Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/427/13
México, D.F., 3 de diciembre de 2013
Existen cerca de 5 mil especies de fitoplancton marino, de las cuales una porción menor forma proliferaciones que pueden ser nocivas o tóxicas, y producir toxinas que causan daño a la flora y a la fauna marinas, y también a los humanos, cuando ingieren peces o mariscos contaminados.
Desde hace tiempo el doctor David Hernández Becerril, miembro de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), ha centrado su investigación en las diatomeas, ya que es uno de los grupos algales más exitosos que hay, “son abundantes en ambientes turbulentos y recientemente se encontró que un género de diatomea puede producir una toxina que se llama ácido domoico, la cual provoca el síndrome denominado ‘intoxicación amnésica por consumo de mariscos’, de ahí que se hagan monitoreos de las especies del género Pseudonitzschia, que produce la toxina.
Por otro lado están las llamadas mareas rojas, que no siempre son rojas, ni son mareas, sino proliferaciones de fitoplancton tóxico masivo que le dan un color diferente al agua, que debido a la concentración de organismos puede tornarse café, verde, roja o amarilla”.
Actualmente, es frecuente escuchar de casos de marea roja y las razones están ligadas a las actividades humanas, como el incremento del uso de la zona costera, así como a la contaminación que causan los desechos de las poblaciones que viven en la zona costera. Otro de los factores es el desplazamiento, a través del agua del lastre de los barcos, de las especies de fitoplancton marino a lugares a los que no pertenecen.
En este sentido, los monitoreos pueden contribuir a la detección de especies tóxicas y tratar de evitar el consumo de peces o mariscos contaminados; la flora y la fauna marina también se ven afectados por el fitoplancton tóxico, y se le ha asociado a los peces y aves que aparecen muertos o a los mamíferos que quedan varados en las playas de todo el mundo. Si bien, en algunos lugares no hay estaciones de monitoreo, sí personas que están trabajando en un grupo de fitoplancton en especial y que generan información.
El doctor David Hernández quien es investigador en el Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la Universidad Nacional Autónoma de México, participa en expediciones multidisciplinarias a bordo de buques costeros, con el objetivo de tener datos que permitan entender qué comunidades, especies y condiciones favorecen la producción de proliferaciones, tanto tóxicas como no tóxicas, de fitoplancton marino.
Lo que se ha encontrado es que en condiciones naturales como las surgencias –el movimiento de ascenso de las masas de agua de niveles profundos hacia la superficie– producidas por el viento, y que ocurren en ciertas partes del Pacifico, pone nutrientes a disposición del fitoplancton. Los primeros organismos en aparecer son las diatomeas, que pueden dar color al agua, y conforme se van terminando los nutrientes dan paso a otras comunidades, como los dinoflagelados, que es el grupo con más especies tóxicas y que se ven favorecidas en estas condiciones, señaló Hernández Becerril.
Diversidad molecular
El fitoplancton marino es una comunidad heterogénea de organismos microscópicos que en su mayoría tienen cloroplastos, pigmentos y hacen fotosíntesis. Las diatomeas y los dinoflagelados son los dos grupos taxonómicos más diversos y dominantes en cuanto al fitoplancton marino en México, pero la fracción más pequeña, el picoplancton y ciertos grupos taxonómicos han revelado una diversidad que debe ser estudiada con protocolos de investigación especializados.
Cuando hablamos de organismos microscópicos, como es el caso del fitoplancton marino o microalgas, la manera en que se reconoce a las especies es, principalmente, a través de la morfología. Sin embargo, con el auge de la biología molecular han aparecido nuevos conceptos como el de especie críptica, que se refiere a las especies cuya morfología es parecida a otras, pero que genéticamente son distintas.
La diferenciación a veces recae en ciertos detalles morfológicos que no se habían detectado, explicó el doctor Hernández Becerril.
“Encontramos especies distribuidas en diferentes ambientes, y es difícil afirmar que tengan las mismas características en condiciones más frías o con mayor cantidad de luz, por ello estos temas están en constante revisión.
Cuando llegan las muestras al laboratorio se pueden procesar con el fin de estudiar secuencias moleculares y en ocasiones no sabemos cómo son los organismos; antes era al revés sabíamos cómo eran y se requerían análisis moleculares, entonces ambas partes se deben complementar”, comentó el investigador, quien ha publicado diferentes artículos, entre ellos el que se refiere a la biodiversidad de algunas especies planctónicas marinas en México.
Noemí Rodríguez González
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