Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/195/19
Ciudad de México, 18 de octubre de 2019
El dolor funciona como un sistema de alarma que protege a nuestro organismo de algún estímulo nocivo y también indica la existencia de alguna lesión o enfermedad. Cuando el dolor persiste a lo largo del tiempo, aún en ausencia del estímulo que lo produjo, este se convierte en crónico. Este tipo de dolor es de difícil tratamiento y afecta considerablemente la calidad de vida de las personas, de ahí la necesidad de investigar agentes analgésicos más eficaces.
La doctora Ana Belen Salinas Abarca, del Instituto de Neurobiología de la UNAM, campus Juriquilla, explicó que el dolor es detectado por las neuronas aferentes primarias que se encuentran en todo nuestro organismo, las cuales detectan los estímulos físicos, químicos o mecánicos y los transducen a potenciales de acción.
Posteriormente, estas señales llegan a la médula espinal, sitio en donde se hace un relevo de la información hacia a una neurona de segunda orden llamada neurona de proyección, misma que recibe la señal dolorosa y proyecta a otra neurona en sitios supraespinales; de ahí la información viaja a distintas áreas cerebrales en donde se determina el sitio de la lesión, la intensidad del estímulo doloroso y la respuesta del organismo.
El dolor, dijo, puede ser clasificado de acuerdo a su temporalidad: en agudo, que tiene un papel protector, por ejemplo aquel que se produce cuando alguien toca un objeto caliente y una vez que la lesión sana el dolor desaparece. O el dolor crónico: producido por algunas enfermedades como la neuropatía diabética o el cáncer, mismo que persiste durante toda la vida de los pacientes.
Otro tipo de dolor crónico es el neuropático, el cual es resultado de una lesión o enfermedad que afecta al sistema somatosensorial (que brinda información del tacto, el dolor, la presión, la vibración o la temperatura). Algunas de sus características son la aparición de dolor ante estímulos que habitualmente no los son, como el contacto de la piel con la ropa, entumecimiento y adormecimiento en las extremidades o percepción táctil anormal.
La investigadora, que se hizo acreedora a una de las Becas para las Mujeres en la Ciencia L’Oréal-UNESCO-AMC 2019, señaló que la Organización Mundial de la Salud ha establecido una escalera analgésica, en la cual dependiendo de la intensidad del dolor (leve, moderado y severo) son los fármacos que se utilizan para tratarlo. En el caso del dolor crónico, que afecta a cerca del 20% de la población mundial, ninguno de los fármacos de los tres niveles son cien por ciento eficaces.
“En la actualidad el fármaco estándar para el tratamiento del dolor crónico tipo neuropático es la gabapentina; se ha reportado que en pacientes alivia el dolor en un 60 por ciento, es decir, los pacientes siguen con dolor”.
En este sentido, Salinas Abarca destacó que el periodo de aprobación de un fármaco puede ser de hasta quince años, por lo que una opción es investigar moléculas con otras posibles funciones además de para las que fueron diseñadas, y que ya fueron aprobadas para administrarse en pacientes.
Una de estas moléculas es la oxitocina, implicada en la regulación de distintas funciones fisiológicas como la respiración, la actividad cardiovascular, la alimentación, la interacción social, el estrés, la ansiedad y el dolor.
En diferentes estudios científicos clínicos mencionó, la doctora en Ciencias en la Especialidad de Neurofarmacología y Terapéutica Experimental, se ha demostrado que en pacientes con dolor crónico intratable provocado por algún tipo de cáncer, la administración de oxitocina en la médula espinal alivia el dolor y les ayuda a mejorar su calidad de vida.
Si bien existen diversas evidencias de que la oxitocina funciona como un analgésico, se desconocen los mecanismos por los cuales ejerce este efecto. En el proyecto “Papel de los endocannabinoides 2-araquidonilglicerol y la anandamida en la antinocicepción inducida por la oxitocina”, la también integrante de la American Pain Society propone estudiar la interacción del sistema oxitocinérgico con el sistema endocanabinoide.
En el sistema endocannabinoide está formado por receptores (CB1 y CB2), enzimas de síntesis, enzimas de degradación y cannabinoides endógenos la anandamida (araquidonil-etanol-amina) y el 2-AG (2-araquidonilglicerol), los cuales tienen un papel relevante en la coordinación del movimiento, en el aprendizaje, en las señales del dolor, en la regulación del apetito, en el funcionamiento del sistema inmunológico, entre otros.
Si bien, los endocannabinoides participan como un sistema de alivio del dolor, se desconoce si tienen un impacto en la modulación de los efectos analgésicos inducidos por la oxitocina y dilucidar este aspecto es el principal objetivo del proyecto de la doctora Salinas Abarca, quien espera, a partir de los resultados, “puedan identificarse blancos terapéuticos para desarrollar fármacos capaces de aliviar el dolor crónico”.
Noemí Rodríguez González.
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