Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/250/13
México, D.F., 10 de julio de 2013
El hambre y la desnutrición que se viven en México están relacionadas directamente con la pobreza y no con la inexistencia de suficientes alimentos para la población. Su origen está en la falta de recursos económicos que permitan que las personas tengan acceso a una alimentación razonablemente adecuada y sana, consideró Carlos Labastida Villegas quien, por otro lado, destacó que el excesivo consumo de alimentos y bebidas de alto contenido energético, entre otros factores, ha provocado una grave situación de sobrepeso y obesidad en la población, aspectos asociados a enfermedades metabólicas, con una alta mortalidad y un fuerte impacto económico en el sistema nacional de salud.
“Es un problema realmente delicado en nuestro país, que requiere ser tratado con la aplicación de políticas de salud y alimentaria, y el cual no está siendo correctamente atendido hasta el momento, los resultados los podemos ver a la luz de las estadísticas y los datos generales”, dijo el secretario particular de la Secretaría General de la UNAM, luego de la plática “¿Existe hambre en México?”, que brindó en el marco de las conferencias de Domingos en la Ciencia que organiza la Academia Mexicana de Ciencias en el Museo Tecnológico de la Comisión federal de Electricidad.
Datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) indican que el 46.2% de la población en 2010 se encontraba en condiciones de pobreza, es decir, casi la mitad de la población mexicana no contaba con ingresos suficientes para educación, acceso a los servicios de salud, seguridad social, servicios básicos en la vivienda y acceso a la alimentación.
En los mismos indicadores, se señala que el 10.4% de la población nacional vivía en pobreza extrema, esto es, carecía de ingresos mínimos necesarios para adquirir una canasta alimentaria, además de no poder ejercer tres o más derechos sociales. En esta situación se concentra la mitad de la población en 190 municipios.
Asimismo, en el análisis y medición de la pobreza que realizó la dependencia se indica que el 40% de los municipios que hay en todo el país (2 mil 440), el porcentaje de la población en situación de pobreza es mayor al 75%.
El CONEVAL informa que en 2010, 28 millones de personas no tuvieron acceso a una alimentación adecuada, y de éstos, 7.4 millones se encuentran en pobreza extrema.
“La Comisión Nacional de Evaluación refleja en su diagnóstico el estado de pobreza general en el que se encuentra gran parte de la población, diferenciando distintos tipos de pobreza: alimentaria, de trabajo y extrema, ésta última es la que está siendo atacada por la Cruzada Contra el Hambre”, apuntó Labastida Villegas.
La Cruzada contra el Hambre anunciada este año por el gobierno federal, está orientada a la población que vive en condiciones de pobreza multidimensional extrema y que presenta carencia de acceso a la alimentación. En una primera etapa se desarrollará en 400 municipios que corresponden a las zonas de mayor pobreza en cada una de las entidades federativas.
Al respecto, Labastida expresó que es loable que el gobierno federal reconozca esta circunstancia en particular y la ataque en la medida y posibilidades de los programas que puede establecer, pero manifestó sus reservas de que pueda ser una estrategia que abata de manera definitiva el problema de hambre en nuestro país.
Desde la década de los años setenta del siglo pasado, han sido diversas las estrategias establecidas por los distintos gobiernos para atender lo relacionado con la alimentación en México como los Lineamientos para la elaboración de un plan nacional de alimentación y nutrición, elaborado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología en el que se plasma la necesidad de enfrentar el problema alimentario desde una perspectiva global. En los siguientes sexenios surgieron otras estrategias orientadas a atender el problema alimentario el Sistema Alimentario Mexicano en 1980, el Programa Nacional de Alimentación en 1983, otro programa con la misma denominación en 1989 y, en 1997, una estrategia de política social con un importante –aunque focalizado- componente de alimentación: el Programa de Educación, Salud y Alimentación (PROGRESA); posteriormente Oportunidades (2000), que se mantuvo en 2006 y, la actual Cruzada Contra el Hambre (2013).
De estos programas, Labastida Villegas consideró que uno de los más acertados fue el Sistema Alimentario Mexicano. “Este programa utilizó un enfoque de sistemas que permitía considerar la problemática alimentaria de manera integral, particularmente las interrelaciones entre los distintos sistemas; sin embargo su operación estuvo basada en un uso importante de subsidios con recursos provenientes de la renta petrolera, los cuales, al reducirse por la crisis energética y económica en general de 1982, fue cancelado”.
Añadió que la problemática actual del hambre en México es compleja, y abarca las diversas fases de la cadena alimentaria, por ejemplo, se requiere incrementar la producción de alimentos básicos, mejorar los procesos de transformación y almacenamiento, hacer más eficaces los sistemas de transporte y, sobre todo, promover entre la población pautas de consumo más sanas y responsables.
“El problema alimentario en nuestro país involucra diversos ámbitos, como la agricultura, la pesca, la ganadería, el comercio, la ecología, la educación, la economía, y muchos otros, los que requieren ser considerados en una política de Estado, un plan general de largo aliento que impulse las acciones necesarias que conduzcan al logro de condiciones de seguridad alimentaria”.
Carlos Labastida también destacó que en el momento actual, un programa alimentario debe atender con especial énfasis la problemática relacionada con las condiciones de sobrepeso y obesidad que afectan a un alto porcentaje de la población mexicana.
“En un sentido general –sostuvo-, la malnutrición refleja una situación paradójica, pues puede ser deficiente o excesiva en el consumo de algunos nutrientes. En algunas zonas de nuestro país no hemos abatido los problemas de mala nutrición, de falta de acceso a los alimentos, de un insuficiente consumo de calorías cuando, por otro lado, ya tenemos que enfrentar un problema ingente, que a mi juicio es mayor todavía que el propio de la desnutrición, que es el de sobrepeso y la obesidad. Siete de cada 10 personas en nuestro país padecen de alguna de estas condiciones.”
Adicionalmente, como causa de enfermedad, la obesidad aumenta la demanda por servicios de salud y afecta el desarrollo económico y social de la población. De acuerdo con estimaciones de la Universidad Nacional Autónoma de México, el costo de la obesidad fue de 67 mil millones de pesos en 2008.
Labastida Villegas estimó que el cambio del perfil demográfico y epidemiológico en nuestro país se ha dado principalmente en las últimas cuatro décadas, lo cual es un cambio muy rápido y los efectos que la obesidad tendrá sobre el sistema nacional de salud, particularmente para la atención de problemas como la diabetes mellitus, por la cantidad de recursos que van a ser requeridos, serán insuficientes por las dimensiones del problema.
“Siendo problemas de origen multifactorial, el sobrepeso y la obesidad hay que atenderlos –dijo- desde diversas perspectivas, y con intensas campañas de comunicación, tales como las que se reciben cotidianamente para el consumo de alimentos que no son tan deseables”, concluyó.
Belegui Beccelieri y Fabiola Trelles Ramírez.
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