Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/290/15
México, D.F., 3 de diciembre de 2015
El carbono del planeta se almacena en las reservas geológicas, en los océanos, la atmósfera, la vegetación y los suelos; estos últimos son los principales depósitos de carbono, ya que tienen gran capacidad de acumular parte del carbono fotosintetizado por la vegetación y “guardarlo” hasta por cientos o miles de años. Y si los suelos tienen un buen manejo agrícola y forestal, su capacidad de “secuestrar” carbono atmosférico puede ser factor clave en la mitigación del cambio climático.
Las plantas, a través de la fotosíntesis, incorporan a sus procesos metabólicos el dióxido de carbono (CO2), y cuando mueren, el carbono de las hojas, tallos y raíces se descompone y forma parte de la materia orgánica del suelo. Una porción de esta es mineralizada y el carbono regresa a la atmósfera, pero otra permanece en el suelo por largo tiempo, a este proceso de transformación del CO2 a carbono orgánico almacenado en el suelo se le denomina secuestro de carbono.
En condiciones naturales, la materia orgánica de los bosques se descompone y regresa a la atmósfera en forma de CO2. Sin embargo, la quema de combustibles fósiles provocó un desequilibrio entre el CO2 que las plantas respiraban y lo que podían capturar a partir de la fotosíntesis, lo que significó que más carbono de la materia orgánica regresara a la atmósfera, explicó el doctor Jorge Etchevers Barra, del Colegio de Postgraduados (Colpos), Campus Montecillo.
Una forma de mantener la cantidad de materia orgánica en el suelo, y con ello el carbono orgánico, es añadir constantemente restos orgánicos como hojas o estiércol. Pero esto no siempre es posible, en parte, porque el estiércol de los animales es utilizado en las grandes granjas para producir energía (metano) a través de biodigestores y solo algunos residuos de esta materia orgánica se incorporan al suelo. Algo similar ocurre en la pequeña agricultura, en la cual los productores retiran los residuos de las cosechas y dejan únicamente las raíces ocasionando la disminución de la materia orgánica del suelo.
Carbono orgánico y calidad del suelo
En los suelos el carbono orgánico se encuentra en forma de residuos orgánicos (vegetales, animales y microorganismos), es el principal elemento de la materia orgánica y uno de los indicadores para determinar la calidad del suelo, debido a su efecto positivo en la sustentabilidad de los sistemas productivos, y porque los compuestos degradados de la materia orgánica son sustancias que juntan las partículas elementales del suelo, dicho proceso es responsable del espacio poroso del mismo, lo cual es fundamental para que se acumule agua.
De la materia orgánica del suelo, conformada en gran medida por el carbono orgánico y los nutrientes esenciales para el crecimiento de las plantas, depende la producción agrícola, la cantidad, diversidad y actividad de la fauna del suelo, así como la dinámica y la biodisponibilidad de nutrientes como el nitrógeno. Se podría decir que conforme aumentan los niveles de carbono secuestrado por el suelo, pueden disminuir los niveles de dióxido de carbono atmosférico.
La cantidad de carbono orgánico que puede secuestrar un suelo depende, en parte, de la naturaleza de este: un suelo arenoso al no tener la misma porción de partículas de arcilla y limo es considerado con baja capacidad de secuestro de carbono; en cambio, un suelo de arcilla con partículas finas de limo es mejor secuestrador de carbono.
Otro de los elementos que influyen en la cantidad de carbono que almacena un suelo, es la naturaleza de la materia orgánica que se incorpora, en el caso de materiales como harina de alfalfa o residuos de soya y alfalfa que se descomponen rápido, dejan pocos residuos; por el contrario, materiales como el aserrín o la paja de muchos de los cereales que se consumen tienen un proceso lento de descomposición, que a su vez implica que el carbono se quede almacenado en el suelo por más tiempo, dijo el investigador del Laboratorio de Fertilidad de Suelos y Química Ambiental del Campus Montecillo del Colegio de Postgraduados.
Aunque el contenido de carbono orgánico en el suelo está relacionado con su formación, este puede modificarse por los cambios en su uso y manejo. Así, monitorear la cantidad de carbono orgánico presente en los suelos es necesario pues el carbono que no se captura, se libera a la atmósfera.
Para estimar la cantidad de carbono orgánico en el suelo, el doctor Etchevers, integrante de la Academia Mexicana de Ciencias, y su equipo de investigación utilizan analizadores automatizados de carbono, métodos químicos y otras técnicas más complejas que consisten en separar las partículas de arcilla y limo del suelo y medir la cantidad de carbono orgánico que tienen.
Entender y celebrar los suelos
La 68ª sesión de la Asamblea General de la ONU declaró el 2015 Año Internacional de los Suelos, que tiene como objetivo dar a conocer la importancia del suelo para la seguridad alimentaria y los procesos ecosistémicos esenciales para la vida.
Al respecto del suelo como secuestrador de carbono, el especialista en la recuperación de suelos degradados, considera que falta entender cuáles son las prácticas que permiten una mayor acumulación de carbono en el suelo durante un periodo de tiempo más largo. “Desde el punto de vista del ciclo del carbono no conocemos, aunque tenemos idea, de la cantidad de carbono, en algunos casos centenario o hasta milenario, que se pierde por deforestación, esto no está bien parametrizado, por lo tanto es necesario tener estimaciones precisas”.
Uno de los proyectos en los que Jorge Etchevers trabaja en colaboración con la Comisión Nacional Forestal (Conafor), es en la determinación de carbono en los suelos de los bosques del país, información que servirá para conformar el Inventario Nacional Forestal y de Suelos, proyecto que cuenta con el apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en México y el Gobierno de Noruega, en el marco del Proyecto “Fortalecimiento REDD+ y Cooperación Sur-Sur”.
Noemí Rodríguez González.
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