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OLIMPIADAS DE LA AMC, PUERTA DE ENTRADA AL MUNDO DE LA CIENCIA

Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/268/16
Ciudad de México, 12 de noviembre de 2016

  • Reconocen quienes han participado en ellas las posibilidades que les abrieron tras ser tocados por la experiencia.
Los doctores Mauricio Fortes y Jaime Urrutia (izquierda), un grupo de exolímpicos (centro) y los coordinadores de las Olimpiadas Nacionales de Química y Biología (derecha) Mauricio Castro, Antonia Dosal y María Cristina Revilla.
Los doctores Mauricio Fortes y Jaime Urrutia (izquierda), un grupo de exolímpicos (centro) y los coordinadores de las Olimpiadas Nacionales de Química y Biología (derecha) Mauricio Castro, Antonia Dosal y María Cristina Revilla.
Foto: AMC/Elizabeth Ruiz Jaimes.
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El programa de Olimpiadas de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC) cumplió en este 2016 sus primeros 25 años de existencia. Decenas de miles de estudiantes han concursado en estos certámenes, jóvenes que en su mayoría se han inclinado por cursar una carrera universitaria, y entre ellos hay quienes se decidieron, además, continuar en la investigación científica como una opción profesional y de vida, cumpliendo con ello uno de los objetivos de estas competencias.

Algunos de estos últimos jóvenes se reunieron el jueves pasado para formar parte de la celebración que la AMC organizó para la ocasión en El Colegio Nacional. El evento lo encabezó el presidente de la Academia, Jaime Urrutia, y el fundador del programa de Olimpiadas de la AMC, Mauricio Fortes.

Fueron los “exolímpicos”, los estudiantes que participaron años atrás en las Olimpiadas, los que cerraron con broche de oro el programa de actividades tras ofrecer los momentos más emotivos de la ceremonia al compartir sus experiencias, vivencias y anécdotas.

Tocados por las Olimpiadas de la AMC
En el reecuentro de exolímpicos, delegados estatales y coordinadores de las Olimpiadas de la Academia, el doctor Iván Tubert, ganador en 1994 de medalla de bronce en la XXVI Olimpiada Internacional de Química en Oslo, Noruega, y en 1995 de las presas de plata y oro en la XXVII Olimpiada Internacional de Química, en Beijing, Noruega, y en la primera edición de la Olimpiada Iberoamericana de Química, en Mendoza, Argentina, respectivamente, reconoció que fue participando en estos concursos desde las etapas estatales y nacionales que “empezó mi historia con la química”.

Tras su paso por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde cursó la licenciatura de Química; luego por la Universidad de Yale, institución en la que hizo el doctorado, y estancias en las universidades de Harvard y Basel, hoy trabaja en Schödinger Inc., una compañía dedicada a la creación de software para la investigación farmacéutica con base en Nueva York, Estados Unidos.

“Somos alrededor de 300 empleados, la mayor parte doctores en ciencia que no solo hacemos software sino también mucha investigación científica. En mi caso trabajo como líder técnico en uno de los productos (Glide) de la compañía, que es un programa de acoplamiento molecular y que básicamente trata de resolver este problema, el de acoplamiento de ligandos-receptores”, comentó Tubert.

Especialista en la espectroscopía electrónica mediante cálculos de respuesta lineal de cromóforos de proteínas fotorreceptoras e interacciones no covalentes en estado basal y estados excitados, ahora Tomás Rocha Rinza, quien participó en la XXIX y XXX Olimpiada Internacional de Química, en Montreal, Canadá en 1997, y en Melbourne, Australia en 1998, obteniendo en ambas medalla de bronce, se dedica a la investigación y docencia en la Facultad de Química de la UNAM.

Indicó que su experiencia en la Olimpiada Nacional de Química en 1995 le abrió un mundo de posibilidades, además de que “me ha dado la oportunidad de seguir trabajando con jóvenes exolímpicos talentosos. Las olimpiadas han beneficiado a miles de jóvenes, su efecto tendrá un impacto en millones de niños y de jóvenes mexicanos en el futuro. Es algo muy loable porque aun cuando los participantes no se dediquen profesionalmente a las ciencias, el entrenamiento y la educación en ciencia es formativo y eso va a conducir a que tengamos una mejor sociedad en nuestro país”.

Por su pasión por la bioquímica, química estadística, química analítica, química inorgánica y orgánica, Liliana Quintanar Vera, investigadora en el Departamento de Química del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav), encontró que estudiar a las metaloenzimas, enzimas a base de cobre, manganeso o zinc, que son vitales para la vida, podría darle continuidad a esos campos del conocimiento que tanto ama.

