Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/179/11
México, D.F., 6 de septiembre de 2011
La alfabetización es un asunto de profunda convivencia humana; se aprende a leer y escribir como resultado del acceso a los distintos conocimientos y saberes desplegados en la interacción entre lectores y escritores en diversos contextos sociales, dice la investigadora del CINVESTAV Judith Kalman, experta en lengua escrita y alfabetización, quien agrega que el acceso a la cultura escrita depende, en gran medida, de la posibilidad de participar en su uso con personas que la conocen y utilizan de diversas maneras.
En ocasión del Día Internacional de Alfabetización, este 8 de septiembre, la primera investigadora en México reconocida con el Premio Internacional a la Investigación sobre Cultura Escrita de la UNESCO, en el 2002, comenta algunos aspectos concernientes a esta efeméride, la cual nos recuerda que en el mundo existen 774 millones de adultos que carecen de conocimientos básicos de lectura y escritura; es decir, uno de cada cinco adultos no sabe leer ni escribir y dos tercios de ellos son mujeres.
Leer y escribir -dice Kalman, miembro de la Academia Mexicana de Ciencias- son opciones culturales que ofrecen oportunidades para participar en la vida contemporánea: permiten el acceso al conocimiento; alimentan las posibilidades de reflexión sobre nuestro mundo; dan voz a nuestras ideas y opiniones y nos permiten difundirlas; explican fenómenos poco visibles y, sin embargo, trascendentes; divierten y deleitan la imaginación. Hoy en día, es cada vez más evidente que si bien la escritura es una opción cultural importante, no es la única; el sonido, el color, el movimiento y la imagen son otros modos de dotar de significado. , En la actualidad y cada vez en mayor medida, los textos escritos se vinculan de alguna manera con esos otros modos de significación, por eso los llamamos “textos multimodales”; cuando se trata de despliegues digitales, el movimiento, color, sonido e hipervínculos se vuelven componentes integrales de los textos. Esos elementos en interrelación aportan significado a lo escrito. Por ello, leer y escribir textos complejos implica también interpretar diferentes modos de significación y producir representaciones multimodales. Hay que tener presente que la interpretación y escritura de textos son prácticas sociales complejas y múltiples y su distribución social no es ni homogénea ni equitativa. Aun con la expansión de la educación básica y, más recientemente, la llegada de las tecnologías de información y comunicación no se eliminan esta diferencia de experiencias, y por lo mismo se mantienen la desigualdad en las oportunidades para alfabetizar y desarrollarnos como lectores y escritores. Es pocas palabras, la gente pobre tiene menos oportunidades de acceso a prácticas letradas, a diferencia de los sectores económicamente poderosos, y que ese acceso diferencial es causa y no efecto de formas de lo que algunos llaman “rezago educativo”.
AMC: En México, el 11% de la población infantil entre 6 y 14 años, no sabe leer y escribir. ¿Cómo se interpreta esta cifra, en contraste con el contexto mundial, y luego en el contexto nacional?
JK: Hay que ser cuidadoso con la lectura de la cifras, pues 84.5% de los niños incluido en esta cifra del 11% están entre los 6 y los 8 años, justo el periodo escolar en el que se aprende a leer en la escuela. Entre los niños de 8 a 14 años, prácticamente el 96% se consideran alfabetizados, una cifra que coincide con el período de escolarización y las cifras nacionales de la matrícula en la escuela. Esto significa que aproximadamente 4% de los niños entre los 8 y 14 años no saben leer y escribir. Estos niños generalmente viven en situaciones de pobreza, pueden ser hablantes de una lengua indígena, o no ir a la escuela; o incluso pueden ser niños que empezaron la escuela tarde y están aprendiendo. De ellos sabemos muy poco.
