Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/070/20
Ciudad de México, 02 de octubre de 2020
“Los dos caminos para conseguir la inmunidad colectiva frente a esta pandemia causada por Covid-19 son: tener una vacuna o haber superado la infección; la primera opción es la más deseable y aparentemente está avanzando muy rápido. La segunda, esperar a que la población logre la inmunidad de manera natural, traería muchas muertes de por medio”, señaló José Moreno Rodríguez, director de Investigación y Enseñanza del Hospital Juárez de México.
En una conferencia virtual, organizada por la Academia Mexicana de Ciencias, el investigador explicó cómo funciona el sistema inmune, cómo se defiende el cuerpo humano a través de: la inmunidad innata y la inmunidad adaptativa. “La respuesta inmune es un conjunto de células y moléculas que están destinadas, entre otras funciones, a prevenir que los agentes patógenos nos colonicen y nos conquisten”, dijo.
El SARS-CoV-2 entra al cuerpo humano, generalmente por vía respiratoria, se le llama coronavirus por su aspecto de corona, la cual está formada por varios tipos de proteínas que sobresalen de la envoltura que recubre el material genético (RNA). Una de esas proteínas es clave para la infección, la denominada Spike (S), que es la llave de entrada a las células humanas. Una vez dentro, el virus introduce su RNA, que codifica las proteínas virales, y la célula replica y traduce este material a proteínas como si fuera propio. Cada célula infectada produce múltiples copias de nuevos coronavirus, las cuales salen en busca de nuevas células para seguir replicándose.
Inmunidad Innata
Este tipo de inmunidad, explicó, está presente en todos los organismos multicelulares, es una respuesta inmediata, cambia parcialmente mientras tenemos al agente infeccioso presente en el organismo, una vez que este agente infeccioso se va, la inmunidad innata regresa a la normalidad. Si regresa el agente infeccioso, esta inmunidad vuelve a activarse desde el principio como si nunca hubiera estado en contacto con este agente infeccioso.
Para el caso de los virus el componente más importante de la inmunidad innata lo constituyen los interferones tipo 1 y tipo 3. Estos se encargan de eliminar al virus en su fase intracelular manteniendo viva a la célula. Activan genes que codifican proteínas y otros RNA´s antivirales, la célula infectada se cura, es el único mecanismo del cuerpo que elimina al virus sin matar a la célula. “Aparentemente el SARS-CoV-2 tiene un efecto en el organismo que hace que haya una disminución en la producción de estos interferones en las células que infecta, es uno de sus mecanismos de resistencia a nuestro sistema inmune”.
Inmunidad adaptativa
“Esta inmunidad surge con la aparición de los vertebrados en la tierra, todos tienen formas muy parecidas de este tipo de inmunidad, difiere de la inmunidad innata porque una vez que tenemos contacto con un agente infeccioso queda un registro, así que en una segunda ocasión que el agente ingresa, el organismo responde contra él mucho más rápido, lo recordamos gracias a la memoria inmunológica. Este es el fundamento de la resistencia de las infecciones en una segunda ocasión o después de la vacunación”, explicó.
Para entender mejor agregó que si nos da viruela y sobrevivimos no nos vuelve a dar, si nos da sarampión una vez y sobrevivimos no nos vuelve a dar y así muchas enfermedades. Hay enfermedades que no son muy amigables con nosotros, aun teniendo inmunidad contra ellas no logramos eliminarlas por completo, la tuberculosis es una de ellas, el VIH, los herpesvirus, etcétera, pero la inmunidad sí logra controlar o por lo menos mantener a raya a algunos de estos agentes infecciosos, por decirlo de manera coloquial.
La inmunidad adaptativa de los mamíferos, incluyendo los seres humanos, consta de componentes esenciales linfocitos T CDB+ (citotóxicos), linfocitos T CD4+ (ambos componentes de la inmunidad celular) y Linfocitos B (componentes de la inmunidad humoral). Los primeros eliminan células infectadas por virus, por lo que dejan lesiones; los segundos inducen, coordinan y amplifican las respuestas de linfocitos B y linfocitos T CD8+, producen proteínas llamadas citocinas que son activadores de funciones celulares que llevan, entre muchas otras cosas, a la inflamación y a la eliminación del agente infeccioso; mientras que los terceros producen anticuerpos específicos, que son proteínas que, se unen a los componentes virales y ayudan a eliminarlo, así como a neutralizarlo e inactivarlo. Los anticuerpos contra las proteínas virales que se unen a los receptores celulares, bloquean la unión de la proteína con el receptor y por lo tanto la invasión de la célula.
“Esto es fundamental para la memoria inmunológica y así prevenir que una misma enfermedad no nos vuelva a dar. Sin embargo, en la secuencia de eventos de la respuesta inmune durante una infección, son los últimos que aparecen, por lo cual éstos no impiden que una enfermedad prospere en su inicio y es muy probable que si la enfermedad es grave, los anticuerpos no alcancen a ejercer su efecto benéfico. Sin embargo, aquellos individuos que sobreviven a la enfermedad tienen anticuerpos que ayudan a que no les vuelva a dar la enfermedad (en esto también participan los linfocitos T de memoria) pero la parte más importante de la memoria para no adquirir nuevamente la enfermedad son los anticuerpos”.
Aquí es donde entran las vacunas, lo que hacen es entrar al organismo, estimular al sistema inmune como si fueran la enfermedad pero sin producirla y de esta manera permiten que el organismo transite a la producción de anticuerpos y una vez que estos están presentes si la enfermedad nos llega ya nos afecta o si lo hace es de forma mínima. Por todo lo anterior, lo que buscamos principalmente con una vacuna, es la producción de anticuerpos neutralizantes, subrayó Moreno Rodríguez.
El inmunólogo dijo que la importancia de entender cómo reacciona el sistema inmune ante el SARS-CoV-2 en personas con enfermedad leve o grave, ayuda a definir los blancos de ataque de las vacunas. De hecho las vacunas más avanzadas que actualmente se encuentran en desarrollo van dirigidas a desencadenar una respuesta inmune hacia la proteína S del coronavirus. A la fecha, hay más de 300 candidatas a vacunas de SARS-CoV-2 desarrolladas con distintas trecnologías. Por lo menos siete de ellas se encuentran ya en fase 3 de exterimentación y, de no haber efectos indeseables graves durante esta fase, se prevé que empiecen a liberarse a partir de diciembre de 2020 o enero de 2021 y si todo va bien, con amplia distribución para junio o julio de 2021.
La pandemia causada por el SARS-CoV-2 inició en noviembre de 2019, en Wuhan China. Llegó a México en febrero de 2020, el primer caso se registró el día 29 de ese mes; fue en marzo de este año cuando la Organización Mundial de la Salud declaró a Covid-19 como pandemia. A la fecha, el registro mundial de proyectos de vacunas candidatas es de 321 a nivel mundial.
La conferencia virtual que fue presentada por la presidenta de la Academia Mexicana de Ciencias, doctora Susana Lizano Soberón, puede ser consultada en los canales oficiales de la AMC: https://www.youtube.com/watch?v=Ry441vVkWBg
Elizabeth Ruiz Jaimes
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