La exolímpica, que participó en 1993 en la competencia nacional y en la internacional en Perugia, Italia, se ha enfocado en estudiar por qué estos metales están implicados en una serie de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer, Parkinson y Huntington.

“Hemos entendido y encontrado en qué regiones de la proteína alfa sinucleína parkina, involucrada en la enfermedad de Parkinson, son los sitios de unión clave del cobre involucrados en acelerar la agregación amiloide de esta proteína. El cobre tiene mucho que ver en la enfermedad, aunque aún no sabemos por qué está ahí y saberlo es una de nuestras tareas en el laboratorio”.

En el caso de Joel Yuen Zhou, quien asistió a la Olimpiada Internacional de Química 2001, en Bombay, India; 2002, en Groninga, Holanda y 2003, en Atenas, Grecia, donde ganó medalla de plata, fue investigador en el Departamento de Química de la Universidad de Harvard y actualmente es profesor en la Universidad de California, en San Diego.

Yuen, quien entre sus líneas de investigación está la fotónica molecular, dijo a través de un mensaje videograbado, que los 25 años de las Olimpiadas Nacionales de Química y Biología, “han sido fructíferos, ya que en este tiempo cientos de jóvenes han decidido seguir el camino de la ciencia”.

Mencionó que actualmente tiene en su grupo de investigación a dos estudiantes que son exolímpicos, Luis Martínez y Jorge Campos, ejemplo de que las Olimpiadas no son solo un evento anual, sino también una red de científicos mexicanos que se apoyan unos a otros.

Los jóvenes que empiezan
Edith Leal Sánchez participó en la Olimpiada Internacional de Química en Moscú, Rusia, en 2013 y en la Olimpiada Iberoamericana de ese mismo año en La Paz, Bolivia, donde ganó medalla de oro. El siguiente año, en el 2014, en la Olimpiada Internacional en Hanói, Vietnam, obtuvo bronce, y en la Iberoamericana de Montevideo, Uruguay, se hizo acreedora a la medalla de plata.

También entre los testimonios de exolímpicos más jóvenes está el de Mariana Sánchez Villareal, que con 25 años destacó que las Olimpiadas de la AMC nacieron el mismo año que ella, quien ya cuenta con una historia en este certamen tras lograr una presea de bronce en Olimpiada Internacional de Biología. Le gustó tanto la experiencia que al siguiente año participó nuevamente y en 2008 conquistó la medalla de plata en la 19 Internacional de Biología en Bombay, en India.

Compartió que “gracias a la experiencia de esta competencia decidí estudiar la licenciatura en Biotecnología Genómica, en la Facultad de Ciencias Biológicas de la UANL, de la que egresé en el 2013, ahora estoy en un programa de doctorado con orientación en biotecnología y mis líneas de investigación para mi trabajo de tesis es sobre proteínas recombinantes”.

En el Centro Helmholtz, en Munich, Alemania, Jesús Naveja Romero realiza una estancia de intercambio como parte de sus estudios en la licenciatura de Medicina en la UNAM. Fue ganador en 2010 de una presea de bronce en la 20 Olimpiada Internacional de Biología, celebrada en Seúl, Corea del Sur, y una de plata en la edición 21 del mismo certamen realizado en Taipei, Taiwán, en 2011.

“Lo importante de esas participaciones es lo que se quedó en mí, y lo que siguió después al ingresar a la Facultad de Medicina. El impacto que tuvo la olimpiada en mi vida fue muy fuerte; yo quiero ser médico, pero también me gusta mucho la ciencia. He hecho estancias de investigación en la Facultad de Química y en el Instituto de Ciencias Nucleares”, dijo.

Expresó que la “Universidad, la Olimpiada, la Academia, mi país y mi familia me han dado todo, por el momento debo enfocarme en mi carrera en la que me falta un año para terminar”.

Para Erick Isaac Navarro Delgado, con apenas 18 años de edad y quien este año obtuvo medalla de oro en la X Olimpiada Iberoamericana de Biología, lo más importante de participar en estas competencias es la experiencia que deja. Mencionó que le gustó el intercambio cultural, los amigos que se hacen, conocer otra ciudad y por ello agradeció a la AMC y a todo el equipo que lo apoyo para su preparación.

“A esta edad muchas veces no sabemos qué es lo que queremos, por eso es muy importante este tipo de programas que nos ofrecen oportunidades para apasionarnos y entrar de lleno al mundo de la ciencia. Enfrentarse a retos difíciles es lo que nos hace crecer como personas y estudiantes”.

Redacción AMC.

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