Una cifra más reveladora es la de la población alfabetizada de 15 años o más, el mismo censo reporta 92.4% a nivel nacional. Esto significa que a nivel nacional la población que se considera “analfabeta” es de 7.6%. En estados pobres como Chiapas, Oaxaca y Guerrero, por ejemplo, la proporción de analfabetas es de aproximadamente 18%. En cambio, en estados como Jalisco y Nuevo León, la cifra disminuye a 4.5%. En el Distrito Federal, 97% de la población se registra como alfabetizada. Es claro que el analfabetismo se relaciona sobre todo con condiciones socio-económicas, no es un fenómeno que ocurre al margen de ellas. Al respeto Paulo Freire decía que “uno no es pobre porque es analfabeta, sino que uno es analfabeta porque es pobre.”
En la página de CUÉNTAME, (http://cuentame.inegi.org.mx/poblacion/analfabeta.aspx?tema=P ), en donde se propone una serie de actividades para leer las estadísticas, simplemente se define “Analfabeta(o): Es la persona que no sabe leer ni escribir”, pero no detalla si esto significa que no sabe leer y escribir un mensaje, un libro, un folleto, una novela, un libro de ciencias o un texto periodístico. ¿Suponemos que toda la población debería saber leer y escribir lo mismo? ¿Si se puede leer un texto significa que también se puede escribir otro del mismo tipo? ¿Hay formas discursivas y textos más prestigiosos que otros? ¿Quién decide cuáles son esos textos de prestigio? Aunque las cifras recogidas pueden dar una idea muy general del índice de alfabetismo, desde mi punto de vista quedan muchas preguntas importantes sin contestar; por ejemplo, ¿qué se entiende por “ser alfabetizado”? ¿Cuáles son la prácticas de lectura y escritura efectivamente diseminadas entre la población? ¿Cómo se usa la lectura y la escritura en la vida cotidiana para participar en el mundo social? ¿Cuáles son las creencias de diferentes sectores de la población acerca de la diversidad de prácticas lecto-escritoras?
AMC: De alguna manera los índices de alfabetización en el país han ido aumentando, ¿se podría decir que se está en el camino correcto y que los programas destinados a disminuir el analfabetismo en México están funcionando?
JK: El incremento de los índices de alfabetización se debe más a la expansión de la escuela pública y la educación básica que a los programas de alfabetización para poblaciones jóvenes y/o adultos. A lo largo de los últimos sesenta años (aproximadamente), la extensión del sistema educativo ha llegado a una cobertura prácticamente universal en México pero topa con los límites de los niveles básicos de educación.
Alfabetizarse representa más que codificar y descodificar letras o frases escritas: implica apropiarse de discursos y formas de significar. Leer implica construir significados; y escribir, más allá de los usos operacionales, significa tener una voz y tomar la palabra y expresar ideas, experiencias, conocimientos y sentimientos propios.
Más que el aprendizaje de los aspectos rudimentarios de la lectura y la escritura, alfabetizarse significa utilizar la lectura y la escritura para participar en el mundo social y aprender a manejar el lenguaje escrito y otros modos de representación (imagen, diseño, sonido, movimiento) de manera deliberada e intencional para participar en eventos culturalmente valorados y relacionarse con otros.
AMC: ¿Qué diferencia hay entre la alfabetización y la educación básica? ¿Qué diferencia hay entre un programa para alfabetizar a jóvenes y otro a adultos?
JK: Durante los últimos 30 años la investigación educativa, nutrida por la socio lingüística, la antropología, la semiótica, la psicolingüística, el análisis del discurso y otros campos afines, ha mostrado que aprender a leer y escribir es un proceso que implica la apropiación de discursos, esto desde las formas de decir, significar, interpretar y expresar ideas provenientes de diferentes contextos comunicativos, sociales y culturales. Entonces resulta que alfabetizarse es un proceso largo, continuo que incluye tanto lo que se lee, como por qué se lee; qué se escribe, por qué se escribe, y que las actividades de leer y escribir siempre ocurren dentro de un contexto social y no de manera aislada. En este sentido se plantea que las formas de leer y escribir no son neutrales, sino que son intencionadas e implican relaciones sociales y de poder.
Desde aquí, en gran parte la educación se puede entender como un largo proceso continuo de alfabetización que lleva a la comprensión diversificada y cada vez más especializada de los textos escritos, de las formas de representar conocimientos y construir significados. Implica conocer y manejar diferentes lenguajes (la escritura y las matemáticas, por ejemplo); leer y escribir discursos de las diferentes disciplinas: la ciencia, las humanidades, la historia y la geografía, las artes y la tecnología; y participar de diversas situaciones y formatos comunicativos en los cuales se exponen, discuten, analizan acontecimientos y contenidos.
