• Miércoles, julio 17, 2024

JOSÉ RAMÓN COSSÍO DÍAZ

Por Héctor Fix-Zamudio*

El doctor Héctor Fix-Zamudio.
El doctor Héctor Fix-Zamudio
Foto: AMC.

Se me ha conferido el grato, pero difícil honor de responder al enjundioso discurso de ingreso que ha pronunciado el distinguido jurista José Ramón Cossío Díaz, con motivo de su incorporación a esta institución cultural de interés público.

Y afirmo que es difícil porque el currículum académico del doctor Cossío es sumamente extenso, y por ello se le puede calificar de impresionante, por lo que únicamente haré hincapié en sus principales aportaciones que son esencialmente académicas, ya que si bien ha desempeñado algunas funciones públicas particularmente en el Poder Judicial de la Federación, su desempeño en los campos de la docencia y de la investigación jurídica es predominante y sus aportaciones muy numerosas.

El doctor Cossío nació en la Ciudad de México en el año de 1960, donde cursó su educación básica y una vez concluida la preparatoria, en virtud a la precaria salud de su padre, tuvo que trasladarse a la ciudad de Colima, donde realizó sus estudios de licenciatura en la Facultad de Derecho de la Universidad de Colima, terminando en 1984, logrando las máximas calificaciones y una tesis premiada. Fue en esa época cuando lo conocí y sugerí que continuara sus estudios de posgrado en la ciudad de Madrid, donde siguió con su preparación, tanto en el Centro de Estudios Constitucionales como en la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense, bajo la dirección del profesor Manuel Aragón Reyes, quien es conocido por su seriedad en la dirección de tesis doctorales.

Por esos años viajaba con frecuencia a España, particularmente a Madrid. Cada vez que lo hacía, entraba en contacto con los becarios mexicanos, y en especial con José Ramón. En los años de 1986 a 1988, el entonces becario culminó sus estudios de doctorado, con una brillante tesis que el jurado calificó con la máxima distinción: Suma cum Laude. Tuve la oportunidad de asistir a su examen, al hacer una escala en Madrid, con motivo de un viaje que realicé a la ciudad de Ginebra.

Al regresar a nuestro país, el joven doctor Cossío decidió residir en la Ciudad de México, y debido a sus antecedentes académicos, ingresó al Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, primero como Técnico Académico en octubre de 1986 y posteriormente como Investigador Asociado C. En ambos casos, de tiempo completo, en el período de mayo de 1989 al 6 de junio de 1990.

Durante su estancia en nuestro instituto, continuamos nuestros vínculos académicos e incluso pude orientarlo y despertar su interés en el estudio de la Teoría General del Proceso. No obstante las diferencias de edad, además de compartir intereses académicos, iniciamos una amistad muy cercana que se ha prolongado hasta la actualidad. Esto me ha permitido ser testigo de todos sus éxitos, primordialmente académicos pero también profesionales; así como en el servicio público, preferentemente en el Poder Judicial de la Federación. En este sentido, existe paralelismo, aun cuando separado en el tiempo, en cuanto a nuestras actividades, especialmente las actuales, ya que por mi parte, ingresé el año de 1945 a la Suprema Corte de Justicia, aún como estudiante en la entonces Escuela Nacional de Jurisprudencia de la UNAM, y durante varios años tuve la intención de seguir la carrera judicial, pero después de casi veinte años de esa labor, me percaté que mi verdadera vocación era la academia, y a fines de 1964, tomé la decisión de dedicarme plenamente a la docencia y la investigación en la Universidad.

La muy extensa producción de José Ramón Cossío abarca todos los aspectos de las actividades académicas, y si bien en menor escala, debido a su labor como ministro en la Suprema Corte de Justicia, continúa muy activo en todos los sectores de las actividades académicas, no obstante los requerimientos de la labor judicial, ya que cuando existe una verdadera vocación académica, no es posible prescindir de ella por apremiantes que sean las exigencias de la vida profesional.

