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Estudian la relación alimentación-microbiota intestinal desde el enfoque de la obesidad y el sobrepeso

Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/050/19
Ciudad de México, 7 de marzo de 2019

  • El mayor consumo de fibra se asocia con más diversidad de la microbiota intestinal siempre y cuando vaya acompañada de otros alimentos que den un estilo de vida saludable, señala la especialista Sofía Ramos.
  • La dieta puede modificar la composición de la microbiota intestinal, la cual también puede influir en cómo se asimilan los alimentos.
Diversos estudios sugieren que la urbanización de las poblaciones lleva consigo una disminución de la diversidad de la microbiota intestinal, lo cual está asociado al aumento de las enfermedades modernas; si se logra introducir o alcanzar la diversidad máxima se podría disminuir la incidencia de padecimientos crónicos como la obesidad y el síndrome metabólico.
Diversos estudios sugieren que la urbanización de las poblaciones lleva consigo una disminución de la diversidad de la microbiota intestinal, lo cual está asociado al aumento de las enfermedades modernas; si se logra introducir o alcanzar la diversidad máxima se podría disminuir la incidencia de padecimientos crónicos como la obesidad y el síndrome metabólico.
Foto: Shutterstock.
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La obesidad y el sobrepeso están relacionadas con factores biológicos, sociales, socioeconómicos, ambientales y genéticos, y en la última década la microbiota intestinal ha surgido como un posible factor asociado al desarrollo de la obesidad y de alteraciones metabólicas.

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2012, 73% de los mexicanos en edad adulta tiene sobrepeso u obesidad. Esta tendencia se extiende a la población infantil, ya que presenta una prevalencia nacional de 34%. Estos números colocan a México dentro de los primeros lugares en obesidad infantil en el mundo.

Acerca de qué se sabe de la microbiota intestinal en el contexto de obesidad y sobrepeso, la doctora Sofía Morán Ramos, de la Unidad de Genómica de Poblaciones Aplicadas a la Salud del Instituto Nacional de Medicina Genómica, señaló que la microbiota intestinal evoluciona con el humano desde el nacimiento y está influenciada por aspectos como la dieta, el genotipo, el uso de antibióticos, entre otros.

Añadió que diversos estudios sugieren que la urbanización de las poblaciones lleva consigo una disminución de la diversidad de la microbiota intestinal, lo cual está asociado al aumento de las enfermedades modernas e incluso proponen que si se logra introducir o alcanzar la diversidad máxima se podría disminuir la incidencia de padecimientos crónicos como la obesidad y el síndrome metabólico.

En lo que se refiere a los estudios de obesidad infantil y microbiota intestinal, estos aún son escasos y en especial en México. Por ello, el grupo en el que trabaja la investigadora caracterizó las diferencias en la composición y funcionalidad de la microbiota intestinal en población infantil mexicana, de niños obesos en comparación con niños delgados, para determinar la asociación con el desarrollo de alteraciones metabólicas, en interacción con factores dietarios y de estilo de vida.

Para realizar este estudio, el equipo de colaboradores de Morán Ramos se basó en los datos antropométricos, bioquímicos y fecales de cerca de mil niños mexicanos (en edad escolar de 6 a 12 años), que asistieron a la convivencia infantil del Sindicato de Trabajadores de la Secretaria de Salud del 2013 al 2015. A través de un cuestionario se recopiló información de antecedentes heredofamiliares, en algunos de ellos la información dietaría, estilo de vida, factores socioeconómicos, antecedentes médicos y perinatales.

“Comparamos la riqueza y diversidad de la microbiota intestinal de los niños con los que trabajamos con los niveles característicos reportados para el grupo de edad, y encontramos que estos niveles solo se encuentra en niños con peso normal, por lo que el sobrepeso y la obesidad impiden el crecimiento en la riqueza y diversidad de la microbiota intestinal”.

Durante la conferencia “Factores nutrimentales asociados con la microbiota intestinal”, que formó parte del coloquio “Obesidad y metabolismo: genómica, dieta y microbiota intestinal”, Sofía Morán dijo que era importante saber cómo los niños con baja riqueza y diversidad de la microbiota del intestino podían alcanzar la diversidad normal, para lo que se requería saber qué componentes dietarios se asocian con la diversidad de la microbiota intestinal, y es la fibra dietaría la que se asocia de manera positiva, en particular la insoluble que proviene de cereales de grano entero, de leguminosas, de algunas frutas y de algunas verduras.

Sin embargo, “teníamos que tomar en cuenta que no solo comemos fibra, entonces analizamos los patrones dietarios de estos niños para ver si importaba que comieran fibra y en qué contexto podía tener un efecto benéfico. Así, identificamos cuatro patrones dietarios de estos niños: prudente, rico en alimentos de origen animal, vegetariano y de transición”.

De estos cuatro patrones dietarios se tomaron en cuenta el prudente (frutas, verduras, pescado, leguminosas y bajo en grasas saturadas y embutidos) y el rico en alimentos de origen animal (carne roja, pescado, pollo, huevo y dulces), con lo que se determinó que el mayor consumo de fibra se asocia con mayor diversidad de la microbiota intestinal en el contexto del patrón dietario prudente, lo que se traduce en que no podemos simplemente añadir fibra a nuestra dieta si no va acompañada de otros alimentos que nos den un estilo de vida saludable.

“Se ha postulado que la fibra puede tener un efecto benéfico en la salud, ya que a partir de la descomposición que hacen las bacterias intestinales se producen ácidos grasos de cadena corta y estos al absorberse en la circulación a través de receptores específicos en tejido adiposo, en hígado y en músculo, pueden mejorar procesos de señalización de la insulina y con ello mejorar la homeostasis de glucosa”, describió la especialista en enfermedades metabólicas.

Además, Sofía Morán Ramos apuntó que si bien la dieta puede modificar la microbiota intestinal, esta también puede influir en cómo se van a asimilar los agentes dietarios. Recordó que en 2011 un grupo de investigadores encabezado por el investigador Manimozhiyan Arumugam propuso que la microbiota de las poblaciones del mundo podía clasificarse en enterotipos, los cuales están dados por la abundancia de un género en particular como puede ser Bacteroides, Prevotella y Ruminococcus. Dicha clasificación se ha confirmado en múltiples estudios en adultos incluyendo el Human Microbiome Project.

Asimismo, la presencia de los enterotipos parece estar asociada principalmente a la alimentación; el enterotipo Bacteroides está relacionado con mayor consumo de proteína y grasa, mientras que Prevotella se asocia con un enriquecimiento en el consumo de carbohidratos y fibra, por ejemplo.

“Lo que hicimos fue replicar este análisis dentro de nuestra población de niños para ver si se podían clasificar por enterotipos y aproximadamente 37% fue del enterotipo Prevotella y el 63% del enterotipo Bacteroides”.

Posteriormente se procedió al análisis de los patrones dietarios de cada grupo. Y así se identificó que la fibra insoluble en la dieta de los niños mexicanos con el enterotipo Prevotella proviene primordialmente del frijol, y también de chicharos, lentejas, frutas y verduras.

Una de las conclusiones de este trabajo es que en el contexto de una dieta prudente, con mayor consumo de fibra insoluble, puede llevar a mayor diversidad en la microbiota, pero esta diversidad solo va a tener efecto en la salud dentro del enterotipo Prevotella. Esto deja la posibilidad de utilizar a la microbiota para estratificar a las personas y poder decidir quién se va a beneficiar más de una intervención dietaría.

Noemí Rodríguez González.

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