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EL PERIODISTA DE CIENCIA LO QUE HACE PRIMERO ES PERIODISMO

Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/240/16
Ciudad de México, 16 de octubre de 2016

  • Cuando más acceso se tiene a la información, más preparado se tiene que estar para absorberla, entenderla y poder explicarla, esa es la primordial función del periodista de ciencia.
La esencia del periodismo es contar historias. Marcelo Leite, redactor, editor, columnista y reportero de ciencia del periódico Folha de S. Paulo.
La esencia del periodismo es contar historias. Marcelo Leite, redactor, editor, columnista y reportero de ciencia del periódico Folha de S. Paulo.
Foto: AMC/Elizabeth Ruiz Jaimes.
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El periodismo científico brasileño libra una batalla día a día para ganar espacios en los periódicos, donde las notas de corrupción y de política en general acaparan los espacios y reducen las oportunidades para las notas de ciencia.

De hecho, el periodismo científico está bajo fuerte presión por las crisis del modelo de negocio en momentos en que nadie sabe cómo ganar dinero debido a que los lectores de los periódicos de papel disminuyen drásticamente, destacó Marcelo Leite, uno de los principales impulsores y referentes del periodismo científico de Brasil.

Esta disminución, agregó el reportero con 35 años de experiencia, 30 de ellos trabajando para el Folha de S.Paulo, el diario más importante de ese país sudamericano, es promovida por la influencia de internet, medio por el que aún no se gana mucho dinero pero es necesario estar para ir generando audiencia.

“Se supone que algún día la publicidad le va a dar la debida atención y recursos para lo todo lo que se publique en internet, el peligro de esa fuerte influencia es que hará que los editores pasen a dar demasiada atención a las notas que generan muchos clics. Hay un interés primario por notas de salud, pero no es el caso para las notas de ciencia, en las que hay que convencer al lector que ha iniciado la lectura permanecer en ellas, y esto ocurre especialmente en las homepages (página de inicio), ya que las notas de ciencia que ganan espacio en la portada tienen que ver con dieta, salud, animales o un caso atípico en el tema de sexualidad, contenidos que generan muchos clics y no necesariamente el bosón de Higgs, que no es la cosa más fácil de explicar a una persona que no ha tenido un interés previo en ciencia”.

Invitado como uno de los ponentes el IV Seminario Iberoamericano de Periodismo de Ciencia, Tecnología e Innovación, organizado por Conacyt y recientemente concluido en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Marcelo Leite compartió sus experiencias como redactor, editor, columnista y reportero de ciencia.

En su conferencia “Agenda mediática y jerarquización de noticias: experiencia en Brasil”, el periodista con doctorado en ciencias sociales mencionó que tal vez la reducción del espacio para la información científica se deba a que en un tiempo hubo cierta homogenización de las notas de ciencia, las narrativas, en los reportajes mismos.

“Lo que pasó con el acceso a la información a través de internet con (las revistas) Nature, Science BMJ, Lancet y todos los periódicos hoy disponibles para cualquier periodista científico de cualquier parte del mundo, es que las notas de ciencia publicadas cada vez eran parecidas, ya fuera en Folha, New York Times o Le Monde, debido a que los reporteros tenían acceso a las mismas fuentes, a los mismos científicos y se nos ponía a la mano todas las semanas esa información una semana antes que cualquier científico en el planeta. Fue una tentación muy grande, muy útil pero que resultó en que las notas se parecían, lo que personalmente me empezó a incomodar en algún momento de mi actividad, pues era una especie de globalización de periodismo científico”, reflexionó.

Esa dinámica hizo que en Brasil los periodistas de ciencia se alejaran de los científicos que estaban en las universidades de Sao Paulo, de Campinas, porque se comunicaban a través de correos electrónicos o llamadas telefónicas con gente de Harvard, de la Soborna, de la Tsukuba en Japón… y ello no fue lo mejor porque se perdió el contacto con los científicos de “carne y hueso”, también se perdió, en opinión de Leite, la iniciativa periodística porque no había que hacer nada, la información llegaba por correo -antes por telefax-, y tal vez a causa de esa especie de homogenización de las notas de ciencia, las narrativas, los reportajes mismos estaban cada vez más pobres, más sencillos y parecidos.

Los temas del periodismo científico
Marcelo Leite planteó que en la década de los noventa los temas que abordaba el periodismo científico experimentaban un cambio, el de cambio climático -la línea en la que ahora enfoca principalmente sus trabajos e investigaciones- comenzaba a ser un tópico de importancia y empezaba a atraer la atención del público en Brasil a causa de la Cumbre de la Tierra en Río en 1992, pero surgían a la par muchos y nuevos desarrollos, por ejemplo, en clonación en biología celular, en telescopios espaciales, con los organismos genéticamente modificados y la exploración espacial que estaba cambiando muy rápidamente tras finalizar la guerra fría.

Junto a los nuevos temas irrumpió con explosión la internet, que ya existía pero se desarrolló mucho en esta época, además de los portales de Nature, Science surgieron más y auxiliaron a distribuir la información y a ponerla en contacto con el mundo entero. “No solo fue tener los artículos, también entrar en contacto con los investigadores de manera directa ampliando con ello el reto científico para los periodistas por profesionalizarse, pues cuando más acceso se tiene a la información, más preparado se tiene que estar para absorberla, entenderla y poder explicarla, que es nuestra primordial función como periodistas”.

En este contexto, los temas se hicieron más complejos y con el tiempo aparecieron otros como el de las células madre y todas las cuestiones éticas y bioéticas que surgieron con esa investigación. Hoy, el cambio climático, el calentamiento global son entre los temas de mayor actualidad, aunque, como se dijo líneas arriba, ya se empezaba a hablar de ellos desde mucho antes.

En ese sentido, Marcelo Leite consideró importante que el periodista de ciencia se esfuerce por elegir los temas que sean relevantes para la vida social de su país, para la humanidad, sin olvidar escribir notas que sean útiles para el lector, porque hay aspectos relevantes para la propia ciencia, que son sobre desarrollos trascendentes para el conocimiento, que pueden no ser de interés inmediato para el lector porque no le ve utilidad alguna para la vida cotidiana, pero que sí lo son, como lo puede ser un descubrimiento matemático, o el tema de la autofagia, motivo del Nobel de Medicina este año por sus futuras implicaciones en enfermedades como en el Alzhaimer o el Parkinson.

Resaltó, sin embargo, que no se debe olvidar que los periodistas de ciencia lo primero que hacen es periodismo, cubren lo que es inédito, nuevo, lo que no sabe la sociedad y es de gran importancia, pero tampoco se debe olvidar, sobre todo, que la esencia del periodismo es contar historias.

Y Marcelo Leite empezó a contar historias en el Folha de S.Paulo en 1986, año especial porque ocurrieron hechos como el desastre del transbordador Challenger (enero); el paso del cometa Halley (febrero), el cual se puede observar a simple vista desde la Tierra cada 76 años; y el desastre nuclear en Chernobil, en la hoy Ucrania (abril), eventos que causaron gran atención, que desafiaron a los periodistas de ciencia y que debieron reportarse para todos los tipos de público no solo para los interesados permanentes en la ciencia.

“Había interés del público en general por notas de ciencia, ese momento coincidió con la redemocratización de Brasil, la dictadura llegó a su fin en 1985 y había esa esperanza y entusiasmo por el desarrollo del país, que finalmente podríamos liberarnos de las cadenas de la dictadura militar y que los científicos tendrían un papel importante y serio para el desarrollo social, económico y político de Brasil”, expresó.

Fabiola Trelles Ramírez.

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