Desde esa época, mantuvimos cercanía y nos reuníamos con frecuencia para discutir algunos temas de derecho público, en los cuales existe un interés común. Cuando mi entrañable amigo Jorge Carpizo fue designado ministro de la Suprema Corte de Justicia, surgió la oportunidad para impulsar a José Ramón Cossío a que se desempeñará en ese órgano judicial, donde fue nombrado secretario particular del nuevo ministro. Tiempo después, cuando el doctor Carpizo solicitó licencia para presidir la naciente Comisión Nacional de los Derechos Humanos, José Ramón Cossío fue adscrito como secretario de Estudio y Cuenta a la ponencia del ministro Ulises Schmill (quien por cierto, también fue investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas), de agosto a diciembre de 1990. Posteriormente cuando el doctor Schmill fue designado por sus colegas como presidente del alto tribunal, nombró a José Ramón Cossío su coordinador de asesores, en el período del 10 de enero de 1991 al 3 1 de diciembre de 1994.

Una vez concluida esta etapa dedicada a las labores judiciales, el doctor Cossío retomó a sus principales actividades, las académicas, ya que fue designado Jefe del Departamento de Derecho del Instituto Tecnológico Autónomo de México, en el cual había impartido cátedra todo el tiempo de su adscripción a la Suprema Corte de Justicia. Este último cargo lo desempeñó del 2 enero de 1995 hasta el 30 de noviembre de 2003. Me consta que los lineamientos que estableció en ese cargo fueron muy importantes para el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), ya que se preocupó y logró mejorar la calidad de la enseñanza y la investigación jurídicas en esa institución, con un impacto muy positivo tanto en la integración del profesorado, como en los métodos de enseñanza e investigación.

En noviembre de 2003, una vez que fue designado ministro de la Suprema Corte de Justicia, el doctor Cossío tuvo que renunciar a su cargo en el ITAM. Estoy seguro que con posterioridad a esa importante responsabilidad, volverá a su principal vocación, la académica, la que tampoco ha abandonado por completo, a partir de su designación en el más alto tribunal, ya que ha seguido impartiendo cátedra en el mencionado Instituto Tecnológico, en la medida que lo han permitido sus labores judiciales, que son intensas, y ha continuado la publicación de artículos y libros en diversos sectores del derecho público.

Con las líneas anteriores, he tenido el propósito de demostrar que las preocupaciones fundamentales del Doctor José Ramón Cossío han sido preferentemente las académicas, que ha continuado inclusive hasta la actualidad. Esto lo entiendo en lo personal, ya que en su momento experimenté una situación análoga, pues también mis dos grandes ocupaciones han sido la academia y la judicatura, así sea en épocas distintas. En una primera etapa, mi vida profesional estuvo dedicada a las funciones judiciales, las que por cierto, en su mayor parte igualmente las desempeñé en la Suprema Corte de Justicia, aunque no en un cargo tan elevado como el del doctor Cossío, y el resto lo he dedicado a la vida académica.

No es mi propósito aburrir al auditorio con una descripción detallada de todos los logros del doctor Cossío, que han sido numerosos y constantes, por lo que señalaré únicamente breves notas ilustrativas. Comenzaré por mencionar que como resultado entendible, y debido a sus importantes contribuciones en el campo de la investigación jurídica y en general, de las ciencias sociales, el doctor José Ramón Cossío recibió numerosas distinciones y premios, los que resultaría muy difícil enumerar, por lo que me limito a destacar los dos que considero de mayor trascendencia: en primer lugar, en el año de 1998, obtuvo el Premio Nacional de Investigación en el Área de Ciencias Sociales de parte de la Academia Mexicana de Ciencias, otorgado por su destacada labor como investigador con una amplia trayectoria académica; y en segundo término, en el año de 2009, recibió del Poder Ejecutivo Federal, el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el campo de Historia, Ciencias Sociales y Filosofía, entregado el 9 de diciembre de ese año.

