Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/292/13
México, D.F., 17 de agosto de 2013
En México el 46% de la población vive en pobreza y casi el 10% de esta cifra está en pobreza extrema, la cual incluye a las personas que tienen tres o más carencias sociales y un ingreso menor al costo de la canasta básica; lo que indica que 11.5 millones de personas no tienen acceso a alimentos en cantidad y calidad suficientes.
En este panorama surge la pregunta sobre cómo se podría aumentar la producción en el campo mexicano y buscar opciones nutrimentales para disminuir la mala alimentación de esta franja de la población de nuestro país.
Investigadores de diferentes instituciones analizan el tema de la seguridad alimentaria, que en términos de políticas públicas, tiene que ver con el crecimiento económico, la producción agroalimentaria, y el acceso a los alimentos, el cual depende del poder de compra, y se asocia con el grado de pobreza.
Desde una perspectiva económica, John Scott Andretta del Centro de investigación y Docencia Económicas, analiza cómo han funcionado las políticas de apoyo a productores; en la que se observa un hueco, ya que existen programas sociales como Oportunidades que benefician a los productores rurales, mientras que instituciones como SAGARPA apoyan a los productores más grandes, pero no hay apoyos sociales que beneficien a los pequeños productores; “apoyar a los pequeños productores es un reto más complejo porque son muy heterogéneos, sin embargo, al dejarlos fuera desperdiciamos lo que podría ser una entrada más a la producción; lo que necesitamos es que estos apoyos estén bien distribuidos y bien dirigidos” dijó el especialista.
Desde un punto de vista antropológico, Luis Alberto Guadarrama del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) plantea que el verdadero problema es que México ha adoptado el modelo de consumo de países occidentales que ingieren en su mayoría proteína animal; y es un modelo que se adoptó, primero económicamente, y después culturalmente.
“Necesitamos revalorar los sistemas agrícolas tradicionales, y rescatar la riqueza de las cocinas mexicanas para incorporarlas a nuestra vida diaria y buscar soluciones regionales”, opinó Guadarrama, quien es miembro de la Academia Mexicana de Ciencias.
En este sentido, el equipo de la doctora Edelmira Linares y el doctor Robert Bye, investigadores del Instituto de Biología de la UNAM, se ha dedicado desde hace 30 años al estudio y clasificación de los quelites. “El trabajo se orienta inicialmente al campo etnobotánico. Estamos iniciando trabajos de distribución por cultivos, dinámica poblacional, sus características como colonizadoras, situación que permite entender su proceso evolutivo debido al disturbio y manejo por parte del hombre, bajo diferentes agroecosistemas” dijo Linares.
Hierbas tiernas comestibles: los quelites
En México existen alrededor de 500 especies de quelites, que son especialmente valiosos para la nutrición porque son alimentos que estan considerados en el grupo de las verduras y su composición nutrimental es similar al de otras como la zanahoria y la col; están compuestos por el 75% de agua y el 25% restante lo conforman hidratos de carbono, fibras, y pequeñas cantidades de lípidos.
Casi todas las dietas elaboradas con base en carne y grasas traen consigo, no sólo el problema de sobrepeso, también algunas enfermedades crónicas como la hipertensión, por lo que necesitamos un mejor equilibrio de nutrimentos. Así, la chaya, el huauzontle, la malva y los romeritos, que son un tipo de quelites, son muy ricos en proteína, tanto que pueden llegar a sustituir a la proteína de la carne.
Si hablamos de vitaminas en los quelites está la vitamina A, que favorece el crecimiento y protege la vista; la vitamina C que asegura la resistencia de las paredes de los vasos sanguíneos y favorece la cicatrización; la vitamina B2, que incrementa el metabolismo de los carbohidratos y grasas. Por si fuera poco, los quelites también aportan minerales como calcio, potasio y hierro; que son de suma importancia para la regulación cardiaca o la generación de glóbulos rojos en la sangre, señalaron especialistas del Instituto Nacional de Nutrición Salvador Zubirán consultados.
Sin embargo, la gran variedad de quelites en México es igual a la desinformación que existe alrededor de ellos, pues de las 500 especies de quelites existentes conocemos menos de 30 tipos.
“Pensando en las comunidades pequeñas y rurales una posible solución es la milpa, porque es un complejo ecosistema en donde existe simbiosis entre las especies animales y vegetales, y la combinación ayuda a controlar plagas y enfermedades. El quelite forma parte de este ecosistema que nos podría proporciona la seguridad alimentaria que necesitamos” dijo el doctor Alberto Guadarrama.
Mariana Dolores
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