Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/130/17
Ciudad de México, 22 de junio de 2017
México es un país con marcadas desigualdades socioeconómicas, altos niveles de pobreza y con una distribución geográfica de agua que no coincide con la de su población: existen regiones con gran escasez de agua y otras con fuertes lluvias e inundaciones. A esto se añade que casi tres cuartas partes del agua que se extrae de ríos, lagos y acuíferos se utiliza para el riego, y familias enteras no reciben agua por varias semanas en varias zonas. Ese es el panorama que describió Jan Jarab, representante en México del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos durante el panel de discusión convocado con motivo de la entrega del Premio Nacional Juvenil del Agua 2017, el pasado jueves en la Embajada de Suecia, uno de los organizadores del concurso junto a la Academia Mexicana de Ciencias.
El paisaje se torna aún más sombrío en el tema del agua –uno de los indicadores relacionados con la calidad de vida de las personas–, señaló el funcionario del organismo internacional, cuando se tiene en cuenta que más del 20% del agua superficial se encuentra contaminada y más de 120 acuíferos (de los 653 reportados por el INEGI en 2013) se encuentran sobreexplotados. En las ciudades se desperdicia alrededor de 40% del agua y solo el 47% de las aguas residuales colectadas reciben tratamiento.
“Estas cifras reflejan parte de una situación muy preocupante respecto a este recurso, a su conservación, su papel en el medio ambiente y su impacto en la vida de esta y de las futuras generaciones”, subrayó Jarab.
Entre los factores que determinan el clima de nuestro país y su relación con el agua, está su ubicación geográfica. La porción sur de México –señala la Comisión Nacional del Agua (Conagua)– se encuentra en la zona intertropical del globo terráqueo, en tanto la porción norte se localiza en la zona templada.
Por otro lado, los accidentes geográficos que caracterizan el relieve de nuestro país inciden directamente sobre la disponibilidad del recurso hídrico. Dos terceras partes del territorio se consideran áridas o semiáridas, mientras que el sureste es húmedo.
De acuerdo con el libro Diagnóstico del agua en las Américas, publicado en 2012 por la Red Interamericana de Academias de Ciencias (IANAS, por sus siglas en inglés), México es el décimo más poblado del mundo, con una tasa anual de crecimiento poblacional de 1.4%, y una distribución espacial de la precipitación diferente en el territorio nacional. En el estado de Tabasco (sureste), por ejemplo, cae una cantidad de agua 13 veces mayor que la que ocurre en Baja California (noroeste).
Jan Jarab comentó que el relator especial sobre el derecho humano al agua potable y al saneamiento, Léo Heller, invitado por el gobierno mexicano, visitó nuestro país el pasado mayo y, tras su inspección, reconoció que el país enfrenta numerosos retos para asegurar derechos humanos al agua potable y al saneamiento de su población. Esto incluye la necesidad de una nueva Ley General de Agua y Saneamiento que incorpore un enfoque de derechos humanos, genere claridad y eficiencia entre los diferentes niveles del gobierno y permita regular las prestaciones de servicios.
“El relator concluyó en esa visita –recordó Jan Jarab–, que la mera existencia de infraestructura no se traduce en un acceso real al agua y al saneamiento en las casas de las personas; que los recortes de presupuesto en el sector son riesgosos, que las necesidades domesticas de todos los individuos, familias y comunidades deben tener la más alta prioridad entre los diversos usos del agua. Que debe haber un reconocimiento del impacto que las actividades económicas industriales tienen en el agua, en el medio ambiente y en la salud, y que las personas pobres y marginadas deben ser la prioridad en la atención de estos derechos”.
Hay que reiterar, señaló el representante en México del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, que la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible –aprobada por los dirigentes nacionales y en vigor desde el 2016– tiene un objetivo específico para garantizar la disponibilidad del agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos que incluye varias metas, como la del acceso universal y equitativo al agua potable a un precio asequible.
Jan Jarab instó a las autoridades, organizaciones de la sociedad civil, empresas, proveedores de servicios y academia a encontrar espacios de diálogo y colaboración para atender los grandes retos que enfrenta México en materia de agua con un enfoque de atención explícita a las personas más desfavorecidas y marginadas, así como hacer énfasis en la participación, en el empoderamiento, la responsabilidad y la transparencia.
El derecho al agua en el mundo
El 28 de julio de 2010, a través de la Resolución 64/292, la Asamblea General de las Naciones Unidas reconoció explícitamente el derecho humano al agua y al saneamiento, reafirmando que un agua potable limpia y el saneamiento son esenciales para la realización de todos los derechos humanos.
El derecho humano al agua y al saneamiento es indispensable para vivir dignamente y es una condición previa para la realización de otros derechos humanos. Todas las personas deben disponer de agua suficiente, salubre, aceptable, accesible y asequible para el uso personal y doméstico, establece la resolución.
En el mundo la escasez de agua afecta a más del 40% de la población mundial (más de 7,500 millones de personas), y se prevé que esta cifra aumente, por lo que ya no puede ser un problema ajeno a nuestras vidas.
Más de 1,700 millones de personas en el mundo viven actualmente en cuencas donde el consumo de agua es superior a la recarga (sobreexplotación). Alrededor de 663 millones de personas todavía carecen de acceso al agua y al menos 1,800 millones de personas en el mundo utilizan una fuente de agua potable que está contaminada. Más del 80% de las aguas residuales resultantes de las actividades humanas en el mundo se vierte en ríos o en el mar sin que se eliminen los contaminantes, y cada día cerca de mil niños mueren a causa de enfermedades diarreicas prevenibles, relacionadas con el agua y el saneamiento.
Jan Jarab dijo, además, que se necesitan espacios para fomentar la reflexión y la concientización entorno al agua: “Sobre todo que impulsen proyectos y propuestas desde la juventud como las premiadas en el certamen convocado por la Academia Mexicana de Ciencias y la Embajada de Suecia en México, para generar alternativas sobre la conservación del agua, su manejo sostenible, su relación con el medio ambiente y su impacto en la calidad de vida de las personas, más de aquellas en situación vulnerable”.
Elizabeth Ruiz Jaimes.
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