El doctor Cossío ha publicado veintiún libros, y aunque la mayoría trata diversos temas jurídicos, también incluye en su producción bibliográfica algunos estudios relativos a los problemas sociales y económicos de nuestro país. Diecinueve de ellos han aparecido en varias editoriales mexicanas de prestigio, uno en España y otro en los Estados Unidos. Para citar algunos ejemplos que pueden considerarse de mayor trascendencia, destaco: Derechos y Cultura Indígena: los dilemas del debate jurídico, Los problemas del derecho indígena de México; Derecho y análisis económico; y Poder Judicial en el ordenamiento mexicano; este último, lo menciono no por haber participado en mi carácter de coautor, sino por ser actualmente el único estudio integral sobre el Poder Judicial mexicano, tanto en la esfera local como federal. Esta obra fue publicada en 1996, por el Fondo de Cultura Económica y ha tenido varias reimpresiones. Tenemos el propósito de actualizarlo, sin embargo, no ha resultado sencillo debido a las sustanciales transformaciones de los organismos judiciales de las Entidades Federativas y el Distrito Federal. Es una obra singular, pues debe tomarse en cuenta que en la materia, sólo existe el estudio del destacado jurista mexicano del siglo XIX, Jacinto Pallares, El Poder Judicial, México, Imprenta del Comercio de Nabor Chávez, 1874.

Por otro lado, la producción del doctor Cossío abarca numerosos artículos en revistas especializadas, capítulos de libros, así como ponencias en congresos, paneles y simposia, los que en total, ascienden a más de un millar, aparecidos tanto en México como en el extranjero. Debo hacer hincapié en la muy amplia labor de divulgación del doctor Cossío, pues quincenalmente desde hace vanos años, ha publicado numerosos escritos, principalmente en los periódicos Milenio y El Universal. Subrayo esto último ya que la actividad de hacer llegar a un público amplio y no especializado, reflexiones apoyadas en estudios científicos, reviste una peculiar trascendencia en la labor de El Colegio Nacional.

En efecto, de acuerdo con el artículo segundo del Decreto de creación de este Colegio Nacional, expedido en el año de 1943 y modificado en 1971, se dispone que el propósito general de la institución debe ser la impartición por hombres eminentes, de enseñanzas que representen la sabiduría de la época, esforzándose porque el conocimiento especializado de cada una de las cátedras concurra, fundamentalmente a fortalecer la conciencia de la nación, perpetuada en generaciones sucesivas de personas relevantes por su ciencia y virtudes.

En mi concepto, y creo que comparto el sentimiento generalizado de los miembros de El Colegio Nacional, además de las cátedras científicas impartidas a nuestros colegas sobre sus diversas especialidades, debe también realizarse una amplia labor de divulgación para que de manera accesible, ese conocimiento especializado pueda ser comprendido por el número más amplio posible de personas, y de esta manera, pueda fortalecerse la conciencia de la nación, no únicamente por aquellos que dominan los conocimientos científicos, sino también por quienes no los tienen al alcance o carecen de ellos.

Finalmente, quiero resaltar que el doctor Cossío, en unión de nuestro colega, el doctor Francisco Bolívar Zapata, han desarrollado una intensa labor de acercamiento entre El Colegio Nacional y el Poder Judicial de la Federación, con el importante propósito de hacer llegar a nuestros jueces y magistrados, el conocimiento de las diversas especialidades de los integrantes de este Colegio. Para cumplir este objetivo, se programaron y efectuaron varios ciclos de conferencias en el Instituto de la Judicatura Federal (que es el organismo de preparación y actualización de los miembros del Poder Judicial), las que fueron impartidas por nuestros colegas, para que esos funcionarios públicos judiciales se familiaricen con la labor de nuestra Institución.

Con lo anterior, creo haber trazado de manera breve y sintética, los méritos académicos del nuevo miembro de El Colegio Nacional, a quien en este momento damos la bienvenida, destacando su preocupación por hacer llegar su conocimiento a un público no especializado. Le deseo en nombre de todos los miembros de El Colegio Nacional, un gran éxito en sus actividades futuras, que debido a su edad esperamos que se prolonguen por muchos años.

Gracias a todos los presentes por su atención.

Texto leído por el autor el 11 de febrero de 2014 en respuesta al discurso de ingreso del doctor José Ramón Cossío Díaz como miembro de El Colegio Nacional. El título es de la redacción.

* Investigador emérito del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM. Miembro de El Colegio Nacional y de la Academia Mexicana de Ciencias.

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