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Perturbación de ecosistemas ha provocado aumento de enfermedades infecciosas

Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/050/20
Ciudad de México, 21 de abril de 2020

  • El ser humano ha impactado de manera muy profunda en el planeta, la pérdida y fragmentación de ecosistemas ha ocasionado, entre otras cosas, un incremento de enfermedades infecciosas.

José Sarukhán Kermez, miembro de El Colegio Nacional y ex presidente de la Academia Mexicana de Ciencias.

José Sarukhán Kermez, miembro de El Colegio Nacional y ex presidente de la Academia Mexicana de Ciencias.
Fotografía: El Colegio Nacional.

Hay una relación muy estrecha entre la salud de los ecosistemas y el bienestar humano. En 75% de las enfermedades infecciosas el patógeno que las genera ha vivido en otra especie previa a la humana, dichas especies han sido parte integral de los ecosistemas por cientos de años, pero cuando el ser humano interviene en su transformación, al destruir algún componente o al fragmentarlo, se generan desequilibrios fuertes.

“Tenemos ya una epidemia de epidemias, es decir, han ido creciendo seriamente en los últimos cien años y cada vez estamos teniendo más estos problemas de enfermedades infecciosas”, destacó el doctor José Sarukhán Kermez, investigador emérito del Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México.

El Homo sapiens tiene 300 mil años de existir como especie, pero en los últimos 250 años, es cuando más ha transformado el planeta, con efectos muy dañinos, con la sobrepoblación, con el aumento del contenido atmosférico de dióxido de carbono, como resultado del uso de combustibles; la conversión del uso de suelo para la producción de alimentos; el crecimiento del producto interno bruto que ha provocado una mayor capacidad de consumo de la gente; el incremento de las temperaturas así como la pérdida y extinción de especies, explicó el ecólogo.

Añadió que el hallazgo de una pulga encapsulada en ámbar, con una antigüedad de 20 millones de años, es ejemplo de la convivencia entre patógenos y hospederos, en su cuerpo se encontró a la bacteria Yersinia pestis, causante de la peste bubónica. “Mucho antes de la existencia de nuestra especie en este planeta, estos organismos ya formaban parte de la naturaleza, pero la perturbación de sus sistemas los ha desequilibrado y nosotros nos hemos vuelto susceptibles a que estos organismos nos afecten”.

En la Edad Media hubo al menos dos brotes de peste bubónica que ocasionaron la muerte de hasta el 60% de la población europea. Al tener poca higiene en sus hogares, había ratas portadoras de pulgas que a su vez tenían inoculada a la Yersinia pestis, las personas eran picadas por las pulgas y contraían la peste.

Asimismo, la enfermedad COVID-19, causada por el virus SARS-CoV-2, también es el resultado de la actividad humana, de acuerdo con el ex presidente de la Academia Mexicana de Ciencias, “hay una relación muy cercana con los ecosistemas que hemos minimizado de cierta forma con los avances en medicina y sanidad, pero con todo y eso estamos hoy viviendo un evento clarísimamente serio de la irrupción de una epidemia por un virus”.

Se conocen mil 415 patógenos que causan enfermedades humanas, dos terceras partes de ellas están en hospederos no humanos. Cuando se invaden ecosistemas sin el manejo adecuado de los bosques, selvas, praderas, manglares, es cuando hay brotes infecciosos porque se generan desequilibrios entre los depredadores y sus presas.

Los roedores son importantes reservorios de patógenos que causan la enfermedad de Lyme y babesiosis. Otros importantes vectores son los mosquitos. En el Amazonas, la destrucción de selvas produjo la expansión de la especie Anopheles darlingi, un mosquito transmisor de la malaria, más agresivo que otras especies de mosquito, que además estaba más adaptado a las condiciones perturbadas de la selva.

“En el caso del COVID-19 se ha debatido mucho si los murciélagos jugaban un papel importante en el ciclo del virus, puede ser pero también destaca el consumo de estos animales silvestres, y en realidad debería recurrirse a otra fuente de proteína animal”, comentó el integrante de El Colegio Nacional durante la conferencia “Biodiversidad y salud humana”, transmitida por YouTube.

Explicó que los murciélagos han propagando el virus de Nipah en Malasia al consumir frutas como el mango y defecar en zonas como granjas porcinas, los cerdos entran en contacto con el virus cuando ingieren las excretas, se infectan y el ser humano luego consume su carne. En el caso del Ébola y el SARS, los murciélagos también son hospederos del virus.

Algunas reflexiones de Sarukhán Kermez, para contrarrestar los daños tan profundos que el ser humano ha causado a los ecosistemas en detrimento de su salud, tienen que ver con el uso de los recursos naturales con base en el conocimiento que se genera en instituciones como la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), de la cual es fundador y coordinador nacional.

Hay que atender problemas graves de salud como la malaria, una enfermedad crónica presente en zonas tropicales, así como el Virus de Inmunodeficiencia Humana, para reducir la vulnerabilidad de la población, dijo; además de usar la información científica que tenemos a la mano para poder regular la pérdida de ecosistemas, darle valor económico a las formas de uso sustentable, necesitamos políticas públicas que ayuden a las empresas comunitarias, así como empoderar a las mujeres para que tengan las mismas oportunidades.

“Hay que hacer un esfuerzo serio de investigación para comprender las interacciones entre patógenos, vectores y hospederos pues no son sencillas; ver los efectos que pueden tener diversos tipos de perturbación en los ecosistemas; asumir el compromiso de cero deforestación para finales de esta década en México pues tenemos información para entender que la deforestación, el desarrollo agrícola y el cambio climático están causando un incremento de enfermedades transmitidas por vectores”, destacó en sus conclusiones.

Luz Olivia Badillo

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