Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/041/18
Ciudad de México, 16 de febrero de 2018
El mamífero marino más pequeño del mundo se encuentra hoy, más que nunca, en grave riesgo de desaparecer de nuestro planeta. Se estima que hay menos de 30 ejemplares habitando en el mar del Alto Golfo de California, México, cuando hace 20 años la población era de más de 800 ejemplares. Ante este escenario, se invitó a la sociedad a participar mañana sábado 17 de febrero en una procesión, un recorrido en silencio para mostrar de manera simbólica respeto por toda la naturaleza.
Rodrigo Medellín Legorreta, investigador del Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México y miembro de la Academia Mexicana de Ciencias, habló sobre las acciones que los ciudadanos pueden emprender para participar en la conservación de la biodiversidad. Lo primero es considerar que todas y cada una de las formas de consumo de cada individuo cuentan, desde un cóctel de camarón, hospedarse en un hotel, hasta el agua que cae de la regadera a la hora de bañarse, todo tiene un impacto medioambiental.
La principal amenaza que enfrenta la vaquita marina es por su tamaño, por lo que cae fácilmente en las redes de los pescadores, a lo que se añade que en los últimos años ha aumentado la pesca ilegal de la totoaba, un pez endémico de México que también se encuentra en peligro de extinción debido a la alta demanda del consumo en Hong Kong y China de su vejiga natatoria, pues se cree —sin evidencia— que tiene propiedades medicinales.
Medellín Legorreta destacó en conferencia de prensa que en este escenario “debemos exigir a las autoridades que pongan reglas claras y que cualquier persona que esté vinculada con su pesca ilegal, el comercio o tráfico de ambas especies vaya a la cárcel. Llevamos diciendo esto seis años y no lo hemos logrado”.
El alto costo de los mariscos en los mercados se debe a que solo queda el 10% de los peces grandes del mar de lo que había hace 50 años, y esto se debe en gran medida a que las formas de pescar no son las adecuadas, por ejemplo, por cada kilo de camarón se extraen 40 kilos de especies marinas que son devueltas al mar muertas, lamentó el investigador.
Vance Martin, presidente de The Wild Foundation, comentó sobre la posibilidad de perder especies en un corto periodo de tiempo: “Trabajo alrededor del mundo y veo algo que es muy obvio y que los científicos llaman la sexta crisis de la extinción; está en todas partes, nuestra pregunta es ¿qué vamos a hacer?, ¿nos vamos a dejar llevar por una visión catastrofista o vamos a aprender de casos como la vaquita marina?”.
“El mensaje me parece es muy sencillo: faltan las relaciones, de la ecología hemos aprendido que todo está relacionado; si pretendemos ser la voz de la vaquita, lo que ésta necesita son relaciones de respeto, de entendimiento, que son las que sostienen toda la vida, incluyendo la de los seres humanos. La vaquita es una llamada a la acción, la llamada al corazón”.
En un manifiesto, publicado en la página procesionvaquita.org, y firmado por mexicanos y extranjeros, integrantes de la comunidad científica, académica y humanista, así como empresarios, representantes de asociaciones civiles, artistas y ciudadanos, se expresan los objetivos de esta procesión: evitar la extinción de la vaquita marina y hacer un llamado para cambiar lo que como humanidad estamos haciendo mal con el planeta y para asumir la misión de proteger a las especies.
“Una criatura que ha vivido desde hace millones de años en el mar del Alto Golfo de California desaparecerá para siempre como resultado de la indiferencia y la ignorancia; la pesca y el tráfico ilegales; y la ambición del ser humano”, señalan los firmantes en el documento.
En la procesión, que partirá del Museo Tamayo a las 10:00 horas de este sábado 17 de febrero, los participantes caminarán por el Bosque de Chapultepec, a través de vallas conformadas por niños que resguardarán el recorrido, “en protesta simbólica por el mundo que los adultos les están heredando”. Terminará en el Museo Nacional de Antropología e Historia en donde habrá una presentación a cargo de Patricio Robles Gil, quien creó una escultura alusiva; un fragmento de la pieza será conducida durante la procesión y podrá ser apreciada por los asistentes.
Para esta ceremonia se convocó desde un mes antes a crear altares en todo el mundo y ofrendas en honor a la marsopa endémica de México, cuyo nombre científico es Phocoena sinus, especie que llega a medir 1.5 metros y pesar 48 kilos.
En la conferencia de prensa celebrada ayer en el Museo Tamayo participaron además Mónica del Villar, directora de proyectos especiales de Artes de México; Dolores Béistegui, directora del Papalote Museo del Niño; Carlos Galindo Leal, director general de Comunicación de la Ciencia de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), e Iván Carrillo, periodista de ciencia.
Luz Olivia Badillo.
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