Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC//112/19
Ciudad de México, 06 de junio de 2019
El océano es extraordinariamente difícil de describir y modelar. Son infinitas y complejas las variables a estudiar y el muestreo realizado a escalas regionales y globales. Cada año hay nuevos descubrimientos, pero aún es poco. Estudiar la biota, las corrientes oceánicas, las características químicas de la columna de agua o los rasgos del piso oceánico, por ejemplo, requiere atravesar miles de metros a enormes presiones, en donde la luz no llega y la temperatura es cercana a 4 °C. Estas condiciones definen el desafío científico de la oceanografía.
En el marco del Día Mundial de los Océanos, designado el 8 de junio por las Naciones Unidas, Ligia Pérez Cruz, investigadora del Departamento de Geomagnetismo y Exploración del instituto de Geofísica de la UNAM, dijo que “en la actualidad la investigación oceanográfica se relaciona con importantes aspectos sociales, incluido el papel de los océanos en el cambio climático, los ecosistemas y su sostenibilidad, la gestión y explotación de recursos naturales, la mitigación y prevención de los peligros naturales y la seguridad marítima. Todos estos aspectos representan grandes retos para los investigadores de distintas disciplinas, pues involucran a la oceanografía (física, química, biológica), geología y geofísica marina, entre otros campos afines”.
Según datos de Naciones Unidas, los océanos cubren más de 70% de la superficie del planeta pero sólo el 1% de la superficie oceánica está protegida. Además, entre un 50 y un 80% de la vida en la Tierra se encuentra bajo la superficie del océano, que constituye 90% del espacio habitable del planeta y, menos de 10% de este espacio ha sido explorado hasta ahora por el hombre.
El conjunto de los ecosistemas costeros que actúan como sumideros de carbono, como los manglares, las marismas salinas y las praderas submarinas pueden contener una cantidad de carbono cinco veces superior a la de los bosques tropicales.
Los buques en México
En nuestro país son muy pocas las instituciones que cuentan con embarcaciones para realizar estudios oceanográficos, a saber: la Secretaría de Marina (SEMAR), el Instituto Nacional de Pesca (INAPESCA), dos de los centros del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Un poco más de una decena de buques están disponibles para estas tareas. Algunos de éstos, construidos hace más de cinco décadas, se han adaptado y equipado de forma parcial para realizar diversos programas de investigación oceanográfica. Uno de los más recientes comparte tareas de pesca con estudios oceanográficos. “Sólo los buques de la UNAM fueron diseñados y construidos, en la década de 1980, exprofeso para las investigaciones oceanográficas y de geofísica marina”, ejemplificó la investigadora.
De acuerdo con el texto Grandes Proyectos 4 “Buques de investigación oceanográfica y geofísica marina”, publicado en el número dos, volumen 70 de la revista Ciencia de la Academia Mexicana de Ciencias, del cual es autora la científica, “en la actualidad la investigación oceanográfica se relaciona con importantes aspectos sociales, incluido el papel de los océanos en el cambio climático, los ecosistemas y su sostenibilidad, la gestión y explotación de recursos naturales, la mitigación y prevención de los peligros naturales y la seguridad marítima. Todos estos aspectos representan grandes retos para los investigadores de distintas disciplinas, pues involucran a la oceanografía (física, química, biológica), geología y geofísica marina, entre otros campos afines”.
Pérez Cruz, quien es integrante del grupo científico de la Expedición 364-Cráter de Chicxulub del International Ocean Discovery Program, señala en dicho artículo que “el mayor reto para el diseño de nuevos buques para investigaciones oceanográficas se refiere a contar con los últimos avances tecnológicos en sensores y plataformas oceanográficas para la obtención de datos, así como tener espacios destinados al mantenimiento de los observatorios oceánicos y los vehículos autónomos”.
Pero también consideró necesario contar con un ancho de banda amplio que permita una mejor comunicación, para facilitar el modelado en tiempo real y el análisis de datos, además de la participación de científicos en tierra mediante las telecomunicaciones y, de esta manera, aumentar las oportunidades de divulgación.
Renovar la flota
Si consideramos que México cuenta con un mar patrimonial de 3 millones 269 mil 386 kilómetros cuadrados y 11 mil 122 km de litorales (sin incluir el territorio insular) en el Océano Pacífico, Golfo de México y Mar Caribe, esto presupone un reto nacional enorme para las investigaciones en ciencias del mar.
La investigadora recordó que la conciencia social con respecto a la influencia crítica del océano en el clima y los riesgos de los fenómenos naturales ha aumentado en las últimas décadas. Como resultado, muchos temas que antes eran de interés sólo para un selecto grupo de oceanógrafos —como la acidificación de los océanos, el carbono y los ciclos biogeoquímicos, la circulación oceánica, los flujos oceánicos y atmosféricos, las floraciones de algas nocivas, erupciones volcánicas submarinas y generación de tsunamis— ahora se consideran esenciales para la población mundial, por su impacto en la salud y la seguridad.
Estos problemas requieren una mayor comprensión de los complejos procesos de los océanos, con base en observaciones oceánicas continuas. Por ello, dijo “es relevante y pertinente impulsar un consorcio oceanográfico nacional, el cual requiere el diseño de los buques, desde su construcción, equipamiento, mantenimiento y personal calificado.
“Tan sólo el costo aproximado del diseño y la construcción de un buque es de alrededor de 35 millones de dólares. En un consorcio se podría reunir a las instituciones de investigación, las agencias federales y estatales, así como a los intereses privados, involucrados en el desarrollo de la oceanografía en nuestro país; esto, para que analicen juntos la evolución de la flota mexicana y apoyen los objetivos de investigación oceanográfica nacionales en el futuro”.
El papel del gobierno federal será muy importante para apoyar la investigación oceanográfica; sobre todo, que su plan de crecimiento incluya la renovación de la flota de investigación a largo plazo, para preservar el acceso al mar y mantener el liderazgo de México para abordar las necesidades científicas y sociales, concluyó.
Elizabeth Ruiz Jaimes.
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