Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/225/13
México, D.F., 18 de junio de 2013
En las instituciones de educación superior (IES) el rezago, la deserción y la falta de eficiencia terminal son problemas que afectan a gran parte de la población estudiantil. Tan solo en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el 91.5% del total de estudiantes que ingresa a una licenciatura, sin importar sexo, estrato social de origen, ni área de estudio, se desvía de alguna manera del plan de estudios de su carrera, de acuerdo con estimaciones realizadas por Valeria Millán, una de los cuatro ganadoras del Premio a la mejor tesis de doctorado en Ciencias Sociales y Humanidades 2012 que otorga la Academia Mexicana de Ciencias (AMC).
No obstante, aseguró en entrevista la galardonada, el rezago no es negativo completamente, “también es una forma en que la universidad da flexibilidad a los estudiantes para que terminen sus estudios, es la otra cara de este fenómeno”, dijo.
En su tesis, titulada “Demonio de Maxwell o Institución de Educación Superior Eficaz”, Millán se dedicó a explorar las causas del rezago, así como la eficacia de la misión educativa de la UNAM, el caso particular que analizó.
El problema que plantea su investigación surge de una metáfora que utiliza un experimento mental diseñado por el físico escocés James Clerk Maxwell a finales del siglo XIX para explicar la segunda ley de la termodinámica; en éste, se imaginaba la existencia de un “agente o demonio” que separaba las partículas de un gas de acuerdo con su temperatura: frías y calientes.
Valeria Millán llevó este planteamiento a un contexto educativo y se preguntó si la UNAM es un “demonio de Maxwell” que separa los buenos de los malos estudiantes o es una IES eficaz que logra desvanecer las diferencias entre sus alumnos y generar las condiciones para que alcancen niveles de logro académico superiores a los esperados dadas sus características al ingresar.
Para responder a dicha pregunta, la ganadora compiló una base de datos con información de los jóvenes que ingresaron a la UNAM a nivel licenciatura entre los años 1991-1999 (alrededor de 127 mil registros), a los que siguió por el doble de tiempo que duraban sus estudios. “Parte del valor de esta tesis es que utilizó fuentes de datos que no se habían utilizado, o que se habían trabajado muy poco, y ordena una cantidad de información enorme”.
A partir de la base y empleando distintos modelos matemáticos, Millán analizó tres momentos de la trayectoria de los alumnos: entrada, permanencia y salida de la institución (a los que ella llamó input, proceso y output).
Una aportación de su tesis, agregó, radica en los parámetros seleccionados en el trabajo, pues no existen estudios de este tipo a nivel de la educación superior que consideraran el proceso. Esto hacía que se perdiera información durante el análisis, además “se ocultaba todo lo que pasa en el proceso, que es justamente lo que hace la institución”.
Millán aisló entonces el “efecto escuela”, es decir, los factores de la institución asociados al rendimiento o el valor agregado de la misma. Asimismo, realizó entrevistas en profundidad a diferentes jóvenes en situación de rezago para complementar aspectos de sus decisiones educativas, motivaciones y percepciones.
Con la información recabada, la autora identificó 11 tipos de rezago con causas distintas Entre estos se encuentran, por ejemplo, el “rezago inercial”, que ocurre cuando los estudiantes reducen la carga de materias por conflictos de seriación u horarios, o el “rezago carencial”, que se da por la incursión de los jóvenes en el mercado laboral a la par de la realización de sus estudios. También se examinan las posibles combinaciones que pueden presentarse al estudiante a lo largo de su trayectoria académica. “Ahora podemos hablar no de rezago como un fenómeno amplio, sino de constelaciones de rezago”.
Asimismo, encontró que el 15% de la variación en la trayectoria estudiantil se explica a nivel de disciplinas, lo cual implica que hay carreras más eficaces que otras. Lo interesante ahora, aseguró la premiada, es entender qué origina ese porcentaje, es decir, cuáles son los mecanismos bajo los que la institución modela la trayectoria de sus estudiantes.
“Esa información serviría para ver cómo la institución puede aprovechar de mejor manera los mecanismos existentes, o puede generar otros nuevos, justamente enfocados a combatir rezagos de este tipo”.
Una las recomendaciones que Millán Ríos hace en su tesis es que se tenga un manejo centralizado de la información, pues en su experiencia “me fue muy difícil trabajar con estos datos porque tuve que acudir a diferentes instancias a pedirlos y luego estandarizarlos. “Si la institución está de verdad interesada en conocer el comportamiento de su población estudiantil lo ideal es que tuviera los datos listos y bien preparados”.
Otra recomendación es que la UNAM, y en general las IES, construya una definición unívoca de egreso y abandono con criterios apegados a la legislación universitaria, para que las diferentes dependencias refieran una y la misma realidad al interior de la UNAM.
“Al final, queda abierto a la institución si es el “demonio” o no. Para decir que no, tendría que transparentar el proceso, saber qué está haciendo y cómo lo hace. El resultado de la trayectoria académica depende tanto de la institución como del estudiante. La cuestión es descubrir en dónde la institución es responsable en ese camino.”
Por último, Millán expresó su satisfacción por la distinción recibida. “Este premio es el reconocimiento más importante en las ciencias sociales que otorga la AMC; para el joven investigador es importante porque es un apadrinamiento que asegura la trayectoria en el medio académico”.
La AMC entregará un diploma y 25 mil pesos a la ganadora en una ceremonia que se celebrará el día 20 de junio en su sede.
Alejandra Monsiváis Molina
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