Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/135/18
Ciudad de México, 4 de junio de 2018
El tráfico de influencias, la corrupción y los sobornos han sido parte de los escándalos que han sacudido al futbol mundial, de manera particular a la Federación Internacional del Fútbol Asociación (FIFA), que ha sido señalada por la presunta compra de votos para elegir a Rusia como sede del Mundial 2018, o la venta de derechos de transmisión muy por debajo de su valor real, así como otras situaciones que han sido documentadas desde hace algunos años.
Para Franco Bavoni Escobedo, quien obtuvo la licenciatura en Relaciones Internacionales por El Colegio de México y la maestría en Ciencias Sociales por la Universidad de Chicago, entre las condiciones que han permitido que la corrupción, el soborno y el tráfico de influencias florezcan en la FIFA están el poder político combinado con ingresos multimillonarios y la falta de control de los sistemas legales nacionales.
Durante su participación en el Primer Congreso Interuniversitario “Pensar el futbol desde el aula, la cancha y la grada”, en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, Bavoni Escobedo indicó que desde su creación, en 1904, la FIFA tuvo la intención de ser la institución rectora del futbol a escala global y lo logró, para ello estableció un control férreo sobre su ámbito de interés, el cual fue tan fuerte que en la actualidad el futbol competitivo está en mayor o menor grado subordinado a lo que indique esta organización.
“Los padres fundadores de la FIFA creían en la separación entre deporte y política, esta supuesta separación ha hecho extremadamente difícil que las cortes nacionales regulen las actividades de la Federación, ya que la mayor parte de las disputas en el mundo futbolístico se resuelven a través del arbitraje privado, y como la FIFA es una organización internacional tiene impunidad diplomática ante los tribunales nacionales”, expuso Bavoni.
Además, el investigador agregó que, a diferencia de las entidades gubernamentales del ámbito internacional como la Organización de las Naciones Unidas, el financiamiento de la FIFA no depende de sus miembros, por lo que la rendición de cuentas es un asunto interno.
Al poder político de la FIFA hay que añadirle para el análisis de los casos de corrupción en los que ha estado implicada, la dimensión económica. Dedicada principalmente al deporte profesional, la FIFA fue una de las pioneras en el proceso de comercialización del deporte moderno gracias a su producto estelar: la Copa del Mundo. Y fue a partir de la década de 1980 que empezó a recibir enormes ingresos por concepto de entradas, transmisión, patrocinios, etcétera. A finales de los años noventa el torneo pasó de ser de millones de dólares a un asunto de miles de millones de dólares, destacó el autor del libro Los juegos del hombre: identidad y poder en la cancha.
Como resultado de los ingresos que se generaron a partir de los derechos de transmisión y patrocinios, la FIFA estableció programas de desarrollo y asistencia financiera para cada una de las asociaciones miembro, pero los beneficiarios de dichos programas, es decir las federaciones de futbol de cada país, eran los responsables de elegir al presidente, lo que llevó al establecimiento de redes clientelares en las que a cambio de la asistencia que daba la FIFA las asociaciones respondían con votos.
El caso del suizo Joseph Blatter ilustra cómo todas estas circunstancias pueden ser usadas para permanecer en el poder. Después de su primera elección entre acusaciones de soborno en 1998, volvió a enfrentar adversidades durante su campaña de reelección en 2002. La organización no estaba en las mejores condiciones financieras y Michel Zen Ruffinen, en ese entonces secretario general de la FIFA, publicó un documento acusando a Blatter de mala administración, enriquecimiento personal, conflictos de interés y sobornos, y a pese a estos señalamientos Blatter fue reelegido, recordó Franco Bavoni.
Los problemas continuaron y tras la selección en 2010 de Rusia y Qatar como sedes de la Copa del Mundo 2018 y del 2022, respectivamente, y la reelección de Blatter en 2011, se tomaron nuevas medidas, entre éstas, la creación del Comité Independiente de Gobernanza, que propuso varias reformas encaminadas a perfeccionar el funcionamiento del Comité de Ética de la FIFA, y del Comité de Auditoría, para impulsar la rendición de cuentas, supervisión y verificación de la integridad de los funcionarios de alto nivel.
Los resultados de lo anterior fueron mixtos, por una parte, el trabajo del recién nombrado Comité de Ética llevó a la renuncia de varios integrantes del Comité Ejecutivo de la FIFA (cuyos miembros eran los responsables de seleccionar la sede de la fase final del campeonato del mundo) y otros funcionarios de alto nivel por violar el código de ética, pero por otra, las señales de alarma no cesaron.
En diciembre de 2014 Michael García, antiguo fiscal federal de Estados Unidos, principal encargado de vigilar las acusaciones de corrupción en lo que se refería a las sedes de los Mundiales de 2018 y 2022, renunció debido a que la FIFA rechazó publicar su reporte completo de 400 páginas.
Luego y como resultado de una investigación realizada por Estados Unidos, las autoridades de ese país arrestaron en diciembre de 2015 a 16 funcionarios de la FIFA incluyendo a dos de sus vicepresidentes, escándalos que provocaron la suspensión de numerosos contratos de patrocinadores.
“Blatter cayó en el 2015, pero de poco sirve un cambio de régimen si no se acompaña de una serie de reformas que atiendan al menos alguno de los puntos estructurales, como puede ser cambiar el principio de voto de un país; por ejemplo, que el delegado de las Islas Cook no tenga tanto poder como el de Alemania, Estados Unidos o Brasil en la elección del presidente de la FIFA”, reflexionó.
Para lo anterior, Bavoni Escobedo explicó que algunos analistas han propuesto el modelo de un jugador un voto; es decir, que el peso del voto de cada país dependa del número de jugadores registrados en cada federación, sin embargo “la dificultad de que esto se materialice se basa en que tendrían que votar a favor las tres cuartas partes del Congreso de la FIFA (que es su órgano supremo y legislativo), y es evidente que los países pequeños no votarán en contra de sus propios intereses”.
A principios de 2016 el Congreso de la FIFA aprobó una serie de reformas, entre las que destaca que esta comisión retoma la posibilidad de elegir la sede de la Copa del Mundo del 2026 para la que existen dos candidaturas: la de Marruecos y una conjunta presentada por Canadá, Estados Unidos y México.
Noemí Rodríguez González.
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