Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/158/18
Ciudad de México, 5 de julio de 2018
México está en el momento preciso para tomar decisiones. En febrero de 2018 el país se colocó como la 14 economía más fuerte del mundo, recientemente reactivada por las reformas estructurales en los sectores energético y de telecomunicaciones, y se encuentra en una etapa histórica al tener que decidir qué megaproyectos apoyará, sostuvo Julia Tagüeña Parga, directora adjunta de Desarrollo Científico del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).
Dentro de estos proyectos, la física Tagüeña Parga señaló que la comunidad usuaria del sincrotrón no ha logrado convencer al país de que se concrete en México un desarrollo de esta naturaleza. Manifestó que el Conacyt está convencido de la necesidad de apoyar a los megaproyectos, porque son los que empujan las fronteras de la ciencia y generan innovación y desarrollo tecnológico. Recordó que México ya tiene una experiencia con el Gran Telescopio Milimétrico (GTM), el más grande del mundo en su tipo, el cual tomó 25 años para su creación.
“Hemos apoyado trabajos del sincrotrón, no es un tema nuevo para el Conacyt, lo que sí es cierto es que antes, con la construcción de GTM, no se podían diversificar los esfuerzos”. La funcionaria reconoció que parte del mérito de los megaproyectos es la colaboración institucional y entre países. El sincrotrón tiene necesidades de energía, agua, entre otros recursos y aspectos. “Por eso los megaproyectos son interdisciplinarios y es necesario que sean socialmente aceptados”.
Durante la presentación ayer miércoles del libro “Un asunto de Estado: La construcción del primer sincrotrón en México”, Víctor del Río Bello, autor de la obra, investigador del Royal Institute of Technology en Melburne (RMIT), Australia y miembro de la Red Global MX de talentos mexicanos en el extranjero, sostuvo que el mundo experimenta una revolución científica y tecnológica generada por instrumentos innovadores como el sincrotrón, el cual se puede utilizar para avanzar el conocimiento puro y aplicado en múltiples disciplinas, como en biología molecular, medicina, medio ambiente, antropología, arqueología, etcétera.
Del Río Bello indicó que de haber contado México con un sincrotrón se pudo haber ayudado a que la economía del país no se detuviera tantos días durante la epidemia de la influenza AH1N1registrada entre 2009 y 2010.
Además, equipos tecnológicos de este tipo podrían ayudar a las personas a tener dos minutos más para proteger su vida y patrimonio durante los sismos. Se trata de un instrumento muy sofisticado que permitiría tener, en dos semanas, resultados de investigación que normalmente se tendrían en dos años.
¿Qué es un sincrotrón?
El investigador Víctor del Río describió que un sincrotrón es un generador de luz de alta intensidad, millones de veces más intensa que la luz del sol, llamada luz de sincrotrón. Esta luz es refinada y compactada en pequeños haces, miles de veces más angostos que un cabello, y que por su alta intensidad son capaces de penetrar la materia en la misma forma que lo hacen los rayos X, pero en condiciones de alta resolución, por lo que es posible vislumbrar, además de moléculas, átomos invisibles con luz natural.
De igual manera, este haz de luz se puede acoplar a diferentes detectores que permiten analizar prácticamente cualquier tipo de objeto, desde muestras biológicas hasta piezas arqueológicas, rocas provenientes de pozos petroleros o materiales artificiales para generación de energías renovables.
Un sincrotrón cumple con todas las características de un proyecto de megaciencia: es una infraestructura de uso colectivo para científicos locales y extranjeros, requiere de una importante inversión pública a largo plazo y resuelve las necesidades de grupos interdisciplinarios de especialistas; al mismo tiempo provee soluciones al sector industrial. Hoy en día existen más de 50 sincrotrones en operación en 23 países alrededor del mundo, y mientras algunos países, en ocasiones, se asocian para construir uno, otros ya cuentan con dos o más.
¿Quién dice yo?
