Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/127/15
México, D.F., 29 de mayo de 2015
Existen índices para cuantificar la desigualdad, tal es el caso del índice Gini, que mide hasta qué punto la distribución del ingreso -o, en algunos casos el gasto de consumo-, entre individuos u hogares dentro de una economía, se aleja de una distribución “perfectamente equitativa”. Y aunque se puede pensar que en los países ricos, como Estados Unidos, no existe disparidad en la distribución de la riqueza, esto no es así, aseguró el profesor James Mirrlees, de la Chinese University of Hong Kong, en la última de las tres conferencias que ofreció en su visita a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Una forma de entender las causas de la desigualdad, en este caso económica, es considerar que en la riqueza están relacionados los ciclos de vida de cada persona. Por lo general, los niños no tienen riqueza y una persona comienza a acumularla dependiendo de su ahorro, por lo tanto se podría pensar que a mayor edad, más riqueza, y esto a su vez nos llevaría a reflexionar en temas como las pensiones, añadió el Premio Nobel de Economía 1996 en su conferencia “Las causas y la forma de tratar la desigualdad social y económica”, ofrecida ayer en el auditorio “Alberto Barajas” de la Facultad de Ciencias.
Sin embargo, las razones que llevan a una persona a adquirir riqueza son variadas. Se debe tomar en cuenta dónde se localizadas las personas ricas, así como entender que las personas son diferentes y tienen distintas demandas. Bajo esta visión, se tendría que estudiar lo que sucede con la desigualdad de la riqueza y para ello habría que estudiar el ciclo básico de riqueza del individuo común. “Existen diferentes causas que generan desigualdad, por ejemplo, no todas las personas viven el mismo tiempo y, por ende, no generan la misma riqueza que los demás”.
Aunque este es un enfoque con el que se puede tratar de entender la desigualdad, “es necesario considerar que no sólo existe disparidad económica, las personas lucen diferentes a otras, viven en lugares con un entorno particular, tienen diferentes niveles de fuerza y viven ciclos de vida distintos; además, cada persona tiene habilidades particulares, sin olvidar que las oportunidades con las que cuentan también son diversas”.
Ante un público mayoritariamente estudiantil, el investigador Mirrlees señaló que se debe pensar la desigualdad en contexto y no sólo en el ámbito económico. “La desigualdad económica es algo que se puede modificar, lo mismo se aplica al resto de las desigualdades, esto nos lleva a pensar en las compensaciones y si deberíamos estar dando dinero a los enfermos, no sólo para contribuir a mejorar su situación de salud, sino para compensarlos”.
Sobre esto, el conferencista entonces planteó la pregunta de cómo se compensa a aquellos que padecen alguna desigualdad, por ejemplo, a los que tienen una salud menoscabada, en especial porque probablemente sea muy costoso llevarla a un nivel de salud promedio. Reconoció que este es un tema particularmente complejo para un economista, sobre todo si la idea es mejorar la distribución del ingreso, porque si se piensa en tomar el ingreso que consideramos le sobra a una persona para dárselo a otra, la otra pregunta sería qué daño se le hace tanto al primer sujeto como al que recibe el ingreso del otro. ¿Nos debería importar la desigualad económica? ¿Nos debería preocupar que alguien tenga más que otro?
Si la desigualdad de la riqueza importa, entonces cuáles son las causas de esta disparidad. Entre estas se encuentran, a decir del Premio Nobel de Economía 1996, el ingreso desigual, que hay personas que tienen más capital que otras, tal es el caso de cuando alguien lo hereda, o que hay personas que obtienen más por sus inversiones que otras.
Dinero llama dinero
Con el fin de entender cuánto de la desigualdad económica surge por la diferencia en el ingreso y en el capital, el doctor Mirrlees analizó diferentes investigaciones que se han realizado al respecto, y dedujo que el retorno del capital es una de las causas de la disparidad en el ingreso. Y al analizar la lista de los “súper ricos” que hay en el mundo, con más de mil millones de dólares, que publica anualmente la revista Forbes, propuso la idea de que los ricos pueden obtener un mejor retorno del capital de los no muy ricos, lo que lleva a pensar que “si ya son ricos van a ser más ricos”.
De acuerdo con datos del 2004-2014 sobre la riqueza, que Mirrlees y uno de sus estudiantes analizaron y que se refieren a la gente que está en el top 100 de los multimillonarios, advirtieron que estas personas tienen más de 60 años, de ellas, durante el periodo estudiado, desparecieron 20 de la lista: 17 fallecieron, otro donó su riqueza, uno más quedó en bancarrota y otro terminó en la cárcel.
“Entonces, podríamos decir que toma tiempo construir la riqueza, y un mayor retorno del capital generalmente implica un mayor riesgo y viceversa, un menor riesgo en la inversión del capital trae menor ingreso. En el grupo que estudiamos, la mayoría tiene más de 60 años y uno esperaría que los mayores no toman riesgos a la hora de invertir su capital, sin embargo lo hacen y así la riqueza que ya poseen puede incrementarse rápidamente”.
A manera de conclusión, James Mirrlees destacó que considera que la principal fuente de la desigualdad económica es la disparidad en el ingreso, pero ¿se debe aplicar un impuesto mayor a quién tiene un ingreso mayor y subsidiar a los que tienen un ingreso menor? Para tratar de responder a estas preguntas y antes de pensar en un impuesto mayor para quienes tienen un mayor retorno de capital, se debe tomar en cuenta que existen inversiones, que si bien pueden representar un mayor ingreso, también significan un gran riesgo para quien las hace.
Noemí Rodríguez González.
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