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INNOVACIÓN, EJE PARA ASEGURAR LA PROSPERIDAD ECONÓMICA: ALCOCER

Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/221/14
México, D.F., 22 de junio de 2014

  • Es importante identificar proyectos conjuntos o iniciativas concretas que permitan lograr un avance para los tres países en temas estratégicos como cambio climático, agua, o tópicos relacionados con la nutrición, preocupaciones que son compartidas por los tres países
  • El doctor José Franco ha encabezado a la Academia con un gran entusiasmo, con una visión clara de la importancia que la ciencia tiene para un país que aspira a ser más justo, con un desarrollo más sustentable, basado en el conocimiento. La Academia ha hecho que la agenda de ciencia sea cada más visible dentro de las consideraciones de la política pública, dijo el subsecretario
El doctor Sergio Alcocer, subsecretario para América del Norte de la SRE y miembro de la Academia Mexicana de Ciencias.
El doctor Sergio Alcocer, subsecretario para América del Norte de la SRE y miembro de la Academia Mexicana de Ciencias.
Foto: Elizabeth Ruiz Jaimes/AMC.
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Los tres países firmantes del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) han acordado que innovación es el tema que debe ser eje de desarrollo para avanzar más rápido en una agenda que asegure la prosperidad económica, pero sobre todo, mejore la calidad de vida de sus sociedades, dijo Sergio Alcocer Martínez, subsecretario de Relaciones Exteriores para América del Norte en la Casa de la Universidad de California en la Ciudad de México.

Entrevistado con motivo del simposio titulado New Horizons in Science (Nuevos Horizontes en la Ciencia) convocado por las Academias de Ciencias de Canadá, Estados Unidos y México, destacó que para lograr lo anterior es “necesario pasar por la ciencia y por la ingeniería”.

Destacó la relevancia de la reunión promovida por los representantes de los grupos científicos de las tres academias, “esto habla de la sinergia que se da a nivel de gobierno, y por otro lado de la importancia que se le piensa dar a este tema de manera regional, no únicamente local o binacional”.

Alcocer Martínez reconoció que el sistema científico mexicano es pequeño comparado con el de Estados Unidos o Canadá, pero consideró que la manera de crecer era identificado “proyectos conjuntos o iniciativas concretas que nos permitan elaborar alrededor de ellas y lograr un avance para los tres países en temas estratégicos como cambio climático, agua, obesidad o tópicos relacionados con la nutrición, temas que son compartidos por los tres países”.

El funcionario opinó que en la medida en que se puedan identificar temas como los anteriores y lanzarlos como iniciativas trinacionales, será la mejor manera para el caso mexicano y poder ir elevando el nivel, así como atraer el interés de los jóvenes.

Dijo que “es importante hacer conciencia (en los empresarios) de que el desarrollo está basado en la innovación y al reconocerlo es claro que no se resuelve esto con servicios, sino con un mejoramiento en la calidad de los mismos y con el desarrollo de nueva tecnología que permita a las empresas ser más competitivas, lo que implica desarrollar más y mejor conocimiento y buscar aplicarlo”.

Sobre el mismo tema opinó que no le debe ser ajeno a las empresas acercarse a las universidades y centros de investigación públicos o privados, “necesitamos convencerlos, seguir trabajando para que el sector privado mexicano aporte recursos a la investigación, pero también es necesario reconocer que la evaluación de los sistemas académicos mexicanos debe permitir este tipo de iniciativas y admitir que no siempre las iniciativas son exitosas”.

Ocurre, dijo, que una idea que presumiblemente es innovadora y con una gran inventiva no siempre va a terminar siendo exitosa, sobre esto hay historias a nivel mundial, hay que ver el número de fallas contra el número de éxitos y eso se debe reconocer. “Tenemos que insistir en la creación de un ecosistema completo para que la innovación se dé y es en ese sentido que vamos a lograr ver participación de las empresas”.

Alcocer Martínez mencionó que para apoyar esta idea han surgido nuevas iniciativas en el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y en el Instituto Nacional del Emprendedor para apoyar a la pequeña y mediana empresas, aunque admitió que naturalmente no se ven resultados de inmediato.

Habló igualmente de la creación del Consejo México-Estados Unidos de Emprendimiento e Innovación, donde “ya hay estrategias bien claras, bien definidas sobre cómo apoyar a estas empresas para que asuman las mejores prácticas compartidas por los dos países en donde haya una mayor posibilidad de innovación y de emprendimiento”.

Aseguró que existen proyectos concretos en este sentido pero que toman tiempo implantarse. Existen casos, incluso, sostuvo, que implican cambio de cultura pues se necesita que los jóvenes, por ejemplo, egresados de las universidades tengan no solo espíritu crítico, sino también emprendedor para generar nuevas ideas y poderlas materializar.

El TLCAN

En opinión de Alcocer Martínez, el TLCAN ha promovido o generado un interés en ciertas áreas del conocimiento, y es el caso el tema relacionado con la industria automotriz, un sector tradicionalmente reconocible en este tratado, en cuyo entorno hay grupos de investigación en diferentes partes del país que desarrollan nuevos materiales, sistemas, software y que a su vez ha tenido una vinculación fuerte con la ciencia.

Pero ahora, señaló, “lo estamos viendo también con fuerza en la industria aeroespacial, que empieza a tener un auge importante en el país, además de Estados Unidos y Canadá, por eso (hay que identificar) un tema que sea común a los tres países y resulte de interés para los tres gobiernos. Facilitemos que se den estos intercambios científicos y tecnológicos e involucremos a las empresas y a las comunidades científicas”.

Por lo anterior, destacó que este encuentro de intercambio de conocimiento trilateral resultaba útil, ya que “uno aprende qué es lo que funciona en un país -que no necesariamente hay que copiar-, son experiencias muy valiosas, como las canadienses, por ejemplo, con sus centros de excelencia, donde han logrado aglutinar a los mejores investigadores en una manera virtual sobre un tema en particular y las redes de Conacyt que de alguna manera van por ahí”.

Por otro lado, el funcionario, doctor en ingeniería, miembro de la Academia Mexicana de Ciencias, mencionó que los modelos de la vinculación universidad-empresa que tienen los estadounidenses son dignos de revisar, y ver cómo se puede articular en nuestro contexto. “Ya la Fundación México-Estados Unidos está tratando de trabajar con el Conacyt en este tema, (…) siempre es útil conocer cómo se acercan los sectores y poder facilitar los intercambios”.

Los casos mexicanos que pueden compartirse, precisó, son los fondos sectoriales, pues son ejemplo de direccionalidad de los recursos para apoyar la investigación; los centros de innovación en energía impulsados por la Secretaría de Energía y el Conacyt, son casos interesantes en ese sentido y pueden ser emulados por otros países, “sin duda hay experiencias que México puede compartir”.

La Academia interlocutora

Sergio Alcocer sostuvo que en este marco de colaboración y cooperación en temas de corte científico, la Academia Mexicana de Ciencias juega un papel muy relevante al representar a la comunidad científica y ser interlocutora con el gobierno, generando ideas para la elaboración de políticas públicas y, sobre todo, transmitiendo no solo la importancia per se de la ciencia, sino el impacto que tiene en la solución de los problemas que aquejan a nuestro país.

“El doctor Franco ha encabezado a la Academia con un gran entusiasmo, con una visión clara de la importancia que la ciencia tiene para un país que aspira a ser más justo, con un desarrollo más sustentable, basado en el conocimiento. La Academia ha hecho que la agenda de ciencia sea cada más visible dentro de las consideraciones de la política pública”.

Elizabeth Ruiz Jaimes

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