Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/013/11
México, D. F., 8 de febrero de 2011
El amor a primera vista es un mito. Los sentimientos siguen siendo un amplio campo de estudio, en realidad conocemos sólo algunos de los procesos cerebrales y de las sustancias que influyen”, comenta el Dr. Alfonso Escobar Izquierdo, miembro de la Academia Mexicana de Ciencias.
De acuerdo con la Real Academia Española, el amor es definido como el sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear.
“Sin embargo, depende de la experiencia de cada individuo, está influenciado por el ambiente, los sentimientos son distintos en cada persona, aunque hay coincidencias que las acercan”.
Experimentar emociones como el amor, odio u otro tipo de sentimientos requieren la activación de muchas estructuras cerebrales interconectadas ampliamente, las cuales se ven influidas por la carga informativa que el humano acumula a través de los sentidos.
La forma de sentir es diferente en cada persona. Sin duda, explica Escobar Izquierdo, investigador del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), “las coincidencias nos hacen mantenernos en una relación sentimental”.
El científico asegura que cuando las personas dicen “tenemos química”, tratan de explicar que hay buena afinidad, la cual activa neurotransmisores: “En el hipotálamo hay unas sustancias que son capaces de dar empatía con otras personas, pero eso no está comprobado no lo sabemos con precisión”.
Explica que hay estudios que hablan de núcleos que tienen que ver con sitios de placer en el cerebro, mismos que se estimulan en una relación. Por ejemplo, la dopamina; se sabe que participa directamente.
Para contextualizar los datos de los procesos químicos que ocurren en el cerebro, el Dr. Escobar dice que en febrero de 2008, en la revista Ciencia y Desarrollo, el Conocimiento a tu Alcance, que edita CONACYT, se explica que fue el estudio realizado por el doctor Wilder Penfield, neurocirujano del Instituto Neurológico de Montreal, Canadá el que dio la primera pauta de que el cerebro posee áreas generadoras de estados afectivos.
El artículo en esa publicación, la cual escribió con la Dra. Carolina Escobar Briones, narra que el estudio fue realizado en pacientes sometidos a cirugía cerebral para el tratamiento de epilepsia. En esos casos, durante la operación que incluyó apertura de la cavidad craneana, se hacía registros por medio de electrodos aplicados sobre la superficie cerebral.
El texto también relata que el doctor Penfield descubrió que la estimulación de la corteza prefrontal –sobre todo en el hemisferio izquierdo– generaba estados emocionales afectivos. Esto se logró gracias a que los pacientes sólo habían recibido anestesia local, pues era requisito que permanecieran totalmente conscientes durante el procedimiento quirúrgico, por ende, fue posible conocer cuáles eran las sensaciones o pensamientos que la estimulación les provocaba.
Además, a este hallazgo exploratorio de una función cerebral específica, se sumaron otros de gran interés que confirmaron observaciones clínicas conocidas de antemano, entre ellas, que la corteza prefrontal participa en el surgimiento de emociones de todo tipo, asociadas a los patrones de conducta tanto los considerados normales como los anormales.
Estudios ulteriores demostraron que otras estructuras cerebrales también participan en respuestas tales como la generación y la asignación del valor afectivo a las distintas emociones que el ser humano puede experimentar.
En términos generales, todas esas estructuras forman parte de lo que llamamos sistema límbico, un conjunto de estructuras primitivas del cerebro que permiten valorar –en diversas circunstancias– si las condiciones son favorables o negativas para el individuo, las cuales en consecuencia, le producen estados de placer o desagrado.
LA QUÍMICA Y EL AMOR
Las sustancias químicas producidas en el cerebro –los neurotransmisores– participan activamente en el proceso del amor romántico y en los mecanismos que conllevan al acercamiento sexual entre dos individuos enamorados.
La dopamina, neurotransmisor elaborado en una zona denominada área tegmental ventral, en el tallo cerebral se descarga en los núcleos accumbens de los hemisferios cerebrales para producir euforia, bienestar y placer en el amor romántico de pareja y en el acto sexual.
Otro neurotransmisor participante en el amor es la serotonina o 5-hidroxitriptamina (5HT), responsable del estado melancólico y de la conducta obsesivo-compulsiva, ambos manifiestos durante el enamoramiento.
El hipotálamo fabrica dos hormonas: oxitocina y vasopresina cuyas funciones regulan la contracción uterina, la expulsión de leche durante el periodo de lactancia y el equilibrio de los líquidos del cuerpo; pero también participan en los mecanismos del amor, ya que confiere a los individuos el apego tanto hacia la pareja como, en la conducta materna, al bebé.
Por otro lado, durante el acto sexual aumenta la secreción de oxitocina, todo lo cual indica lo complejo del proceso cerebral en el enamoramiento.
No es tarea fácil definir qué es emoción. Hasta el momento sólo se conocen los múltiples factores que influyen o determinan la manifestación de un estado emocional, y sin embargo, existe controversia sobre el significado de cada uno de ellos; lo que sí se sabe es que el entorno y la experiencia propia son dos de los más importantes factores responsables de la generación de emociones.
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