Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/057/12
México, D.F., 14 de marzo de 2012
La biotecnología debe verse como una herramienta científica muy poderosa e importante ante las diversas necesidades humanas como son preservar la salud, producir más alimentos en un mismo territorio y reducir el impacto ambiental, coincidieron científicos en la presentación al público del libro “Por un uso responsable de los Organismos Genéticamente Modificados”.
Francisco Bolívar Zapata, coordinador del libro elaborado por el Comité de Biotecnología de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), integrado por 21 científicos de reconocidos centros de investigación en nuestro país, dijo que el texto “lleva a proponer a los organismos transgénicos como una tecnología importante para ayudar a coadyuvar a solucionar diferentes problemas” y “que hasta ahora no se han tenido pruebas de daño a la salud humana”.
El biotecnólogo explicó ampliamente el contenido del libro, desde lo que es un organismo genéticamente modificado (OGM), hasta el marco jurídico con el que cuenta México en el tema de los transgénicos, pasando por las técnicas modernas de la ingeniería genética y de la genómica con el propósito de ampliar el conocimiento sobre esta tecnología que permite desarrollar mejores sistemas biológicos de manera respetuosa del medio ambiente, para la producción de medicamentos, alimentos y protección del hábitat.
Recordó que existe una declaración internacional de más de 3.400 investigadores, entre ellos 25 ganadores de Premio Nobel, quienes apoyan el uso de ADN recombinante como herramienta potente para el logro de un sistema agrícola productivo y sostenible a través de un uso prudente de la biotecnología con el objeto de ayudar a prevenir el hambre y la pobreza en el tercer mundo.
Arturo Menchaca Rocha, presidente de la Academia Mexicana de Ciencias, mencionó que la AMC apoya el trabajo de su Comité de Biotecnología, con el propósito de que la información científica que sustenta sus consideraciones se encuentre a disposición de la sociedad en general, y de los legisladores y profesionales de las Secretarías de Salud, Agricultura y Medio Ambiente, y que la intención de este esfuerzo es que las resoluciones que se tomen sobre el uso de OGMs estén basadas en evidencia científica.
Alfredo Herrrera Estrella, investigador del Laboratorio Nacional de Genómica para la Biodiversidad (LANGEBIO) del Cinvestav Irapuato, expuso que el libro “Por un Uso Responsable de los Organismos Genéticamente Modificados” es oportuno y necesario en un momento por demás importante para el país, donde existen puntos de vista diversos, incluso en algunos casos considerados controversiales.
“El libro, por lo que representa, se puede explicar en tres palabras: oportunidad, veracidad y apertura, y provee de herramientas a la sociedad para que haga ejercicio de su poder de decisión e invita a este debate y análisis profundo e informado”.
Añadió que México ha decidido participar en el tema reactivando esta ventana para la experimentación con OGMs, y que lo ha hecho para contribuir a asegurar que estos organismos se produzcan, reproduzcan y consuman en México de manera segura.
Aclaró que los OGMs además de soportar la afectación de las plagas,”se pueden aplicar para la tolerancia a la sequía, mejoramiento nutrimental, incluso para la producción de vacunas, donde se debe ser cuidadoso por el tipo de vegetal en el que se producen”.
Por su parte, Eduardo Bárzana García, secretario general de la UNAM y profesor investigador de la Facultad de Química, destacó un momento crucial para la humanidad cuando la población mundial llegue al año 2050 al estimado de 9 mil millones de personas, dos mil millones de seres humanos más de los que existen en la actualidad y a los que se habrá de alimentar.
“La FAO ha indicado que con esos estimados se requerirá de un incremento del 70% en la producción de alimentos. En México somos 112 millones y dentro de 40 años llegaremos a ser 160 millones. Satisfacer esta demanda de alimentos nos llevará a una afectación de zonas de bosques y selvas. Hoy en día 30% de las cosechas se pierden por infestación y es ejemplo de que estamos hablando de escenarios complicados y catastróficos”.
Por eso el libro –agregó- nos lleva a varias conclusiones, entre ellas: no hay cuestionamientos al sector farmacéutico ni industrial, toda la discusión se dirige en el sector agrícola; esta gran controversia alrededor de los OGMs ha llevado a una vigilancia y atención nunca antes vista y en el fondo esto ha favorecido a la ciencia como fuente de sustento.
Añadió que el libro “desmitifica a los OGMs porque no son la panacea ni la única salvación pero tampoco son el producto de alto riesgo que ponga en peligro nuestra valiosa diversidad incluso la soberanía del país”.
México -dijo Bárzana García- tiene el recurso humano capaz de generar la aplicación de la tecnología propia y eso sí es soberanía. No podemos quedarnos atrás en la aplicación de la biología molecular. La ciencia debe ofrecer opciones a disposición de políticos y gobierno para fomentar y procurar un nuevo contrato social y que ponga el conocimiento como herramienta fundamental del cambio estructural permanente y, en ese sentido, el texto de la AMC representa un gran aporte en la dirección de los OGMs”.
En el cierre de comentarios sobre el libro “Por un Uso Responsable de los Organismos Genéticamente Modificados” del Comité de Biotecnología de la Academia Mexicana de Ciencias, Francisco Javier Castellón Fonseca, presidente de la Comisión de Ciencia y Tecnología del Senado de la República lamentó que los temas científicos no lleguen al gran público, “es una realidad que nosotros debemos saber pero no aceptar”.
Esta situación “en el caso de los legisladores –a quienes ubicó en un grupo promedio de la población que requiere mantener al menos el conocimiento justo de lo que son estos temas de carácter científico- si no entendemos el tema de los OGMs o de las células madre, por ejemplo, tiene una repercusión directa en los temas de la vida cotidiana de este país y de sus leyes, porque “a veces –los legisladores- sabemos poco de todo y a veces nada de nada”.
Catellón Fonseca señaló que para que los legisladores no basen su decisión anteponiendo una posición política o ideológica, es necesario se haga la recomendación a la comunidad científica para que mantenga permanente contacto con aquellos legisladores que primero deciden sobre los temas y, segundo, que tengan influencia en sus respectivos grupos parlamentarios.
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