Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/030/18
Ciudad de México, 6 de febrero de 2018
Las muertes violentas como los homicidios, los accidentes de tráfico y los suicidios, aunque tienen diferente causalidad, son evitables desde la perspectiva de la salud, aseguró Guillermo Julián González Pérez, del Centro Universitario de Ciencias de la Salud de la Universidad de Guadalajara, que ha analizado el impacto que tienen los homicidios (en especial los que se producen con arma de fuego) en la esperanza de vida de los mexicanos, uno de los indicadores del bienestar y de las condiciones de vida de la población, y que en 2016 era de 75.2 años (INEGI).
En el artículo “Entre el peligro y la necesidad: juventud y armas de fuego en México”, del que González Pérez es uno de los autores, se señala que en México las muertes violentas han aumentado en los últimos 20 años, especialmente las tasas de homicidio, y que la posesión y el uso de armas de fuego son algunos de los aspectos que se consideran están relacionados con los altos niveles de violencia de diversos países de América Latina en la actualidad.
De acuerdo con dicho trabajo, en el 2012 México estaba entre los países del mundo con mayores tasas de mortalidad por armas de fuego –—solo superado por países latinoamericanos como Honduras, El Salvador, Guatemala, Venezuela, Colombia y Brasil— y con una tasa superior a la de Estados Unidos, la nación industrializada con la tasa de mortalidad por armas de fuego más elevada.
Además, casi dos tercios de los homicidios registrados entre 2008 y 2009 se cometieron con armas de fuego y a nivel nacional en 2012 se contabilizaron 18,713 defunciones producidas por este tipo de arma, de las cuales 4,901 fueron de jóvenes entre 15 y 24 años.
González Pérez, doctor en ciencias de la salud e integrante de la Academia Mexicana de Ciencias, señaló en entrevista que el 90% de los homicidios en el país se cometen con armas de fuego, y que de cada 10 muertes de este tipo 9 corresponden a hombres.
Algunos datos que ejemplifican esto se presentan en el artículo “La mortalidad por homicidios y su relación con el estancamiento de la esperanza de vida en México”, que forma parte de las Memorias del 5° Congreso Nacional de Ciencias Sociales realizado en 2016, que señalan que el número de homicidios registrado en 2007 fue de 8, 868, de los cuales 7,777 fueron hombres, y en 2010 la cifra fue de 23,757, de estos 23, 285 fueron hombres.
Recientemente el investigador y sus colaboradores enviaron a una revista arbitrada para su próxima publicación, un artículo en el que reportan que en prácticamente todos los estados del país los años de esperanza de vida perdidos por homicidios se han incrementado. “Lo que estamos viendo es el gran impacto de la violencia en el bienestar social, en especial en hombres en edades jóvenes (entre 15 y 29 años), ya que en este período es cuando la violencia tiene más peso en la mortalidad que cualquier enfermedad.
Todos estos datos, mencionó el investigador, que son el resultado de analizar la evolución de la tasa de homicidios en adolescentes o la disponibilidad de armas de fuego (a través de los datos del Sistema Nacional de Información en Salud de la Secretaría de Salud, del Consejo Nacional de Población y del Instituto Nacional de Estadística y Geografía), indican que las actuales generaciones de jóvenes están expuestos a altos niveles de violencia. “Esta problemática debe ser enfrentada desde una perspectiva de seguridad pública y también desde la salud pública, lo anterior bajo la idea de la prevención”.
El doctor Guillermo González también ha enfocado su investigación en estudiar a través de cuestionarios, qué piensan los jóvenes de la situación de violencia en la que viven, y entre los resultados está que para muchos jóvenes el querer tener un arma de fuego podría ser una respuesta ante los contextos de violencia e inseguridad, ya que consideran que el Estado no garantiza su seguridad y, por tanto, tendrían que hacerlo por sus propios medios.
De ahí que la tendencia de tener armas de fuego, en especial entre los jóvenes, puede resultar peligrosa si se piensa en el incremento que esto puede tener en los niveles de violencia y en su letalidad. “Por lo que es importante tomar en cuenta que la violencia no solo se genera a partir del crimen organizado, de hecho, muchos de los homicidios en el país no tienen que ver con la narcoviolencia, sino con que la resolución de conflictos se ha vuelto más violenta”.
El especialista en demografía, sociedad y salud propone, entonces, hacer énfasis en que las armas de fuego son un problema de seguridad, pero también de salud pública. “Desde la visión de las instituciones de salud, los accidentes de tráfico sí son tomados en cuenta, existen comités en la Secretaría de Salud para atender este tema, pero no hay un comité de prevención de homicidios, por lo que las investigaciones que realizamos están encaminadas en lograr que desde la interdisciplina y la intersectorialidad se pueda reducir la violencia y la mortalidad por violencia”, comentó.
Noemí Rodríguez González.
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