Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/208/19
Ciudad de México, 11 de noviembre de 2019
Las fronteras no son naturales, son un constructo social y por tanto hay que pensarlas como dispositivos político-administrativos y de poder que funcionan como sistemas de clasificación social, señaló José Manuel Valenzuela Arce, profesor-investigador de El Colegio de la Frontera Norte, quien por más de 30 años ha estudiado diversos procesos socioculturales que definen a la frontera entre México y Estados Unidos (EU) tales como la migración, los juvenicidios, feminicidios, el surgimiento de expresiones culturales como las pandillas Mara Salvatrucha, Barrio 18 y hasta el culto a Jesús Malverde.
El sociólogo consideró que las fronteras implican procesos conjuntivos que vienen de uno y otro lado y unen, pero también hay una condición disyuntiva que separa y confronta, mientras que condiciones inyuntivas, que son definidas desde el poder, son decisiones político-administrativas que hacen más densas o más porosas a las fronteras. En particular, “la transformación de la perspectiva de frontera en el gobierno de EU fue a partir de la caída del Muro de Berlín, se convirtió en un asunto de seguridad nacional”, comentó.
Añadió que “se han utilizado amenazas externas como los migrantes o la Mara Salvatrucha, todos elementos falaces, erróneos; en realidad lo que hay es una estrategia del miedo que mantiene a la industria armamentista de EU, y que dicha nación necesita para tener a la población bajo amenazas externas. Los migrantes no son traficantes de drogas, causantes de enfermedades ni de violencia, en general son más víctimas que victimarios, y han subsidiado con 10 mil millones de dólares anuales a la economía de EU con su mano de obra”.
Las fronteras también son áreas geográficas innovadoras, generadoras de nuevos procesos que no están presentes en otras partes del país y tienen una condición prefigurativa: muchos temas que surgieron como fenómenos de frontera, después se expandieron a otros lugares; es el caso de nuevas formas de consumismo.
“Otro tema es la maquila, que muchos pensaban que era un asunto de la frontera, en realidad fue la punta de lanza de una nueva forma de flexibilización laboral que ahora está en todo México, Centroamérica, Latinoamérica y Asia, sentando una derrota histórica para los derechos laborales de los trabajadores”, dijo el integrante de la Academia Mexicana de Ciencias, quien sostuvo que esta precarización de la vida laboral es uno de los varios elementos que explican el incremento de la miseria, la violencia, el narcotráfico y el crimen organizado en la región.
La polarización de la distribución de la riqueza y el ingreso, en un 1% de la población que acapara más de la mitad de la riqueza del planeta es uno de los motivos de los conflictos sociales actuales; es América Latina la región más desigual del planeta, destacó el doctor en ciencias sociales por El Colegio de México; en Guatemala y Honduras, cerca de 60% de la población es pobre y en El Salvador cerca de 47%.
“Aunado a políticas económicas extractivistas en la región y formas de injerencia política que generaron enormes conflictos y en la que participaron fuerzas externas y nacionales; una clase dominante centroamericana poco proclive al respeto de los derechos humanos de la población, el crecimiento del narcotráfico, la presencia de la Mara Salvatrucha y el Barrio 18 y factores socioclimáticos como el huracán Mitch han favorecido el éxodo centroamericano”.
El investigador profundiza en este fenómeno en el libro Caminos del éxodo humano. Las caravanas de migrantes centroamericanos publicado en 2019 y del que fue coordinador. Indicó que recurrir a una caravana dio una enorme visibilidad a los migrantes, la cual salió el 12 de octubre de 2018 y convocó a un contingente de 11 mil migrantes en la frontera, este cuerpo colectivo fue una coraza de protección para atravesar al país.
“Cada año cruzaban el país cerca de 380 mil migrantes centroamericanos, hasta 75% de ellos era atacados, violentados, extorsionados, sufrían agresiones o mutilaciones por otras personas. Esto es muy grave, además, de las mujeres que migraban, hasta una tercera parte de ellas decidían en alguna parte del camino tomar anticonceptivos, asumiendo que serían violadas”.
Articulación de nuevas identidades
Las fronteras como sistemas de clasificación son una de las grandes paradojas de la globalización, porque al mismo tiempo que hay procesos que implican al planeta entero bajo las condiciones de cercanía, simultaneidad y conectividad, también se observa un fuerte atrincheramiento de la frontera entre México y Estados Unidos, agregó.
“Como académicos nos corresponde desmontar los estereotipos que se construyen en relación con las fronteras, como que son una amenaza, una zona de guerra, falacias que no soportan el mínimo análisis riguroso y que promueve el presidente estadounidense Donald Trump. Del lado mexicano, a finales del siglo XIX y principios del XX también prevaleció la idea del ´apochamiento´, una forma despectiva de referirse a los fronterizos, quienes eran ´agringados´, cortados o considerados sin identidad, concepción que se ha ido desdibujando”.
Valenzuela Arce está por publicar El gran México. Las culturas mexicanas más allá de las fronteras, documento en el que reflexiona junto con otros académicos, sobre los elementos culturales comunes entre los mexicanos que fueron cortados con la invasión estadounidense, a quienes el antropólogo Américo Paredes denominó el México de afuera, y el México interno, en el cual vivimos los mexicanos. Estas comunidades tienen anclajes comunes que cargan de sentido la vida de cerca de 30 millones de mexicanos al norte de Río Bravo.
Otra aportación reciente es el libro Trazos de sangre y fuego. Bionecropolítica y juvenicidio en América Latina. El catedrático explicó que el concepto de bio es de Michel Foucault y tiene dos anclajes, el primero es la instrumentación de políticas públicas de salud por parte de los Estados a partir del siglo XVIII que regulan las prácticas cotidianas de la población, como el consumo de drogas, y el segundo tiene que ver con el conjunto de dispositivos que participan en el control del cuerpo, como las cárceles o las clínicas. La necropolítica, del filósofo Achille Mbembe, por otro lado, se refiere a políticas de los Estados que generan procesos estructurantes de violencia y cuyos destinatarios mueren de manera sistemática.
En el libro, el académico reflexionó sobre aquellos cuerpos que son sacrificables en México, “el Estado soberano tiene el derecho, o lo asume, de definir quién merece vivir o morir. Tenemos un país en donde hay cerca de 260 mil personas asesinadas, 40 mil desaparecidas, una gran cantidad de fosas clandestinas y la gran mayoría son jóvenes, no sabemos quiénes son y tampoco hay responsables. Quienes cometieron esos asesinatos están libres, en todo caso, son vidas que no importan”, señaló el ganador del Premio Heberto Castillo de la Ciudad de México 2019 Por una Ciudad ConCiencia, en el área de ciencias sociales.
Luz Olivia Badillo
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