Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/115/16
México, D.F., 6 de junio de 2016
El anuncio el pasado 1 de junio de la salida de Estados Unidos del Acuerdo de París tendrá varias consecuencias, según María Amparo Martínez Arroyo, directora del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC). El primer gran golpe, dijo en entrevista con la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), será a los presupuestos de investigación, lo cual seguramente estarán ya analizando los colegas estadounidenses.
Martínez reconoció que hasta ahora la investigación sobre cambio climático que ha desarrollado Estados Unidos, como la de otros países como Inglaterra o Alemania, ha sido de vanguardia. “Gracias al conocimiento generado, sabemos lo que implica este problema global, los impactos, y hay sugerencias de algunas tecnologías para disminuir las emisiones. En ese sentido, sí habrá un golpe”.
La retirada de Estados Unidos es grave, en opinión de la directora del INECC, porque el Acuerdo se logró después de mucho tiempo, con gran esfuerzo por parte de la comunidad científica, que ha sido muy importante para convencer a los países de las medidas a seguir. “Los cambios tecnológicos ya se empezaban a llevar a cabo y esto supone un atraso para las propias compañías si se piensa en términos de negocio”.
Una resta siempre resta
Por otro lado, María Amparo Martínez, doctora en Ecología, confió en que el anuncio que hicieron industriales importantes y científicos estadounidenses que ya han iniciado procesos de reconversión tecnológica de que piensan seguir los lineamientos del Acuerdo de París, hace pensar que el golpe no será tan fuerte. Además, recuerda Martínez, “hay estados que han manifestado su intención de seguir apoyando el tema”, como California, Massachusetts, Nueva York o Washington, con gran poderío en investigación. “Muchas empresas indican que empezar a apostarle a procesos que van hacia atrás no es una buena idea”.
La investigadora reconoció que las declaraciones de líderes de Francia, Alemania, China, que han anunciado que sostendrán este tipo de investigaciones y los esfuerzos económicos para impulsar las medidas del Acuerdo de París, dan esperanza, pero “una resta siempre es una resta”.
Destacó que la noticia de la salida de Estados Unidos del Acuerdo de París en el ámbito científico ha producido una gran empatía, porque “está claro hacia dónde está el futuro y hacía dónde tenemos que ir con la investigación, el desarrollo, con la tecnología y las proyecciones”, por lo que “a nivel de comunidad científica internacional, este anuncio ha sido un llamado a la unificación”.
Para México esto significa una gran oportunidad, dijo Martínez Arroyo, porque permite desarrollar sus propias herramientas, potenciar colaboraciones para tratar de llegar conjuntamente a contribuciones que atiendan las problemáticas de los países en desarrollo. “Seguiremos colaborando con los científicos estadounidenses, quienes tendrán que atender sus propios problemas de presupuesto”.
Acuerdo de París
El Acuerdo de París (que sustituye al de Kyoto de 1997) fue el primero sobre cambio climático suscrito por casi todos los países del mundo. En total, 195 de 197 naciones lo firmaron –las únicas excepciones fueron Siria y Nicaragua– y entró en vigor en noviembre del año pasado. El objetivo es tratar de limitar el aumento global de la temperatura, por lo que los países firmantes se comprometen a mantener la temperatura global por debajo de los dos grados centígrados; limitar la cantidad de gases de efecto invernadero emitidos por causa de la actividad humana; revisar la contribución de cada país a la reducción de esas emisiones cada cinco años, y, en lo que atañe a los países más ricos, ayudar a las naciones más pobres proporcionándoles “financiamiento climático” para adaptarse al cambio climático y adoptar energías renovables.
“En la medida en que los diferentes sectores de Estados Unidos acaten estos acuerdos, la salida será una circunstancia temporal”, estimó Martínez. Por lo demás, señaló, la comunidad internacional recibe esta noticia de la salida con gran incredulidad, ya que existe suficiente y sólida evidencia sobre la existencia del cambio climático y, sobre todo, porque “es ahora el momento de reducir las emisiones e iniciar todos los pasos para la adaptación y la reducción de la vulnerabilidad”.
El Acuerdo tiene para cada país sus propias metas no obligatorias dependiendo del nivel de contaminación que emiten, con el objetivo de contener el aumento de la temperatura.
