Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/010/19
Ciudad de México, 16 de enero de 2019
El paludismo o malaria se transmite por la picadura de los mosquitos del género Anopheles infectados con parásitos del género Plasmodium. En México, la transmisión solo ha ocurrido a través de dos especies del parásito: Plasmodium vivax y Plasmodium falciparum, y desde el año 2000 solo hay transmisión de la primera, por lo que el diagnóstico es más sencillo que en otros países. Aun así, una de las causas que retrasa la eliminación de casos en el país es la presencia de recaídas.
De acuerdo con el Informe mundial sobre el paludismo 2018 de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2017 se presentaron 773 500 casos confirmados de la infección en la región de las Américas, lo que representa un incremento en comparación con las cifras de 2010 (677 200) y de 2015 (450 100), mientras que el número de muertes disminuyó: en 2017 se presentaron 87 casos, en 2015 fallecieron 98 personas y en 2010 se registraron 190 defunciones.
En lo que respecta a México, la doctora Lilia González Cerón, del Centro Regional de Investigación en Salud Pública (CRISP), ubicado en Tapachula, Chiapas, señaló que durante los años 70 y 80 en prácticamente todos los estados del país hubo paludismo, se reportaban entre 130 000 y 180 000 casos, en cambio el año pasado se contabilizaron un poco más de 700 principalmente en Sonora, Chihuahua, Sinaloa, Jalisco, Nayarit, y la frontera sur.
González Cerón, integrante de la Academia Mexicana de Ciencias, informó que P. vivax es el parásito predominante en la región de las Américas de la OMS representando el 74% de los casos de malaria.
Cuando el mosquito inocula los parásitos de P. vivax en el humano primero se multiplican en el hígado y después en el torrente sanguíneo, afectando en específico a los glóbulos rojos o eritrocitos. El paciente puede presentar una infección primaria y si no recibe un tratamiento adecuado —en un esquema que busque eliminar a los parásitos que quedan latentes en el hígado— la persona puede tener una o varias recaídas semanas, meses o años después, según datos obtenidos para el sur de México y la región.
En México y Centroamérica la cloroquina y la primaquina son los medicamentos que han mostrado efectividad. El primero ataca a los parásitos que están en los glóbulos rojos y el segundo a los que quedaron resguardados en el hígado. Al utilizar los dos fármacos (la guía de OMS sugiere 3 días de cloroquina y 14 días de primaquina), se eliminan los parásitos de la sangre y las recaídas en un gran porcentaje de pacientes.
La investigadora y su grupo de trabajo llevaron a cabo la evaluación de dos tratamientos: un esquema de 18 dosis únicas e intermitentes (DUI) con cloroquina/primaquina (establecido en la Norma Oficial Mexicana NOM-032-SSA2-2002) vs el tratamiento de 14 días sugerido por la OMS. El estudio se realizó en el sur de México entre febrero de 2008 y septiembre de 2010 e identificaron que las DUI no funcionan para evitar o eliminar las recaídas sintomáticas o asintomáticas.
Mientras que el tratamiento de 14 días evita las recaídas en 89% de los pacientes. Los resultados de este análisis fueron publicados en el 2015 en el artículo Effectiveness of combined chloroquine and primaquine treatment in 14 days versus intermittent single dose regimen, in an open, non-randomized, clinical trial, to eliminate Plasmodium vivax in southern Mexico, y a la fecha no se han hecho cambios en la norma, destacó la parasitóloga especialista en paludismo.
La doctora González también se ha enfocado en estudiar los escenarios de transmisión de la enfermedad en vista de que existen diferentes genotipos del parásito, así como diversos vectores, por lo que se tienen que hacer estudios en cada lugar para saber qué está pasando y diseñar programas de acción específicos para controlar y eliminar la enfermedad.
“Tenemos que entender qué genotipos del parásito desarrollan y se transmiten por las diferentes especies de Anopheles, entonces poder definir qué especie del mosquito picó al humano: es decir, cómo se mueve el flujo de la transmisión en una comunidad, entre comunidades y entre regiones, y para ello utilizamos herramientas moleculares”, apuntó la especialista.
Pero en el sur mexicano la investigadora en ciencias médicas ha encontrado un escenario interesante al identificar que los mosquitos Anopheles albimanus transmiten solo ciertos genotipos del parásito y Anopheles pseudopunctipennis otros, cada vector está en una zona definida, aunque ambos inciden en la ciudad de Tapachula, Chiapas.
Ante la pregunta de por qué solo ciertos genotipos son transmitidos por un vector en particular, González Cerón respondió que desde hace varios años trabaja con especialistas de Nicaragua analizando diferentes marcadores moleculares con el fin de comparar la dinámica de la transmisión en ambos países.
“Encontramos que hay diferencias interesantes entre las zonas afectadas de Tapachula y Nicaragua, datos que esperamos publicar a la brevedad —dijo—. Hay un tipo de P. vivax del sur de México que no detectamos en Nicaragua, pero ¿por qué no se dispersa igual si están presentes los mismos vectores?, pareciera que hay una barrera, pero no es claro lo que ocurre”.
Con esta información y con los datos parasitológicos de los pacientes la científica y sus colaboradores pueden saber de qué parásito se trata. Además, para detallar la dinámica evolutiva y participación vectorial estudia las características genéticas y genómicas.
En este momento, la investigación que desarrolla Lilia González se enfoca en estudios genómicos mitocondriales para conocer el probable origen de P. vivax en México y en la región, en vista de que existen aproximadamente mil genomas de este parásito en otros países, para hacer comparaciones con especímenes capturados en nuestro país. Es importante señalar que de los trabajos realizados se han generado bancos de muestras de ADN y bases de datos con información de México y Nicaragua.
Y sobre la eventual eliminación del paludismo en México, la especialista reconoció que se ha avanzado en el conocimiento de diversos aspectos de la enfermedad y los agentes involucrados (parásitos y vectores), pero se debe poner énfasis en la vigilancia epidemiológica con herramientas moleculares para monitorear la dispersión de genotipos autóctonos e identificar casos introducidos. Además, destacó que la vinculación entre quienes realizan investigación y quienes son los encargados de los programas operativos para controlar y eliminar el paludismo en el país debe fortalecerse.
Noemí Rodríguez González.
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