Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/053/17
Ciudad de México, 8 de marzo de 2017
Una investigadora puede librar distintas batallas: a nivel microscópico para conocer los mecanismos evolutivos de la Escherichia coli, un tipo de bacteria que vive en el tracto gastrointestinal y de la cual algunos tipos pueden ocasionar diarreas e incluso la muerte; la otra batalla es personal, por abrirse camino en un mundo académico con presencia predominante de hombres y combinar la pasión por la ciencia con el hogar y la crianza de los hijos.
Un día normal en la vida de Ayari Fuentes Hernández, investigadora en biología de sistemas en el Centro de Ciencias Genómicas (CCG) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), es desde muy temprano levantarse y ayudar a sus dos hijas de 4 y 1.5 años de edad a vestirse y desayunar para llevarlas a preescolar y guardería, de ahí se traslada al laboratorio en donde responde correos, atiende a sus alumnos de licenciatura y maestría, da clases, come, y luego dedica de cuatro a cinco horas a proyectos de investigación y regresa a casa a continuar con las tareas del hogar.
Aunque es una labor compartida con su esposo, Ayari reconoce que compaginar la maternidad con la ciencia ha sido complicado. “Con todo y que por ley te dan tres meses de incapacidad, cuando tienes de siete a nueve meses de embarazo trabajas menos físicamente porque ya no puedes andar de un lado a otro y también productivamente. Cuando regresé de la incapacidad también fue difícil retomar el ritmo de producción”.
En el programa en el que fue contratada se evalúa anualmente la renovación del contrato y, comenta la investigadora, fue evidente que su rendimiento después de tener a su segunda hija fue menor. “Personalmente tengo presión por empezar a publicar y a ser productiva al nivel que se espera de la investigación”, comentó en entrevista para la Academia Mexicana de Ciencias en el marco del Día Internacional de la Mujer, que se celebra hoy 8 de marzo.
No obstante, en el lugar donde se desempeña Ayari ha recibido apoyo para poder desarrollarse como científica y mamá, las autoridades académicas entienden que los jóvenes investigadores de nuevo ingreso tienen hijos pequeños; ello se suma a que hay flexibilidad de horario y no hay una imposición por cumplir un determinado número de horas en el laboratorio, lo importante es dar resultados; aun así, indicó Fuentes Hernández, es complicado empatar salidas a congresos en otros países y tener que dejar a las hijas en casa.
Licenciada en física por la Facultad de Ciencias de la UNAM, graduada del Imperial College London en biomatemáticas en maestría y doctorado, Fuentes Hernández ha realizado visitas académicas en el Max Planck Institute for Evolutionary Biology y hasta 2013 hacía el posdoctorado en el departamento de Biociencias en University of Exeter. Gracias a la implementación del programa de rejuvenecimiento de la planta académica del CCG, Ayari y su marido, también científico, pudieron incorporarse a este centro ubicado en el estado de Morelos y regresar a su país.
“Mi pareja y yo acabábamos de tener a nuestra primera hija en Oxford, Inglaterra, cuando vimos la convocatoria, él fue el primero que envió su solicitud, lo contrataron en el Centro, esto coincidía con que mi posdoctorado se acababa y me vine con él. Estuve seis meses dando clases, hasta que se abrió otra convocatoria en el Centro, apliqué y me dieron la plaza”.
La especialista en el estudio de la evolución de poblaciones bacterianas fue la única mujer de 10 investigadores que se contrataron, desde su punto de vista esto no se debe a que haya algún tipo de discriminación o tendencia a favorecer al género masculino.
“Hablando con la gente que nos contrató nos comentaron que la cantidad de mujeres que solicitaron fue muy baja, lo que al final se reflejó en las contrataciones. La gente cree que es natural que se den ese tipo de sesgos, pero a mí me parece muy raro ser la única mujer. A este ritmo el Centro en 20 años será de hombres; esto se debe, en mi opinión a un asunto de confianza y falta de modelos a seguir, no a que no haya mujeres preparadas con el perfil”.
Cuando se encontraba Ayari en el doctorado el porcentaje de hombres y mujeres era parejo, así como la calidad, había personas con buen y mal rendimiento, sin distinción de género, de igual forma los profesores no favorecían a ningún alumno en particular.
“El punto es que las mujeres no están dando el siguiente paso. Sigue existiendo esta visión de que la ciencia es demasiado celosa como para compaginarla con la maternidad. No creen que sea un ambiente atractivo para tener familia”.
Agregó, “creo que es una cuestión de visibilidad y reconocimiento hacia las mujeres científicas que ya existen y no necesariamente se trata de ofrecer más estímulos ni de contar con cuotas de género, iniciativa que, aunque puede ser implementada para resolver un problema momentáneo, podría ser incluso negativa para la ciencia, además no serviría para tener una solución a largo plazo donde hombres y mujeres sean parte de la comunidad”.
El 36% del padrón en el Sistema Nacional de Investigadores (SNI) está conformado por mujeres, esto es 9 mil 81 investigadoras. El Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología ha asignado 28 mil 7 becas a mujeres para que continúen sus estudios de posgrado nacionales, estancias técnicas, estancias doctorales nacionales, sabáticas, retenciones y repatriaciones, posgrados en el extranjero, estancias posdoctorales en el extranjero y estancias sabáticas en el extranjero. Se espera que en el futuro la cifra de mujeres en la ciencia llegue a un 50% de participación.
Las biomatemáticas
Desde pequeña, Ayari tuvo una educación muy académica. Sus papás, profesores de física y biología, son apasionados de las ciencias. A ella y a su hermano les llevaban a museos, sus juegos eran experimentos de física, construían cosas, observaban bichos, también les fomentaban las artes como tomar clases de música. El trato para ambos en casa fue parejo, comentó.
Estudiar física para Fuentes Hernández fue una decisión muy natural pues fue alumna con buenas calificaciones en matemáticas. La oportunidad de combinar modelos matemáticos con biología se presentó en el doctorado, pudo compaginar la teoría con la toma de datos en laboratorio.
Hoy en día estudia la evolución de la Escherichia coli y la resistencia de estas poblaciones a los antibióticos, un problema de salud que día a día se agrava más debido a que la gente se automedica o no concluye sus tratamientos.
“Hacemos cepas de bacterias muy resistentes a ciertos antibióticos y estudiamos cuál es el mecanismo por el cual se convierten en resistentes. Esta investigación está diseñada para poder entender por qué se hacen inmunes. Nos interesa saber qué efecto tiene la estructura espacial en la resistencia a antibióticos. Una vez que tenemos resultados experimentales hacemos modelos teóricos de ecuaciones diferenciales y modelos computacionales con el objetivo de predecir efectos de los cuales no podemos hacer experimentos”.
Luz Olivia Badillo.
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