Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/172/17
Ciudad de México, 16 de agosto de 2017
Conocer la historia del clima y de los océanos permite aprender del pasado, si existieron situaciones similares a las actuales y cuáles fueron las consecuencias para el planeta y las especies que lo habitaban, y así visualizar lo que pudiera sucederle a la Tierra ante ciertas condiciones ambientales. María del Carmen Álvarez García, de la Universidad de Colima, utiliza a los microfósiles del nanoplancton calcáreo como un indicador de los cambios que han tenido tanto del conjunto de las condiciones atmosféricas como de las partes de la superficie del planeta ocupadas por agua marina.
Desde la paleoclimatología y la paleoceanografía, áreas de especialidad de la investigadora, Álvarez García trata de reconstruir las condiciones de la atmósfera y de los océanos en el pasado, y para ello analiza los microfósiles del nanoplancton calcáreo, también conocidos como cocolitos, ya que ofrecen información acerca de algunas variables climáticas y oceanográficas en un determinado período.
En el caso de la atmósfera estas variables son: temperatura, precipitación y la presencia de determinados gases que se encuentran en la atmósfera, por ejemplo, los de efecto invernadero. En lo que se refiere a los océanos, las variables son: temperatura del agua, salinidad, densidad, nutrientes que se encuentran dentro de las masas de agua y elementos químicos.
El nanoplancton calcáreo —que habita los océanos desde el Triásico (hace 251 millones de años) hasta la actualidad— son algas unicelulares que están cubiertas por placas de calcita, y cuando mueren esta “concha” se deposita en el fondo oceánico y puede conservarse como microfósil.
“Los microfósiles de nanoplancton calcáreo o cocolitos un día fueron organismos que habitaron la superficie de los océanos, y debido a su posición en la zona fótica (en la que penetra la luz del sol) y su distribución latitudinal son un indicador de algunas de las condiciones del clima y de los océanos en determinada época”.
Un ejemplo de ello es que el nanoplancton calcáreo —que vive en aguas bien iluminadas y salinas —construye su cubierta en equilibrio con el medio, y son los cristales de calcita los que Álvarez García observa al microscopio, de tal manera que si el océano tuvo gran disponibilidad de carbono, esto quedó registrado en la cubierta carbonatada de los cocolitos, lo mismo que si existió menor cantidad de este elemento.
En entrevista para la Academia Mexicana de Ciencias, la doctora María del Carmen Álvarez García, señaló que actualmente trabaja en un proyecto paleoceanográfico en el Atlántico norte. “Estudiamos un núcleo de sedimentos —en el que la acumulación de microfósiles de cocolitos marca limites en los estratos—que abarca aproximadamente los últimos 50 mil años”.
Algunas especies de cocolitos, dijo Álvarez García, sintetizan sustancias con relación a la temperatura del agua, y tras varios procesos químicos se puede conformar un índice de la relación de estos biomarcadores, presentes en los microfósiles de cocolitos, con las variaciones de la temperatura del Atlántico norte durante los últimos 50 mil años.
“También estamos trabajando en un estudio para modelar cómo se produce el hundimiento de los cocolitos a lo largo de la columna de agua, nos estamos enfocando en la morfología, porque básicamente lo que queremos estimar es cuán hidrodinámico es un microfósil de cocolito en función de su forma, y poder predecir tanto su trayectoria como su velocidad al caer al fondo oceánico”.
Noemí Rodríguez González.
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