Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/041/17
Ciudad de México, 22 de febrero de 2017
El actual director del Instituto de Energías Renovables (IER) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) es autor de cuatro patentes, ocho solicitudes de patentes y siete registros de programas de cómputo en coautoría con otros investigadores. Cada caso ha sido particular y cada uno ha llevado su tiempo. Sin embargo, para el físico el principal problema para patentar en México es que esta cultura aún es incipiente “en el vox populi se dice que los mexicanos son muy ingeniosos y que tienen muchas formas de resolver los problemas, pero no hay una tradición para resolverlos, en la industria, por ejemplo, con una patente”.
Y aunque naciente, esta cultura empieza a avanzar a través de los programas de promoción y difusión del Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI) para fomentar el patentamiento, así como de las instituciones académicas y universidades que comienzan a abrir sus oficinas de transferencia de tecnología y conocimiento, en el caso del IER se dan cursos a estudiantes e investigadores de cómo se patenta y las secretarías o los consejos estatales de ciencia y tecnología hacen lo propio.
“Es equivalente a lo que hace 40 años se hacía para incentivar a los investigadores a que publicaran en revistas arbitradas. En ese tiempo, su trabajo no se veía reflejado en publicaciones científicas, pero se hizo un esfuerzo, de hecho, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología nació a principios de los 70 para fomentar que los científicos mexicanos publicaran. Hoy en día tenemos un sector de ciencia, tecnología e innovación profesional, solo necesitamos incorporar esa cultura de innovación y patentamiento que nos puede servir para generar mayor riqueza en el país”, dijo Jesús Antonio del Río Portilla.
Entre las patentes que tiene el integrante de la Academia Mexicana de Ciencias se encuentran el desarrollo de un “Concentrador solar toroidal”, que concentra la energía radiativa de cualquier fuente radiativa, incluido el Sol”; un “Método de fabricación de multicapas luminiscentes de silicio poroso”, que podría ser la parte activa en diodos emisores de luz conocidos como LED, láseres, celdas solares, etcétera, y un “Horno solar tipo caja optimizado”, diseñado para operar todo el año con solo tres ajustes de posición y cuatro movimientos a lo largo de ese periodo de tiempo.
Estos desarrollos aún no se encuentran en el mercado y ello se debe a que los científicos no son publicistas ni mercadólogos. “Las instituciones académicas necesitamos aprender a vender lo que hacemos y las empresas mexicanas necesitan tener una mayor actividad para detectar esas posibilidades de innovación, de nuevos productos para comercializar. Necesitamos tener personal muy capacitado en las oficinas de transferencia de las universidades, y es algo que estamos generando poco a poco. Las universidades se están preocupando por tener esos espacios y es algo que no teníamos hace 30 años. Ya estamos empezando a tener algunos frutos pero todavía nos faltan”.
Otro aspecto a destacar es que ahora el científico puede recibir regalías por su invención, la Ley de Ciencia y Tecnología desde 2015 establece que “para promover la comercialización de los derechos de propiedad intelectual e industrial de las instituciones, centros y entidades, los órganos de gobierno o equivalente aprobarán los lineamientos que permitan otorgar a los investigadores, académicos y personal especializado que los haya producido hasta 70% de las regalías que se generen”, lo cual para el doctor en física es un cambio positivo.
Antes la UNAM tenía una oficina de patentamiento y en años recientes esta se transformó en la Coordinación de Innovación y Desarrollo que ahora ofrece muchos más servicios como incubadoras de negocios y parques tecnológicos, cursos y asesoría a emprendedores y servicios tecnológicos. Los investigadores que hayan realizado una contribución pueden acercarse a esta oficina a pedir asesoría para hacer el trámite de patentamiento ante el IMPI.
“Mi principal observación es que a veces los examinadores de patentes no tienen todo el conocimiento que deberían, a veces tenemos que explicarles con mucho detalle lo que estamos ofreciendo porque lo confunden. También me han tocado algunos examinadores muy buenos que hacen preguntas muy concisas y hay otros a los que uno les tiene que explicar minuciosamente las diferencias entre concentradores toroidales y parabólicos, por ejemplo, y eso retrasa el proceso. Creo además, que son pocos los examinadores de patentes en el IMPI”.
Del Río Portilla propone que se incluyan talleres, cursos o materias desde las licenciaturas en ciencias, matemáticas, ingenierías y tecnología sobre propiedad intelectual para que todos se vayan familiarizando con el tema “porque todos los científicos saben cómo se escribe un reporte científico, pero no saben cómo se presenta una solicitud de patente y creo que deberíamos tener esos tópicos en nuestra currícula”.
Por otro lado, el investigador no considera necesario que el Sistema Nacional de Investigadores reconozca en forma prioritaria o sobresaliente el patentamiento al momento de evaluar el trabajo de un investigador frente a otros aspectos como publicar artículos en revistas arbitradas o contribuir a formar recursos humanos.
El doctor Jesús Antonio del Río está interesado esencialmente en hacer ciencia básica en termodinámica de procesos irreversibles, transporte en medios porosos, fotónica con nanoestructuras, sistemas complejos, fuentes renovables de energía y minería de citas, temas en los que eventualmente ha desarrollado tecnología.
Luz Olivia Badillo.
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