Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/138/11
México, D.F., 17 de junio de 2011
La restauración de las zonas áridas a nivel mundial y nacional dejaría importantes beneficios, como garantizar la seguridad alimentaria, frenar el deterioro al cambio climático y contribuir a que las comunidades más pobres se coloquen en un camino que les permita mejorar sus condiciones de vida, si se aplican políticas públicas comprometidas y visionarias en el campo.
Datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), destacan que hasta 2010 más de mil millones de personas vivían en zonas áridas, tres cuartas partes de las áreas de pastoreo muestran síntomas avanzados de desertificación y casi un tercio de las tierras cultivables del mundo han dejado de ser productivas y, en muchos casos, han quedado abandonadas.
Para el Dr. Jorge Etchevers Barra, miembro de la Academia Mexicana de Ciencias e investigador del Centro de Edafología del Colegio de Posgraduados de Chapingo, ésta situación también se refleja en nuestro país, donde, sin embargo, aclara, se realizan diversas actividades encaminadas a frenar el deterioro de las áreas de cultivo, por lo que la situación actual se puede revertir, afirmó.
Se avanza, dice, en la implementación de programas tendientes a disminuir la tala de los bosques y, en ese aspecto, hay una cantidad importante de zonas en donde la regeneración del terreno es notable, principalmente en los llamados bosques secundarios.
El investigador señala que uno de los estados más activos en esta materia es Chiapas, donde se aplican mecanismos de recuperación de terrenos en los que a través de tecnologías mexicanas se permite prácticamente frenar el problema de degradación de los suelos en zonas donde ésta es verdaderamente impresionante.
No obstante, precisa, es necesario hacer más, se tiene que recobrar la capacidad que tienen los suelos de captar la poca agua de lluvia que les puede caer, y en segundo lugar, además del agua, conseguir la fertilidad de los suelos.
En este aspecto, Jorge Etchevers subraya que mientras los tomadores de decisiones no establezcan planes en los que se apoye a los productores para concretar estas dos actividades, difícilmente el país podrá salir adelante pues estos movimientos se convierten en condiciones indispensables para recuperar las tierras perdidas por erosión.
Hay otras naciones en condiciones de degradación mucho menores que las nuestras en donde se trabaja intensamente en el incremento de la materia orgánica y en el mejoramiento de la fertilidad de los suelos, que son acciones y programas concretos que en México no funcionan como deberían.
Reconoce que la implementación de los mecanismos de ataque enfocados a diluir este problema de desertificación y sequía, no corresponde solo al nivel de gobierno federal, es necesario, apunta, que se involucren los gobiernos estatal, municipal, productores y la propia población, además de invertir mayores recursos financieros.
El especialista en la ciencia del suelo advierte que la recuperación de las superficies degradadas no generará ingreso a corto plazo, porque son programas que dan resultado al paso de los años, por lo que se requiere paciencia del encargado de realizar y sostener estas actividades durante en el proceso.
Jorge Etchevers Barra menciona que científicos mexicanos trabajan en aspectos de rescate de suelos volcánicos y recomienda la aplicación de acciones encaminadas a la instalación de plantas de biocombustible en áreas “tremendamente” improductivas.
De esta manera, precisa, se cancela por completo la competencia entre las tierras productoras de alimentos y simultáneamente, se contribuye a recuperar esas zonas áridas cumpliendo un doble propósito.
En materia de desertificación, el investigador del Centro de Edafología del Colegio de Posgraduados de Chapingo, considera que México se ubica en el camino correcto, pero que las acciones son suficientes debido a que hay demasiados buenos propósitos.
Destaca la implementación de un programa de la Sagarpa direccionado a la ganadería, el cual tiene como propósito conocer el comportamiento de las praderas del país y en el que se estudia también lo relativo a las extensiones de arbustos, que constituye una zona a la que no se le ha prestado atención.
Para evitar la degradación, agrega, se tienen que inventar tecnologías propias que podrían ser aplicadas en la Sierra Norte de Puebla, en la Sierra de Zongolica en Veracruz, y en áreas en donde la probabilidad de pérdida es alta.
En la víspera del Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía establecido por acuerdo de la Asamblea General de la ONU en 1994 y que desde entonces se celebra cada 17 de junio para tomar conciencia pública sobre el tema, el Dr. Etchevers comenta que es una manera de recordar a la población la importancia que tiene este factor, sin embargo, el mismo ha perdido fuerza por lo que es necesario inventar otra cosa más pragmática para despertar la conciencia de la sociedad.
“Hay necesidad de inventar una labor fundamental en el renglón de generar conciencia dentro de las propias autoridades, porque que el país que pierde su suelo pierde la libertad de escoger”.
Sostiene que al perder esa libertad se tiene que importar grandes cantidades de alimentos. En la actualidad el país destina entre 18 mil 500 y 25 mil millones de dólares anuales a la importación de estos productos.
En México, explica el miembro de la Academia Mexicana de Ciencias, se tiene una enorme cantidad de tierra ociosa, en parte por el fenómeno de migración, por abandono y porque han perdido su capacidad de producir por lo que se registra, igualmente, un alto nivel de degradación.
No obstante, esa situación puede revertirse -asegura Jorge Etchevers- a través del cultivo intensivo, igual que lo hacen otras naciones como Japón, en donde a pesar de ser un país pequeño, que tiene mucha población y poco territorio, las zonas urbanas están cultivadas con arroz y hortalizas, pero en México se ve una gran cantidad de tierras que no están laboradas.
Otro punto es la necesidad en la innovación en tecnologías apropiadas que permitan a través de poca inversión más y mejores resultados. Así se abrirá la oportunidad de incrementar la recuperación de agua a la que se daría un mejor manejo y se sumaría, al mismo tiempo, el incremento de la biomasa y en consecuencia la productividad.
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