, pero sobre todo, de inundaciones.
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