De acuerdo con la funcionaria, si se toma en cuenta la contaminación por combustibles fósiles e industria, China es el país que emite más dióxido de carbono (CO2), el principal gas de efecto invernadero, con 10.4 gigatoneladas (Gt) equivalente en 2015. Le siguen Estados Unidos, con 5.4 Gt; la Unión Europea (28 países), con 3.5 Gt, y la India, con 2.3 Gt.
Al considerar estos mismos datos per capita, Estados Unidos es el primer lugar, con 16.8 toneladas de carbono por persona por año y China segundo, con 7.5, seguidos por la Unión Europea, con 7, y la India, con 1.7. La media en el mundo es de 4.9.
La directora del INECC hizo énfasis en que la adaptación requiere de una serie de medidas para disminuir la vulnerabilidad de los países ante los fenómenos climatológicos que están ocurriendo y que se proyectan sean más fuertes y frecuentes conforme pase el tiempo. Recomendó tratar de aprovechar las oportunidades para hacer colaboraciones, consorcios, acuerdos regionales que permitan enfrentar mejor estos cambios.
“Estados Unidos puede salir del Acuerdo de París de manera inmediata al no acudir a las reuniones y no comprometerse con la reducción de contaminantes, pero el proceso formal para su salida requiere de tres años, más el tiempo que lleva presentar la inconformidad para hacerlo de manera formal”, precisó Martínez Arroyo.
Reducción de financiamiento internacional
Este lunes, en conferencia de prensa convocada por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Carlos Gay, coordinador del Programa de Investigación en Cambio Climático, y Fausto Quintana, de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, hablaron también sobre las repercusiones de la retirada de Estados Unidos del Acuerdo.
“La salida de Estados Unidos tiene incidencia importante al interior de ese país y al exterior en la política internacional ambientalista. Aunque Estados Unidos representa el 16% de las emisiones globales, la economía global está anclada a la economía estadounidense, y tendrá un efecto de reducción de compromisos a nivel global en otros países; la salida implica reducción de financiamiento internacional”, indicó Quintana.
El académico recordó que Estados Unidos se había comprometido a otorgar tres mil millones de dólares al “fondo verde” para la lucha contra el cambio climático y esto ya no va a ser así. La reducción del financiamiento internacional para los organismos especializados de las Naciones Unidas es un hecho, comentó Quintana, quien recalcó la política negacionista del cambio climático de Donad Trump, lo que se verá reflejado en la disminución del financiamiento para ciencia y tecnología en el área de cambio climático y el presupuesto para las dependencias que están vinculadas a la investigación y generación de información en el tema.
Quintana explicó que existe un argumento económico detrás de la declaración de Trump, principalmente por los empleos que se han perdido en el área de extracción de carbón, pues tienen una proyección de una pérdida de tres a seis millones de empleos en 20 años si Estados Unidos se mantiene dentro del Acuerdo de París.
“Sin embargo, esto es erróneo, porque a la par de la transición energética en Estados Unidos se han estado generando gran cantidad de empleos en energías alternativas. A nivel mundial hay una transición energética, se busca que se fortalezca la presencia de energías principalmente solar y eólica. Europa es claro ejemplo, tiene un proyecto claro de sustitución de combustibles fósiles. Hay países que han alcanzado de forma exitosa esta transición, como Dinamarca, también se conoce la experiencia de Alemania, por lo que Estados Unidos será uno de los principales afectados económicamente por esta decisión”, aseguró.
Desde la perspectiva del investigador Carlos Gay, la partida de Estados Unidos es un obstáculo temporal, porque favorece su aislamiento: “Hablamos de un país muy rico al que se le puede ver aislado y tecnológicamente obsoleto, empujado hacia atrás. Al parecer está decidido a recuperar empleos alrededor de energía fósil, pero hay más de 190 países que están tratando de alejarse de esta dependencia de los combustibles fósiles”.
No obstante, dijo que es una verdad que sí se necesita de la intervención de Estados Unidos si se quiere lograr la estabilización de los niveles de temperatura del planeta a rangos de 1.5-2% de las emisiones globales. “Para México sería bueno que asumiera la oportunidad que se presenta de continuar con sus liderazgos a nivel de Latinoamérica en el tema”, agregó Gay.
Elizabeth Ruiz y Fabiola Trelles.
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