Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/195/14
México, D.F., 06 de junio de 2014
Este día con la llegada de 16 delegaciones estatales, dará inicio la final nacional de la VIII Olimpiada Mexicana de Historia (OMH), la cual se realizará del 6 al 9 de junio en Ixtapan de la Sal, Estado de México, sede del certamen que organizan de manera conjunta la Academia Mexicana de Ciencias y Fundación Televisa.
El coordinador nacional del concurso, el historiador Alfredo Ávila Rueda, dijo que tras ocho años de celebrarse la olimpiada, se ha convocado a más de un millón de estudiantes entre 12 y 16 años, y para responder a este entusiasmo, el comité organizador decidió esta vez ampliar el cupo para la etapa nacional y serán 120 jóvenes ––75 hombres y 45 mujeres–– los que estarán buscando los primeros cinco lugares para avanzar posteriormente a la gran final, la cual se transmitirá por televisión para definir al ganador absoluto de la olimpiada.
Ávila Rueda, investigador en El Colegio de México, mencionó que la Olimpiada Mexicana de Historia tiene objetivos más ambiciosos de lo que a primera vista se pueden observar, ya que pretende que los jóvenes no se limiten solo a responder con datos y de memoria.
“Me interesa resaltar que lo que hacemos en la olimpiada, a partir de lo que creemos es la función de la historia, es fortalecer los aspectos de comprensión. Resulta difícil introducir este concepto en las primeras dos etapas del concurso, porque los exámenes son de opción múltiple debido a la gran cantidad de niños que se inscriben ––en promedio 150 mil por año–– pero hemos hecho un enorme esfuerzo para incluir, por ejemplo, líneas de tiempo, mapas para ubicación geográfica, columnas que relacionan causas con efectos (…) Eso es lo que hemos tratado de hacer y se manifiesta de manera más clara en la final nacional, donde los alumnos prácticamente no van a responder datos sino van a analizar, investigar, contextualizar y escribir su propia versión de la historia”.
Este fin de semana, en el muy conocido balneario mexiquense de Ixtapan de la Sal, los alumnos participantes deberán mostrar sus conocimientos sobre las épocas Prehispánica, Colonial y de los siglos XIX y XX a través de dos exámenes. Para resolverlos los organizadores les entregarán diversas fuentes y documentos históricos.
En el diseño de las pruebas participaron historiadores especialistas en cada uno de las épocas, como las investigadoras Erika Pani y Valeria Sánchez, del Centro de Estudios Históricos de El Colegio de México; y Estella Roselló, Berenice Alcántara, Susana Sosenski e Iván Escamilla, del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México, quienes son integrantes del comité organizador.
De acuerdo con el programa, los 120 mejores jóvenes estudiantes de la historia de México disfrutarán de actividades recreativas, pues los organizadores consideran que haber llegado a esta etapa los hace ya ganadores.
Los beneficios del estudio de la historia
Alfredo Ávila consideró que el estudio de la historia tiene muchos efectos positivos en la educación de los niños, que quizá éstos no sean prioritarios para los historiadores profesionales, pero sí para la Secretaría de Educación Pública, ya que la historia, dijo, es civismo.
Sobre esto explicó que para los planes y programas de estudio en este país, por lo menos desde el siglo XX, justo después de la Revolución Mexicana, la historia se convirtió en la materia cívica por excelencia. “Con esto quiero decir que los estudiantes aprendían historia, fundamentalmente historia de México, para fortalecer un espíritu nacional y de colaboración en la comunidad, pero también con la nación, con las virtudes y elementos negativos que esto trae”.
Entre las virtudes se encontraba reforzar vínculos de solidaridad y de compromiso con la sociedad; y entre los efectos negativos habría que recordar, por ejemplo, que durante mucho tiempo se enseñaba a los niños que solo había una idea de nación y no varias posibilidades, o que México tenía una única identidad en vez de ser un país plural.
Pero desde una perspectiva más académica, profesional, indicó Ávila Rueda, la historia tiene otros efectos positivos en los jóvenes mexicanos, como la memoria, aunque a veces, o muchas veces, no es bien entendida y es subestimada.
“La memoria es importantísima, no podemos entrar al análisis y a la comprensión si no sabemos de inicio qué estamos analizando y qué queremos comprender, y eso solo lo sabemos con recordar y memorizar”.
La memoria, describió el especialista en historia de la cultura política y del pensamiento en el primer tercio del siglo XIX mexicano, tiene muchos niveles, desde la más básica hasta la formación de memorias comunitarias, locales, nacionales o supranacionales como el Holocausto durante la Segunda Guerra Mundial, que forma parte de una memoria colectiva de buena parte de la humanidad.
“A nivel más local o nacional, por ejemplo la Revolución Mexicana los historiadores la analizamos de una manera, pero en la memoria colectiva tiene otras características que son mucho más ricas que el mejor análisis o mera descripción de datos”.
Un tercer elemento que el doctor Alfredo Ávila trata de impulsar más como resultado de la historia para los jóvenes y que tienen que ver con la capacidad para comprender, analizar y explicar lo que pasa en el mundo desde una perspectiva histórica, es a partir de algunos elementos como son la comprensión del tiempo y del espacio, el contexto y la causalidad.
La VIII Olimpiada Mexicana de Historia tendrá el primer examen este sábado 7 de junio después de la ceremonia de inauguración; al día siguiente se aplicará la segunda prueba, y el lunes se conocerán a los cinco primeros lugares de la etapa nacional.
Fabiola Trelles Ramírez
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