Leonardo Beltrán Rodríguez, subsecretario de Planeación y Transición Energética de la Secretaría de Energía, coincidió con los planteamientos del libro “Un asunto de Estado: La construcción del primer sincrotrón en México” y abundó que el proyecto tiene el carácter de una iniciativa de Estado por el impacto que puede tener en diferentes sectores y principalmente en el energético, donde hay muchas oportunidades.
“Estamos listos para transitar a proyectos basados en el conocimiento. Estamos seguros de que requerimos de este tipo de tecnología y del talento para que la gente pueda desarrollar líneas de trabajo con esta herramienta”, apuntó.
Sin embargo, planteó que la cuestión no es si se quiere una infraestructura de esta naturaleza, sino qué pasos se deben seguir para sumar a nuestro país al grupo de naciones que tienen sincrotrones en este momento. “Para innovar en nuestro sector necesitamos herramientas como el sincrotrón, porque nos va a ayudar a ser más competitivos”, sostuvo Beltrán Rodríguez.
En su participación, José Mustre de León, director general del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados, habló como usuario de sincrotrones desde 1990 y sostuvo que el país está en una etapa en la que cuenta con investigadores consolidados en este campo, y destacó que México tiene la madurez para este proyecto al estar entre las primeras 15 economías del mundo.
“Somos vecinos de países que ya cuentan con estos instrumentos (Estados Unidos y Canadá), y quizá se pregunten por qué construir uno más. Hace 10 años Canadá decidió construir uno pese a su acceso a los sincrotrones estadounidenses y eso tiene que ver con la soberanía del país, no debemos depender de alguien más para resolver nuestros problemas, eso nos pone en desventaja”, expuso el doctor en física.
Para lograr una cooperación e intercambio científico, el sincrotrón mexicano deberá contar con alguna capacidad específica que no sea “el fuerte” de los sincrotrones estadounidenses o canadienses. Mustre de León comentó que la ventaja de este tipo de infraestructuras es que permite que investigadores de varias universidades puedan desarrollar ciencia de alto nivel, con la capacidad de atraer talento internacional para resolver problemas del país.
El coordinador general del Foro Consultivo, Científico y Tecnológico y expresidente de la Academia Mexicana de Ciencias, José Franco, señaló que el sincrotrón es de los proyectos llamados de largo aliento, desarrollar uno tomaría 20 años, En cuanto a los costos, recordó que el proyecto más económico requirió de una inversión de 200 millones de dólares, mientras que a México le costaría entre 300 y 500 millones de dólares.
Sin embargo, el proyecto promete un impacto económico para el país, de acuerdo con la editora del libro, María Brenda Valderrama Blanco, secretaria de Innovación, Ciencia y Tecnología del estado de Morelos, por cada peso que se invierta se inyectarán cuatro pesos a la economía local, “esto es muy atractivo para un estado o región, porque se generaría una concentración de personas de alto ingreso y de industrias”.
El sincrotrón mexicano está esperando que el gobierno federal o algún gobierno estatal lo adopte. En septiembre próximo se publicará un segundo libro sobre el proyecto técnico del sincrotrón.
Valderrama Blanco comentó que lo que se necesita presentar a la Secretaría de Hacienda es el proyecto de costo-beneficio, el cual no se ha podido hacer hasta no determinarse el lugar de su edificación, pues no es lo mismo construirlo en Tabasco que en Sonora, ejemplificó. “Cuando tengamos definido el lugar podremos realizar el proyecto técnico de ingeniería general y hasta entonces podremos saber sobre el costo-beneficio”.
La responsable de la política científica morelense informó que el gobierno de su estado proporcionó el capital semilla en colaboración con el Conacyt, con lo cual se logró realizar el proyecto científico del sincrotrón. La segunda etapa es buscar el lugar idóneo para su construcción. La entidad que decida albergar el proyecto debe de invertir, destinar un terreno, atender el proyecto de ingeniería y luego ir a la Secretaría de Hacienda para comenzar a negociar la fase de financiamiento. “Nada más esperamos que alguien nos tome la palabra… y esto se haga una realidad”.
Elizabeth Ruiz Jaimes.
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