En síntesis, el acceso a la lectura y a la escritura se construye en las oportunidades para participar con otros lectores y escritores en eventos comunicativos donde lo escrito tiene un valor compartido y un papel central; es en las interacciones con los otros copartícipes y mediadores (en actos de lectura y escritura) donde uno aprende prácticas interpretativas y formas de expresión. En estas situaciones, los participantes interactúan y colaboran para comprender o elaborar discursos y para explorar diferentes maneras de decir y estar en el mundo. Desde esta mirada, el acento se quita del aprendizaje como un proceso enteramente individual que ocurre en la cabeza del aprendiz y se pone en lo que hacen y cómo conviven las personas en diferentes grupos sociales cuando leen y escriben textos.
Retomando la pregunta inicial: no se puede separar lo que se lee y escribe, cómo se lee y escribe, con quién se lee y escribe, el propósito de leer y escribir, de lo que se aprende. El camino al conocimiento es parte de él. La alfabetización implica necesariamente interactuar con textos, contenidos, actividades, procedimientos, y relaciones sociales entre lectores y escritores. Estos principios valen para grupos de niños, jóvenes y adultos y para cualquier comunidad de lectores y escritores.
Por ello, la investigación educativa de avanzada plantea que la contextualización de la lectura y escritura es central en el aprendizaje (y, por ende, en la enseñanza) de la lengua escrita. La descontextualización de destrezas como la ortografía, las reglas gramaticales, la velocidad lectora, el reconocimiento de palabras aisladas no contribuye a mejorar la fluidez lectora y la composición de textos y pueden, de hecho, obstaculizar el desarrollo de la comprensión lectora y la expresión de ideas.
AMC: Si retomamos el planteamiento que hace en sus trabajos en los que establece que la alfabetización conforma procesos de socialización y ciudadanización, ¿esto se podría aplicar en el marco del lema del Decenio de la Alfabetización como libertad, la alfabetización como un proceso a la libertad?
JK: Dos principios de las sociedades democráticas son la libertad de expresión y el derecho a la información. La lectura y la escritura son prácticas sociales poderosas para participar en el ejercicio de estos derechos; el debate público y ponderación de ideas multiplican los puntos de vista y potencian las formas de expresión.
En el sistema educativo de México, hoy, se tendrían que construir las oportunidades de experiencias lectoras para llegar a opiniones propias, pero también se debería enseñar a escuchar y comprender las ideas y propuestas de otros, no sólo con el propósito de comprender su significado, sino también bajo los principios de respeto y tolerancia, que no se aprenden “en las letras”, sino en la cotidiana convivencia con otros que piensan y actúan diferente. Actualmente, las sociedades reclaman una ciudadanía informada, pensante, crítica, y propositiva. La lectura y la interacción con otros en la confrontación de opiniones es uno de los medios para la formación ciudadana. La escuela y otras instancias educativas tienen, en este sentido, un papel fundamental en la formación de ciudadanos porque es en ellas donde se puede (y se debe) fomentar la discusión de los múltiples significados de un texto y la exploración de ideas y formas de expresión. Estas prácticas son una parte de la formación de un lector crítico y un escritor con voz propia.
Judith Kalman es licenciada en Lenguas Hispanas en la UNAM, obtuvo la maestría en Investigación Educativa en el Departamento de Investigaciones Educativas del CINVESTAV, el doctorado en Educación con especialidad en Lenguaje y Alfabetización en la Graduate School Education University of California, Berkeley, y el posdoctorado en la National Academy of Education de la Spencer Fundation.
Su investigación titulada “Saber lo que es la letra: vías de acceso a la cultura escrita para un grupo de mujeres de Mixquic” ha ayudado, dice la UNESCO, a mejorar los procesos de apropiación de la lengua y a comprender las implicaciones que la lectura y la escritura tienen como herramienta de solidaridad y cambio social.
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